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El día en que confundí la leche con horchata

El día en que confundí la leche con horchata

Recuerdo que estaba en casa de mi abuela, tendría seis o siete años y tenía sed. Cuando era pequeño solía pasarme las mañanas viendo la tele, supongo que ese día debí haber estado haciéndolo. Así que fui a la cocina a por un vaso de leche. Abrí el frigorífico y saqué el bote de horchata. Lo ponía claramente; horchata. No era leche, pero yo no lo sabía. Tal vez un "esto no es leche, es horchata" me habría ayudado. Yo pensé que sería algún tipo de leche desnatada o algo así, asi que me llené un vaso. Me lo llevé a la boca con ilusión y con ganas de calmar mi sed. No, no era leche. Lo noté. Sabía algo raro, pero me gustó. Cuando hube acabado el primer vaso, noté que quería más. Así que me eché otro y otro. Allí empezó mi amor por este fantástico refresco. Me acabé la botella.
Mi abuela me pilló y desde entonces me compraba mucha horchata. Algún día tendré un campo de chufas y haré la mía propia.

Russian Red

Cuando estaba en el hospital solía escuchar Russian Red. No se porque hablo tanto de esto, solo fueron 36 días, así que tampoco fue tanto tiempo. Pero bueno, quería decir eso, que solía escuchar ese grupo. Ahora ya no lo escucho tanto, no se muy bien porque. Solo tienen un disco, creo, así que es facil hacerse con su sonido. Y bueno, tampoco tenía ganas de hablar de su música... Tal vez solo quiera manifestar que esta chica, la cantante, hace que me sienta bien. Bueno, tal vez no sea eso. Tal vez me haga sentir raro, diferente, pero tampoco es algo desagradable. El año pasado la vi en San Sebastián durante el Jazzaldia y supongo que muchos de los que estábamos allí nos debimos enamorar un poco de esta persona. Y esto es una cosa estúpida, enamorarse de un cantante o actor. Porque son personas a las que no conoces y es injusto. Solo porque una chica sea cantante no debe merecer algo así, aunque tampoco voy a darle nada mas que este pequeño artículo que nunca leerá. Estoy diciendo tonterias porque soy muy dado a decir tonterias. La verdad es que cada uno puede sentir lo que quiera y punto.

Luego alguien me dijo que tenía un amigo que la conocía en persona y que era un chica muy estúpida. Pero me muestro bastante reacio a creer algo así, porque a mi ella me gusta, tanto como te puede gustar alguien a quien no conoces de nada. Y en este sentido me siento bastante simple, o tal vez debería decir idiota. La verdad es que a veces no lo se. De todas formas no puedo pensar que es estúpida, que es esto o lo otro. Porque yo me siento agradecido, porque su música me encanta, y a parte de escucharla en Spotify, no he hecho nunca nada por ella. Así que, que menos que decir: no, no es estúpida, y escribir estas lineas que si que me están pareciendo algo tontas.

También me dijeron que tocó una vez en el bar al que yo suelo ir a echarme unas cervezas de vez en cuando. ¿Estó es posible? Pues no lo se. A veces me siento allí, con una cerveza en la mano, e imagino que está cantando una de sus canciones.

Sobre el patriotismo

Cansado como estoy de salir por ahí en Sanfermín, hoy me siento frente al ordenador a escribir algo que, aunque tal vez diste de llevar razón, por lo menos será un trabajo minimamente intelectual.

Pues nada, que el otro día no me podía dormir y releí algunas líneas de Ortega en La rebelión de las masas, que es un libro que me gusta bastante. Sencillamente me gusta. Da explicaciones coherentes a muchas ideas que me resultan atractivas, y para mi es muy estimulante leerlo. Así que ahora quiero hablar un poco de un argumento bastante interesante que daba Ortega, mas o menos en contra del fanatismo nacionalista o del patriotismo desaforado. Espero explicarme con claridad y resumirlo de forma legible.

Ortega dice que a lo largo de la historia, entendiéndose esta como la existencia de nuestra especie, nos hemos organizado de dos formas. La primera forma en que el ser humano organizó su sociedad, es la que Ortega llama la forma arcaica. Era esta una forma natural, que venía dada en el nacimiento y su principal característica era esa, su naturalidad. Las personas que conformaban las sociedades arcaicas no realizaban fuertes esfuerzos por ellas, puesto que éstas simplemente estaban allí, y de ahí su naturalidad. Así como algunos animales formaban manadas, el hombre formaba clanes, tribus y demás.

La manera en que esta forma de organizarse evolucionó hasta nuestra sociedad actual, tal vez no fue brusca. No me atrevería a decir algo así, aunque es posible que viniera determinada por fuertes y repentinos cambios. Ortega pone un ejemplo muy claro hablando de estos repentinos cambios, y tal como yo lo entiendo, se trata del pavimento. Sí, del adoquinado, de las aceras y las calles. Porque estos elementos hicieron que las personas dejaran de andar pisando tierra y marcaron el primer entorno artificial.

Y así como la naturalidad era la característica principal de las primeras sociedades, la artificialidad es la principal característica de nuestra sociedad actual. Ortega llama a nuestras sociedades simplemente estados, aunque sospecho que con ello simplemente se refiere a que son unas sociedades en las que prevalece el trabajo conjunto de todos sus miembros. Y si asimilamos las dos esencias de estas dos formas de organizarse en sociedad, será fácil notar un cierto antagonismo. En el momento en que el estado está formado únicamente por lazos familiares, significa que se está asemejando a una sociedad tribal. Dado que el estado es algo que el ser humano construye con esfuerzo (aunque yo y otras personas no hayamos hecho nada por él) parece necesario que se de una mezcolanza de pueblos y familias, sin las cuales tal vez no habría nada que construir.

Ortega habla en su libro de la democracia como un buen sistema para organizar la sociedad. Porque es un sistema basado en la libertad, entendida ésta como un concepto limitado por el prójimo, o el conciudadano en este caso, cosa que a mi me parece correcto. Pero también porque es un sistema que condensa la ideas de todos. Ya hablé del perspectivismo en otra entrada, así que no me entretendré aquí. Simplemente diré que es un sistema que ofrece un buen motor para que nuestra forma de pensar se enriquezca con la forma de pensar de los demás. Y esta es otra buena razón para decir que en el estado se necesitan cuantas mas culturas mejor.

Ortega pone otro ejemplo a este respecto. Dice que Julio César fue un excelente político, aunque yo no estoy de acuerdo con esa afirmación, pero la usaré para explicar esto de la mezcolanza. Julio César introdujo a gente de ascendencia no romana en el senado de roma, y vio la necesidad de expandir el imperio romano hacia las galias porque simplemente quería que hubiera mas gente contenida en él. Frente al deseo de los senadores de tener un estado mas pequeñito y manejable y mas repleto de lazos familiares, entre los cuales los conflictos son mucho menores. Como digo, yo no estoy de acuerdo con la idea de César como político, ya que usó la violencia para todos sus fines y eso en mi opinión es contradictorio y a grandes rasgos, un fracaso.

Y mirando a nuestra democracia actual, y según todo este argumento, tenemos varios motivos para pensar que nuestra democracia no goza de buena salud. Por supuesto que no voy a decir que el nacionalismo es tribal, eso sería muy ridículo. El nacionalismo como defensa de cultura es genial. Pero la tendencia a abandonar el estado, a abandonar la democracia, a considerar conciudadanos a la gente mas parecida a uno mismo por lazos familiares o ascendencias afines es un paso atrás. Un abandono del esfuerzo que se ha hecho en el ser humano para que lleguemos a tener nuestra sociedad. Y supongo que parece evidente que una democracia que se atomiza cada vez mas, es una democracia que no funciona tan bien como podría.

Sobre las razones de porque ocurre esto también hay bastante que decir. Aunque ya no tengo todo esto tan claro. A nuestra democracia aún le queda muchísimo. Como apunte diré una de las razones que le oí a mi padre y con la que estoy de acuerdo. El ciudadano participa muy poco en la política. Mi padre dice que vivimos en una dictadura de cuatro años. Tiene bastante sentido. Supongo que también pecamos de un fallo cultural y de poca conciencia histórica.

En fin, me he dedicado a resumir una idea de Ortega. Me he expresado con mis propias palabras y tal como yo la entiendo. Podéis leer mis anteriores artículos sobre este pensador si os interesa, La verdad de Ortega y ¿Es Ortega falangista?

Gato y hombre

Reconozco que debe ser duro leer mi poesía. Que le vamos a hacer.

Tu eres gato,
y no puedes entenderme,
mas estamos aquí solos
mirándonos el uno al otro.
Por las noches maullas blues
yo te escucho desde el cuarto
porque se que tu estas solo
con tu corazón de gato.

Si miras por la ventana,
yo me acerco y también miro,
porque yo a veces entiendo
tu corazón de gato.
Estas contento a ratos
cuando corres y saltas.
Y luego te sientes gato.
Yo a veces te entiendo un poco.

Yo en cambio soy un hombre,
y tu no puedes entenderme,
aunque a veces miro atento la ventana
y tu también miras,
y parece que comprendes
mi corazón de hombre.
A veces te recito poesía
y tu me miras con tus ojos
atentos de gatuno.
Y sin entender palabra
parece que conoces

mi corazón de hombre.

Pero amigo quien entienda
a los dos, ¿Eso existe?
Hombre y gato, gato y hombre,
hoy los dos estamos tristes.

Estar solo

Qué narices, lo he dejado con mi novia y me apetece contar un poco como me siento. La verdad es que he estado así durante gran parte de mi vida, así que supongo que ya se como funciona estar solo. Sin embargo ahora mismo se me antoja rarísimo. A veces pienso que simplemente soy un hombre triste, tal vez en varios sentidos. Por ejemplo, cuando caigo ebrio por falta de voluntad o por puro derrotismo, la gente debe mirarme y pensar, que tío mas triste. Y muchas otras veces simplemente me siento así. Triste. La tristeza y la soledad suelen golpearme a lo bruto y repentinamente. Tal vez cuando vuelvo a casa solo, o cuando estoy solo en mi cuarto, o cuando voy a dormir y no puedo.
Y creo que esos golpes, esos golpes repentinos y sin mucho sentido, son los que me han hecho. Bueno, no sólo esos golpes, también muchas otras cosas. Pero no puedo negar que esos momentos han tenido siempre mucha influencia en mí.
No quiero ser autocompasivo. No siento compasión por mí, ahora mismo no. Estoy agusto con mi persona, y no me importa sufrir un poco a veces. El sufrimiento te enseña muchísimo, al menos a mí. Y nunca me ha enseñado nada malo, tal vez por mi forma de afrontarlo. El sufrimiento siempre me ha aclarado un poco algunas ideas y siempre me ha mostrado el poder de la belleza. De lo realmente bello. Y el amor del que todos estamos hechos.
La felicidad. Cuando era mas pequeño solía pensar en la felicidad, ahora ya no lo hago. Creo que no tiene mucho sentido pensar en la felicidad. Para empezar apenas se lo que es y andar como un loco persiguiéndola es eso, es de locos. No, la felicidad no debería agobiar a nadie. Uno debe preocuparse solo de vivir, de ser libre, de hacer las cosas bien, de cuidar a sus seres queridos. De suplir sus vicios con mucho esfuerzo. Y por supuesto, de valorar la vida.
No se, creo que llevo como un mes sin pensar en nada interesante. Todo esto de la ruptura y el estudio me tiene un poco atontado. ¡Ah, pero que estoy bien! He sido un poco tétrico en esta entrada, pero mi estado de ánimo es óptimo. El problema es que estoy escribiendo sin ningún objetivo y eso suele tener muy malos resultados. Y otra cosa, ultimamente me esta gustando mucho la movida madrileña.


Arco iris

Arco iris

Quería deciros que estoy de exámenes y tal. Y es bastante caca, todo el día estudiando y con mucha presión. Hoy he decidido una cosa para este verano. Tengo bastantes planes pero hay una cosa que quiero hacer seguro. Ver un arco iris. Me encantan los arco iris. No se, son como de cuento. Imaginad que en el mundo no existieran los arco iris y os contaran un cuento en el que aparece uno, ¿No os parecería un elemento fantástico mas? ¿No os parecería algo muy imaginativo? Pues algo así me parecen a mi. No se, es fantástico pensar en que la luz puede descomponerse así y dar lugar a todos los colores. Me fascina.

Pensar a lo grande

Tengo un conocido en el Toki Leza que ayer confesó tener una edad. Y me pareció algo increible. Ayer, mi conocido dijo: me voy. Me voy a Canadá. Y resulta que se iba a ir a Canadá a pasar un año, así, sin ninguna razón en especial. Y durante unos segundos consiguió que yo viera su forma de pensar. Me dijo, chico, tienes que pensar a lo grande. ¿Estás pensando en irte de Pamplona? Vale, pero mejor piensa en irte al otro lado del mundo. ¡Piensa a lo grande, tu que eres joven! Y creo que el hombre tiene mucha razón en esto de pensar a lo grande. Uno debe creerse capaz de todo. Que alguien con sus años te diga esto de pensar a lo grande es un buen refresco espiritual.

Soy un querubín

Autocrítica.


Es un poco tarde pero me apetece escribir antes de ir a dormir. El gato está dormido en mi cama y casi me da un poco de envidia, pero necesito decir algo y si no lo hago, no me dormiré.
He estado pasando el rato un poco, leyendo mis viejos escritos y tal y me he dado cuenta de que no soy un buen escritor, y menos aún un buen reportero de opinión. Creo que mis argumentos, sobretodo en los artículos mas viejos, tienden a ser simplistas e infantiles y mas aún a la hora de hablar de política o periodismo, pero no me culpo. Al fin y al cabo, empecé esto siendo un chaval y aún hoy lo soy. Luego está el tema de la ortografía. He ido mejorando, y menos mal, porque antes leer este blog debía ser doloroso. Y puede que aún hoy siga siéndolo. No digo esto para autocompadecerme. Ni de coña. Soy muy duro conmigo mismo y me gusta tener los pies en el suelo, aunque a veces me resulte difícil. Lo digo porque es necesario para mi, y para cualquiera, saber que hay mucha gente mejor que yo. ¿Por qué es necesario? Porque es la verdad. Simplemente. Así que quiero dar un poco de ejemplo. Se que muchos de los que me leeis no lo necesitais, pues gozais de humildad y calidad humana. Tal vez solo quiera recordar lo necesario que es ser consciente de los propios fallos. En el momento en el que uno tiene una muy buena opinión de si mismo, entonces está un poco perdido. Primero porque si piensas que eres bueno, ya no vas a mejorar. Y esto estará muy mal por el simple hecho de que no eres bueno. En mi caso es así. Y no es que quiera llegar a ser bueno porque sí, pero me gustaría escribir bien y pensar bien para poder decir cosas útiles, que ayuden a la gente y a la democracia. Así que lo dicho, ya se que no soy un buen escritor, pero no pasa nada. Mejoraré. Eso espero, al menos.

Pop

El sábado estuve en un concierto. El grupo Love of lesbian vino a Pamplona, y yo ni siquiera era seguidor suyo, pero unos amigos iban a ir y me uní a ellos. No se muy bien porque lo hice exactamente, creo que simplemente tenía ganas de ir a un concierto así, bueno, profesional, no se si me explico. Porque en Pamplona siempre estoy yendo a conciertos en bares, normalmente de grupos nóveles. Que está muy bien, pero tenía ganas de ir a uno donde poder saltar, cantar y todo eso que normalmente no se puede hacer en un bar.
Love of lesbian es para mi un grupo Pop, aunque algunos amigos me dijeron que mas bien era pop-rock. Pero para mi pop-rock es un término atroz. Cada vez que alguien dice pop-rock, me imagino a un engendro, a un semiorco. Mezclar pop y rock, para mi sería como mezclar chocolate y queso gruyer, o huevo frito con mayonesa. Pero de todas formas no creo que sea posible hacer algo así porque son dos estilos inmiscibles. El pop seguirá siendo pop por mucho que se le ponga distorsion y el cantante rasgue la voz. Y el rock será rock hasta el fin de los días, mientras sus canciones hablen de rock and roll, y exista esa marcha innegable. Pero en fin, no quiero enrollarme con esto de los estilos, porque no se si catalogar a la musica en estilos es del todo beneficioso. Solo decir que claro, estamos en lo mismo. A la gente no le gusta decir "esto ya se ha hecho antes". Y de ahí el término pop-rock. Pero no nos engañemos, el indie no es algo nuevo. La movida madrileña ya era indie. Y no me refiero a que la modiva fuera novedosa y transgresora. No, me refiero a que aquella música es parecidísima al indie actual, o al pop de ahora, o al pop británico, términos que me parecen mas adecuados. Y tal vez esta fue una de las razones por las que fui al concierto, porque Love of lesbian me recuerda a Nacha pop. Y porque el pop es un buen estilo cuando no está prostituido, como todos los estilos, supongo. Y disfruté, me gusto mucho.

Os voy a enseñar mi canción preferida del grupo, que también es bastante conocida así que igual ya la conoceis. Me gusta muchísimo la letra, creo que es sublime, es muy gráfica. El videoclip es HORRIBLE. Por favor, no lo veais. Es muy malo, escuchad solo la cancion.

 

 

Edificio Singular

Edificio Singular

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Desde que era pequeño, siempre miro al edificio Singular con atracción y curiosidad. Es el edificio mas alto de Navarra, con 70 metros de altura. En Pamplona, está situado en un punto bastante céntrico, término que no tiene mucho sentido en una ciudad como Pamplona, ya que aquí casi todo es céntrico. Ya hablé una vez de que me gustan las azoteas de los edificios, porque simplemente me gustan los sitios altos. Tal vez por la tranquilidad que suele reinar en las alturas, la paz y las vistas. También el frescor del aire y la cercanía del cielo. Los sitios altos deben ser ideales para la vida contemplativa, me gustaría por eso mismo, poder visitar alguna vez el Tibet y algún monasterio budista, de esos "de las nubes". Así que ayer, gracias a la amabilidad de un amigo, Alba y yo subimos a lo alto del edificio Singular y me impresionó. Es difícil, o mas bien extraño, ver Pamplona desde arriba. Parecen, los elementos cotidianos, otros totalmente distintos y al mismo tiempo, de toda la vida. Qué bien se ve todo desde las alturas. Primero miramos hacia el sur, y vimos a lo lejos el monte del Perdón, la ciudadela a nuestros pies, el barrio de Iturrama. Girándonos un poco hacia el suroeste, vimos Barañain, y mas allí, Zizur. Y el barrio de Sanjuan. Y que raro y a la vez impresionante ver la Avenida Baiona con esta perspectiva. Y hacia el oeste, la taconera a nuestros pies. Se ve mejor en invierno, cuando los árboles no tienen tantas hojas, nos comentó nuestro guía. Y hacia el Norte, el Ezkaba. Y del casco viejo, solo los tejados, viejos pero novedosos para nuestros ojos. Apretados y pequeños. Enjutos.
Creo que mi casa debería ser así. Podría pasar horas y horas allí, pero el acceso está restringido, cosa bastante comprensible y bastante puñetera para mí. Nuestro guía nos explicó que es magnífico ver una tormenta desde allí arriba. Por no hablar de las nevadas invernales. Como ya dije una vez, un buen libro, mucha cocacola y poco en que pensar. Ideal para pasarse la vida en una azotea.

Foto: ciudadela, edificio Singular y Ezkaba. ¡Yo mismo saqué esa foto!

Mi vida: cierre

Se terminó ’Mi vida’.

No se si me sigue apeteciendo esto de hablar de mi vida. Me siento empapuzado de mi mismo, como si se me hubiera cansado un hipotético cuello, de tanto tener la cabeza volcada hacia mi interior. Hoy os contaré que he recibido una mala noticia. No era una noticia sobre mi vida, era una noticia sobre la vida de alguien que no soy yo. Una noticia sobre alguien a quien me gustaría parecerme, aunque dudo que nunca llegue a conseguirlo. Tal vez sí lo haga minutos antes de morir, si para ese momento he tenido una vida plena y satisfactoria, habiendo leido ya mucho y habiendo pensado mucho, si para entonces he amado todo lo que un hombre pueda amar. Ojalá en ese momento, yo sea para la gente de mi alrededor, lo que esa persona es hoy para mí.  Lamento, queridos lectores, lamento no poder huir de ese ensimismamiento que siempre llega con la muerte. Ya sabeis, el quedarse mirando la ventana o el gotelé mientras corre el pensamiento como un fluido espeso y manso. Como un mar en calma.  Y hoy, tengo un monton de cosas que no se a quien le interesarán. Tengo la cabeza llena de... No sé, no sé que tengo en la cabeza. ¿A dónde irán todos esos pensamientos que nunca se plasman en la realidad y acaban olvidandose? ¿A dónde irá mi ensimismamiento? Esas cosas que no decimos en voz alta, ni escribimos en un papel, ni tecleamos en el ordenador. Tal vez exista un sitio para esos pensamientos, un bosque donde los árboles susurren "he olvidado la cartera en casa", "será idiota el tío ese", y también algún "te quiero" y algún "si supieras lo que siento por ti..." mucho mas poético.

Digo, que he recibido una mala noticia, y sin quererlo, me he hallado llorando. Sorprendido he estado por unas lágrimas auténticas, que ahora seguramente pierdan parte de su significado y de su importancia, al ser compartirdas con el mundo. Hay alguien a quien yo admiraba y ya no está. Yo lo conocía y él a mí no. Yo lo miraba cuando lo veía pasar por la calle, como un paparazzi indiscreto, como un fan adolescente. Y hoy tengo tantos pensamientos sin destino. Cosas que le diría, cosas que podría haberle dicho. Eh, tío, tengo un blog. Bueno, escribo sobre lo que me llama la atención, a veces esto, a veces lo otro. Y resulta que unos amigos me dijeron que debía hacerlo mas personal, y llevo unos día dedicándome a desarrollar un único tema, mi vida. Pero ya lo dejo, me he empachado. Ya no quiero hablar mas de mi mismo. Y se que el conocimiento sobre uno mismo es bueno, conócete a ti mismo, un proverbio salido de la mas pura sabiduría. Pero hoy, hoy, ni el "conócete a ti mismo" que tantas veces me ayuda, me resulta agradable. Hoy lo veo mandón, manipulador y feo. Hoy no quiero conocerme a mi mismo, hoy querría conocerte mas a tí. Si alguna vez entras en mi página, no creo que halles nada nuevo, porque me das cien vueltas.

Como estoy innovador, pondré por primera vez aquí unos versos que no he escrito yo. Antonio Machado, como no, ya me conoceis. Es un pequeño poema que no se si tiene algo que ver con el resto de la entrada. Es para que nos quedemos con buen sabor de boca.

Sabe esperar, aguarda que la marea fluya
-así en la costa un barco- sin que el partir te inquiete.
Todo el que aguarda sabe que la vistoria es suya;
porque la vida es larga y el arte es un juguete.

Y si la vida es corta
y no llega la mar a tu galera,
aguardar sin partir y siempre espera,
que el arte es largo y, además, no importa.

 

Mi vida: ciudad

Tengo mucho sueño pero voy a hablaros un poco de mi ciudad. Aunque creo que hoy me gustaría mas hablar de lo cansado que me tienen los malditos examenes. Cuando uno se pega tres horas estudiando, sale de la biblioteca para estirar las piernas y la luz solar le da en la cara... Es... Es... Es horrible. En fin, no se que estoy diciendo, a vosotros que os importará si estoy cansado o no. Perdonadme, perdonadme, es por eso, porque estoy cansado. Debería intentar dormir, pero no lo conseguiré a menos que me despeje un poco la mente, así que... ¡Allá vamos! Me ceñiré al guión.

Mi ciudad. Bueno, una forma de decirlo. No soy un patriota. No creo en la patria. Tampoco soy un ciudadano del mundo. Tengo un hogar, y ese hogar esta en Pamplona, por el momento. Como digo, que no soy patriota, y si hay algo que haga que sienta apego por Pamplona, es casi exclusivamente la gente. No toda la gente que vive aquí, no, porque son muchas personas. Trescientas diecinueve mil doscientas ocho personas en el año dos mil siete. Y esa es mucha gente, no podría decir, me gusta la gente de Pamplona, porque es imposible conocer a trescientas diecinueve mil doscientas ocho personas. Esto es una especie de broma, pero no tiene gracia porque tengo sueño y no se lo que digo. Pero seguro que mas de uno sería capaz de acusar de demagogo a alguien que dijera algo así. Me gusta la gente de Pamplona. A veces odio la retórica por eso, porque te pones a hablar con alguien, a conversar con alguien. Eso, a veces uno se pone a conversar con alguien y esa persona solo está interesada en delatar una y otra vez los errores argumentativos de uno. Y cuando esto sucede, el problema suele ser muy simple. No se puede conversar. Acabas siendo acusado por usar modismos propios de la lengua, o de una jerga. Acusado por cada palabra, a veces incluso cortado en mitad de frase porque el interlocutor intuye que vas a incurrir en una falacia. Cada palabra observada al dedillo. Examinada. Vale, vale que cometa errores argumentativos, pero si estoy conversando es para hallar una verdad, hallar una opinión, un trocito de saber y no para tener razón. Mucha gente dialoga para tener razón y poder decir: ¡Já! ¡Yo tenía razón! ¡Yo tenía razón y tu no! Y así recibir toneladas de satisfacción. Toneladas y toneladas de inmunda satisfacción demagógica. ¡Eso si que es demagogia! ¡La filosofía no es retórica! La filosofía solo entiende de una cosa. De cultura, de conocimiento, de saber, de libertad. Y ese fin, ese único fin posible es la filosofía. Y todo lo demás no es filosofía, porque el resto sólo son medios. ¿La retórica es filosofía? ¿Cómo va a serlo? La retórica solo es una herramienta polivalente, no podría serlo jamás. Y en todo caso la filosofía puede y digo puede usar a la retórica, porque si la retórica me gustara estaría contenida exclusivamente en la filosofía y aún así no podríamos decir que toda retórica es filosofía, porque filosofía sería un termino de mas extenso significado que rétorica. La filosofía incluiría a muchísimos mas elementos que la rétorica. Y hoy en día, la ciencia de la conversación, es usada frecuentemente para algo que no tiene nada que ver con la filosofía y con la democracia tampoco. Creo. La cuestión es que por mucho que sepa dialogar una persona, eso no le da conocimiento y no lo convierte en filósofo.

Como no se lo que estoy diciendo me voy a dormir y mañana sigo escribiendo.

Hola de nuevo. Retomo esto donde lo dejé ayer. Releo las lineas de un poco mas arriba y me parecen las lineas de un niñato que no sabe de lo que está hablando. Tal vez lo sea, pero que le voy a hacer a parte de intentar mejorar. ¿Qué tal si dejo esto en plan experimental? Sí, creo que estará bien, es mi blog y hago lo que quiero. Al fin y al cabo, es lo que soy. Y lo que escribí ayer forma parte de como soy, así que haré un esfuerzo y lo dejaré para que otras personas lo lean, porque eso puede ayudarme a saber como soy.
Bueno, pues al fin dormí pero hoy sigo teniendo sueño. Dios santo, soy un quejica... ¡Estoy aquí para hablar de mi ciudad! Vale, ahora si que sí, me ceñiré al guión.

Mi ciudad. Pamplona. Segundo intento. Mi ciudad es muy bonita, hay muchas zonas verdes y poco tráfico. Bueno, mas bien diré que hay poco tráfico en relación con otras ciudades mas grandes, lo cual es normal porque aquí vive menos gente. Es difícil hablar de mi ciudad, porque nunca he vivido en otro sitio y no tengo puntos de apoyo para comparar. ¡Wow! ¿No es curioso como funciona nuestra mente? Cuando sabemos cosas, las usamos para desentrañar cosas nuevas. Usamos nuestro conocimiento para seguir adquiriendo mas conocimiento. Por ejemplo, a la hora de decidir si Pamplona es grande o no, uno debería apoyarse en el tamaño de otras ciudades. No, en el tamaño de todas las ciudades que conozca, como si fueran una lista ordenada según el tamaño. Y ahí, en esa lista, uno debería decidir que lugar le corresponde a Pamplona, y según ese puesto, decidir si Pamplona es una ciudad grande o pequeña. Y eso debe hacer tristemente relativos a muchos de nuestros juicios, porque los evaluamos en función de lo que tenemos, pero, ¿Quién asegura que lo que tenemos es suficiente para emitir un juicio? ¿Y las cosas son lo que son en si mismas o lo son en relación con las otras cosas? Pensemos. ¿Qué utilidad me da el saber que una ciudad es grande? No hay infinitas ciudades, y ciudad es un término que hemos inventado nosotros. Es un término humano, y por lo tanto útil. Si una ciudad pequeña fuera considerada grande porque estuviera así establecido trascendentalmente, ¿Qué utilidad tendría decirlo? ¿No sería mejor decir que es pequeña porque el resto de ciudades son mas grandes? Vale, punto aclarado. De momento. En este caso, emitir un juicio es parecido a hacer una comparación, pero esto es muy peligroso, porque si todas las personas fueran malas, la menos mala sería buena. ¿Lo sería en realidad? Yo puedo decir que no porque soy omnisciente a mi situación hipotética, pero si estuviera contenido en ella, y solo conociera a personas malas, es lo que diría. Es un poco tétrico. Vale, lo he vuelto a hacer, mejor me pongo a estudiar y lo dejo para luego. ¡Soy incapaz de centrarme!

Aquí que vuelvo y otra vez perdón por decir gilipolleces. Ocurre que cuando leo libros de pensadores o artículos de reporteros críticos pienso que yo puedo hacer lo mismo. Al fin y al cabo, yo también pienso cosas, así que me creo que puedo redactarlas y argumentarlas como si fuera pensador profesional. Ya, pero esa gente a la que leo tienen mucho cuidado de tenerlo todo bien mascadito antes de decirlo y en parte es normal porque todos me sacan la tira de años. Algunos incluso están ya muertos. Por no contar que me superan en experiencia.

En fin, mi ciudad, tercer intento y definitivo. Pamplona es un sitio cómodo. Es cómodo porque es pequeño y completo al mismo tiempo. Hay cines y colegios y hospitales. Cosas básicas para poder considerar que un sitio es una ciudad. Es cómodo porque si tienes coche solo encuentras pequeños atascos en las horas puntas. Y para mí que no tengo coche, es cómodo porque puedo ir a cualquier parte andando. Tal vez descontando La txantrea, que es un barrio que está en el quinto pino. Creo que puedo recorrer la ciudad de punta a punta en una hora. Tal vez una hora y pico, si me haceis salir de La txantrea. Y el ambiente de Pamplona es bastante hogareño. La proporción de gente conocida con respecto al total es bastante alta, así que si echas a andar, rara vez no te encontrarás con algún conocido que te pregunte que tal estás, y al que tengas que decir bien, o hasta los cojones, según tu afinidad con esa persona y tu estado de ánimo real. Esto hace que sea un sitio hogareño, pero a veces es molesto que te echen un silvido, porque hay gente que en lugar de saludarte te echa un silvido. A veces voy tan tranquilo por la acera y pum, silvidito. De esos con los dedos en la boca. ¿Te silvo yo a ti, majo? ¿No, verdad? Pues porque no le silvas a otro, a mi dime hola. Pero que le vas a hacer, no lo hacen con mala intención y si me molestan los sonidos muy agudos, es problema mío, así que a otra cosa. ¿Qué mas iba a decir? Estoy que no se donde estoy. Venía hacia casa hace unos minutos y he pasado por un sitio que olía muy mal. Una calleja trasera. He mirado a la acera y había trozos de mierda por todo. Bueno, en algunos sitios había trocitos de caca y en otros solo manchas marrones. Como si hubieran pintado los adoquines con un plastidecor de esos, de color marrón. Y claro, no olía bien precisamente. Pero este es un hecho aislado y que no es representativo de la ciudad. Siempre me pasa lo mismo cuando sufro de malestar físico. En este caso sueño y agotamiento, pero en el hospital también pasaba. Y cuando tengo mucho calor. El desecho biológico toma protagonismo en mi vida, y siento una especie de apatía hacia él. Como un, pues vale, es mierda, y qué. Sí, creo que es bastante raro.
Sigo. Pamplona, sí, Pamplona. El terrorismo y el nacionalismo vasco son cosas que están muy presentes por aquí. Y perdón si he dicho terrorismo y nacionalismo vasco así, a la vez. Son cosas que no tienen porque estar unidas. Y la mayoría de las veces no tienen nada que ver. La gente que no es de aquí piensa que no es así, pero reventaría si a mis conciudadanos (por estar mas cerca de mí) no les dejaran pensar como les de la gana. Tube una conversación muy interesante con mi amigo Palacín sobre el nacionalismo. Me dijo, es bueno que el nacionalismo defienda la cultura para que no se pierda. Y tenía toda la razón, esa es una cosa que me gusta mucho de esta rama política. Lo que me molesta, tal vez, es el prejuicio. El prejuicio que a veces va unido a este movimiento de que una tradición es mejor que otra y punto. Mejor dicho, el prejuicio de que para algunas personas sea mas importante su cultura que la del resto. Esto es un error. Y luego hay otro error que es el terrorismo. Los terroristas no siempre matan gente, a veces solo ponen bombas en coches vacios para acojonarnos un poco a todos. Como dijo mi profesor de historia del año pasado, nos ponen la pistola en la cabeza. Y de esto ya os podeis imaginar lo que opino. Para mi matar es cohartar la libertad. Y por eso el terrorismo me parece muy contradictorio. Pero es raro pensar que eso anda por aquí, por Pamplona. Es incómodo y extraño. Porque sí, ponen una bomba en la Universidad de Navarra y matan a un policía de tal sitio. Y yo pienso, ¿Cómo serán esas personas? ¿Conoceré yo a alguien así? Y no, que yo sepa, ningún conocido me cuadra con mi imagen de un asesino. Ninguno. Hay gente en Pamplona que no es totalmente consecuente con la democracia, porque no deján decir al resto lo que piensan. Y aquí si que hay muchos conocidos míos, y como no me gusta condenar a nadie, diré que en ocasiones yo también tomo esa actitud. Todos somos humanos, y en el fondo no es tan grave. Pero es algo benigno para el bienestar social. La gente tiene que poder decir lo que piensa, leñe. Es que me hace falta oirles, me hace falta. A mi y a todos nos hace falta. Y a veces con un simple insulto, un simple gesto, un simple facha cabrón, ya se está haciendo algo muy feo. Ya se está haciendo algo totalmente antidemocrático. Pero es curiosa la forma que tiene la gente de aquí de ser cerrada. No se suele hablar de política salvo con gente de confianza, tema tabú por antonomasia. Sin envargo, Pamplona es una ciudad donde se habla mucho, donde hay mucho arte, mucha música, mucho teátro, mucha literatura. Y gente sencillamente genial. ¿No es genial ver a gente joven queriendo defender y promover la cultura? Pues de esos hay unos cuantos. Respecto a esto último, aquí hay una cosa que me gusta muchísimo y se llama Alter Paradox. Alter Paradox es una asociación sin ánimo de lucro llena de gente que me alucina, gente que respeta su entorno con una actitud muy natural. Como si fuera lo mas normal del mundo. Respetan y cuidan todo su entorno. A toda la gente, a toda la historia del lugar, a toda la cultura. Tal como estoy hablando, parece que os estoy presentando una secta. ¡No, no, nada de eso! Ya hablaré de Alter Paradox otro día con mas profundidad, no es mas que una asociación de juegos. No juegos de azar. Juegos de rol, de mesa. Y un buen sitio para conversar sobre lo que sea. En serio, sobre lo que sea. Debe ser el sitio mas carente de prejuicios de toda la ciudad.

No se que me queda por decir sobre mi ciudad. Muchísimas cosas, supongo. Hay un casco antiguo precioso, bastante concurrido. Está caballo blanco, que es el sitio mas alto de la ciudad. Al igual que la catedral, claro. Está el Ezkaba, que es como el Tibidabo pamplonés. Un monte muy próximo a la ciudad, también llamado Sancristobal, por el nombre del fuerte que hay en su cima. Y está la ciudadela. El recinto amurallado transformado en parque. Es increible, es un sitio muy especial. Por dentro y por fuera tiene recobecos entre la muralla, donde a veces voy a leer. Yo no se muy bien si Pamplona es un lugar especial. A mi personalmente me encanta. Debo estar enamorado de esta ciudad.  En esta página, un andaluz amigo mío que lleva aquí dos años dice "Pamplona, aun siendo la cuidad en la que menos tiempo he vivido, si es la que mas me ha hecho recordar mi pasado y también la que me hace vivir el presente, sin duda es una cuidad mágica". Yo estoy con él, es un sitio mágico.

¡Conseguido! Acabé.

Mi vida: los viernes

Hay un bar al que suelo ir los viernes por la tarde y allí me encuentro con algunos amigos. Ciertamente, la tarde los viernes se ha convertido en un ritual bastante puntual, del que si no participo, en seguida me siento aburrido y desdichado. Es un bar que esta muy cerca de donde vivo, y no se si tendrá algún encanto especial, nunca me he parado a pensarlo. Realmente es como un antro, todo esta como sucio... Pero no está sucio realmente, será por el color, el desgaste, etc. Lo limpian todos los días antes de abrir, le dan una buena pasada, que siempre le hace falta. El sitio en sí, mas que gustarme, me parece cómodo. Sobre todo por la ausencia de normas, el poder sentarse donde sea, traer comida de fuera y como no, el precio de la cerveza. Bastante de mi gusto. Aunque si voy allí todos los viernes, es porque allí me encuentro con algunos amigos, como ya he dicho. Entre todos hablamos de nuestras cosas, de todo un poco, lo normal. Opinamos de esto y de lo otro, algún tema de actualidad, yo intento llevar siempre una anécdota divertida para que me recuerden lo despistado e infantil que resulto a veces. El sitio suele llenarse de gente y eso me fastidia. A mi me gusta observar a la gente, conocer gente, conocer sitios y tal, pero los viernes por la tarde solo me apetecé estar allí con mis colegas y nada mas. Y si esta costumbre cambiara, me molestaría muchísimo.
En este momento suele ser la primera vez de la semana en que veo a Mikel, y si no es así, mal vamos. Mikel suele decir que es mejor que no nos veamos entre semana, porque sino, le restamos bastante encanto al ritual del viernes. Además, dice que pasamos mucho tiempo juntos y que si pasaramos mas tiempo juntos aún, acabaría hartito de mí. Y yo entiendo perfectamente lo que quiere decir, de verdad que sí.

También suelen aparecer por allí Íñigo y Patricia. Por cierto que al final no conseguí que Iñigo escribiera algo para el blog durante aquella sequía de ideas, porque dijo que no se le ocurría nada digno de publicar aquí. Y muchos otros amigos míos. Algunos vienen siempre, otros a veces. Los que viven fuera, se pasan por el bar si vienen a pasar el fin de semana en casa. Y yo voy allí cuando salgo de la uni, y entre todos nos comemos una buena ración de patatas de bolsa y nos echamos unas cervezas. Viernes por la tarde, amena conversación en el bar, algo importante en mi vida.

Mi vida: salir a correr

El deporte y yo siempre hemos tenido una relación de amor odio. Cuando era niño, hacía patinaje, un deporte que consistía en caerse al suelo una y otra vez, a grandes velocidades, obteniendo grandes lesiones como raspaduras y heridas feas, de esas en las que la piel se desgarra como el que pela una naranja. Y el que tenía mas heridas feas, era el mas temerario, el mas loco, el mas rebelde. En el colegio, los que hacíamos patinaje eramos los que vivíamos al límite. Una vez me choque contra una farola y me hice un moraton en la mejilla. Tal vez fue por esto, por esta forma que tuvo el deporte de llegar a mi vida, que mi relación con él siempre fue difícil.

Al cabo de muchos golpes, descubrí que el patinaje no era lo mío. Aquello había dejado de tener su gracia. Ya no me divertía como antes cayendo una y otra vez al suelo, mi pequeño cuerpo se resentía. Mis rodillas querían tener piel mas que cualquier otra cosa y decidí concederles ese privilegio. Lo cambié por el fútbol. Bueno, por el futbito. El futbol debía ser genial, aún hoy lo pienso. Ese deporte debe ser genial. Debe serlo, pero yo desde luego no lo creo, por mas que me esfuerzo. Pero entonces era un querubín sin prejuicios y pensé que quería patear el balón con mis amigotes de clase.  El primer día de entrenamiento un chico lleno de piercings y metales por la ropa nos hizo correr durante diez minutos alrededor del campo. Me sentía raro por no tener mis patines, pero me sentía mas seguro. Descubrí que el suelo es estable, que uno puede pisarlo sin miedo, correr por él, saltar e incluso bailar. Y el chico de los piercings, que debía tener mi edad actual pero que a mi me parecía que tenía treinta años por lo menos, era un tío comprensivo y majo. Lástima que se fuera. Sí, fue una lástima que dejara de entrenarnos. Si aquel tío perforado hubiera seguido con los entrenamientos, ¡Tal vez yo sería alguien completamente diferente! Pero no. Vino otro, otro entrenador. Y no se si fue el nuevo entrenador o simplemente el puto balón, pero el fútbol empezó a ser frustrante. Tan frustrante... El nuevo entrenador me hacía practicar con una pared porque yo era completamente malo. El peor. El balón no me hacía caso. Yo quería correr con él. Llevarlo delante de mi, delante de mis pies, patearlo y que fuera a donde yo quisiera, pero no me hacía ni caso. Con mucha frecuencia me golpeaba en la cara, ese era todo el cariño que me tenía. Aún no se muy bien porque, pero solía llevarme un balonazo en toda la cara como una vez cada semana. Tal vez fuera porque era un poco mas alto que los demás. Sí, debía ser por eso, mi cara era mas accesible, los otros niños no debían hacerlo a posta. Simplemente lo que ellos consideraban un tiro alto, era un tiro atroz para mí. Ah, y la pared sí. El entranador se esforzaba por hacer un jugador decente de mí, pero a él también debía resultarle frustrante. Andrés, toma, tu balón. Quiero que tires tiros contra la pared. Bueno, tiros no, pases. Dale pases a la pared y cuando vuelva, dale otra vez sin pararlo. Y allí me pegaba yo quince minutos de vez en cuando, tirándole el balón a la pared. ¡Y aún eso me resultaba difícil! Porque el balón se iba al quinto pino cada dos por tres y yo tenía que correr detrás.

Y así conocí la competitividad deportiva. Amigos, yo quería que mi equipo ganara. Jugábamos partidos todas las semanas y yo quería que ganáramos. Y os prometo que me esforzaba como el que mas. Corría de un lado para otro, molestaba a los jugadores del equipo contrario, les tiraba de la ropa, me ponía delante para que no vieran nada... Una vez tire a uno al suelo y todo, pero me dijo que no iba a esperarme a la salida ni nada. Le ayudé a levantarse y le di la mano. Nuestras miradas se cruzaron y entre nosotros debió correr una especia de súbita comprensión deportiva. Nos miramos y nos entendimos. Mi mirada dijo; tío, lo siento. Tengo que hacerlo para que vean que me esfuerzo. La suya dijo; me alegro de no ser tan paquete como tu, pero te entiendo. Los otros niños no me pasaban el balón nunca y yo lo entendía. Cada vez que lo tocaba, lo perdía. Aquello empezaba a ser una ley científica universal. Balón tocado, balón perdido. Incluso cuando me daba en toda la cara... Una vez tuve una oportunidad de oro. La gloria se presentó por primera vez delante de mi. Por primera y última vez, y si ahora se presentara, la mandaría a paseo. Yo corría de un lado para otro, sin parar, molestando todo lo que me era posible. Corner. O saque de esquina, también, pero no se que narices hacía yo en el centro del campo, porque siempre que había corner, había boyo. Los boyos eran lo mío. Cuando muchos jugadores se agrupaban para intentar rematar con la cabeza. Era mi especialidad. Me metía en el boyo y molestaba a los jugadores contrarios todo lo que podía. Y si acaso, me llevaba un balonazo en la cara. Así que corrí hacia el boyo y por el camino me encontré con el señor balón, que huía como una bala perdida. Y yo estaba solo. Y todo los jugadores delante de mí. Y al otro lado la portería. Me gustaba intentar elevarla. El balón se iba a la mierda casi todas las veces que lo hacía, pero algunas, algunas veces, una de cada diez veces que metía el pie debajo del balón y lo proyectaba hacia arriba, una de cada diez veces... Salía bien. ¡Zas! Lo hice, la elevé y no se torció. El balón voló, planeó por encima de los jugadores. Gol, gol, gol, gol... Pensaba yo. Algunos saltaban para alcanzarlo, pero no. Eso era una auténtica curva elíptica. Y larguero. Le di al larguero. Sonó ¡Clong! Y adiós a la gloria. Y vuelta a la frustración. Y así fue mi vida como futbolista. Al final, algunos niños empezaron a pedirme que no saliera a jugar tanto en los partidos. Que pidiera estar un poco mas en el banquillo. La competitividad da asco. Antes no me gustaba y ahora me repugna. Realmente, realmente, os prometo que realmente uno debe practicar deporte para divertirse. Y nosotros no nos divertíamos. Bueno, mas que en los entrenamientos. Los partidos solían resultarme horribles. Mis amigos enfadados por haber perdido, toda aquella violencia siendo solo unos críos. ¿Por qué sentirse triste después de dos horas de hacer ejercicio? ¿Es qué tiene algún sentido? Jamás practicaré un deporte que haga que me sienta mal después de haberlo practicado, es completamente absurdo. Debieron habernos enseñado que perder no importaba, que lo bonito era intentarlo. Alguna vez solían decírnoslo sin mucho ímpetu, pero no hacíamos caso. Suelo recordar el fútbol como uno de los grandes fallos que cometió la enseñanza pública conmigo.

Llegó el instituto y no hice deporte hasta el último año. No me gustaba, había tenido una mala experiencia y no quería repetir. En segundo de bachillerato hice karate, y parece mentira que yo disfrutara de un deporte ideado como arte marcial. Pero el karate siempre ha sido para mi un deporte, porque la violencia real no es divertida. Pero el karate si lo es. Descubrí a un montón de gente maja, un entrenamiento completo, un control superior sobre el cuerpo. Me encanta el karate. No esperaba pegarme con nadie y no lo hice. En el entrenamiento, simulábamos los combates. Jamás me hicieron daño. Pero a mi lo que ralmente me gustaba, eran las katas. Sucesiones de movimientos, golpes al aire preprogramados. Uno detrás de otro y con precisión. Lo recomiendo. Es genial, estimulante y relajante. Bien es cierto que el karate tiene una connotación violenta, pero lo que uno hace puede tener el significado que uno quiera, si es que no afecta a terceros claro. En un bar me dijeron una vez que el karate es un arte marcial antes que un deporte. Pero esta idea me parece bastante idiota. ¿Por qué hacer de un deporte sano, una escuela de violencia y guerra? Creo que la gente que dice eso no son verdaderos karatekas. El karate ofrece una mayor capacidad y un mayor control para tu cuerpo. Lo que hagas con tu cuerpo, no tiene nada que ver con el karate....

Y llegamos hasta hoy. Dejé el karate porque actualmente tengo clases por la tarde. Y el neumotorax que sufrí en verano no me ha animado a hacer deporte, precisamente. Pero el domingo pasado sentí un impulso. Me había atiborrado de amburguesa, patatas, cocacola y otros aperitivos, porque Alba y yo habíamos ido al cine. Me sentía pesado y de pronto tube ganas de correr. Igual que en Forrest Gump.  Rebusqué en el armario y me puse una camiseta que solo me he puesto las dos veces que se ha estropeado la labadora y no ha habido ropa limpia. Busqué y busqué y me puse un viejo pantalón de chandal que no usaba desde hacía un par de años y las deportivas. ¡Menuda pinta! Me miré en el espejo, daba risa. Sócrates se ensañó con mi chandal. Le entendí perfectamente, pero no le dejé. Y así salí a correr. Por cierto que era de noche, serían las doce o así. No había nadie por la calle, daba gusto. Solo el sonido de unos condenados coches que pasaban de vez en cuando. No llevé música. Quería haberlo hecho pero no pude. Había puesto mi mp4 a cargar pero al salir de casa, descubrí que estaba en posición off y no se había cargado. Recordé las palabras de alguien que me dijo el día anterior: la gente que no puede estar sin música suele tener miedo a escuchar sus propios pensamientos. Y tal vez llevara algo de razón. Yo no tengo miedo a pensar, pero a veces me canso. Y ya llevaba una temporada sin pensar mucho, así que salí a correr sin auriculares. Salir a correr por la noche es genial, también salí el martes y hoy me toca otra vez. Creo que uno puede hallar un poquito de paz aquí si va a leer a la ciudadela por la tarde o si sale a correr por la noche. Nada que ver con la paz que uno encuentra en el campo, pero algo es algo. ¡Ah, y fue la primera vez que hacía deporte en serio desde que salí del hospital!

Mi vida: el primero de mayo

Creo que Dionisio debió estar presente en mi celebración del primero de mayo. Voy a hablaros de algo que toma bastante importancia en mi vida, para bien o para mal. La fiesta y el despiporre.

El uno de mayo fue sábado y me levanté tarde. Y es raro que fuera un día especial para mí habiéndome levantado tarde. Porque los días especiales suelen empezar con un buen madrugón. No se muy bien porque. La explicación mas lógica es que si te levantas pronto, tienes tiempo de hacer mas cosas. De todas formas, creo que si relaciono los días especiales con los madrugones, es por el pueblo. Durante los pocos días que paso en el pueblo todos los veranos, siempre me levanto muy pronto y echo a andar. Y eso amigos, eso es la vida. Pero volviendo al uno de mayo, me levanté tarde, y me duché. No tenía pasta, estaba a cero. Turri me había invitado a la comia de cumpleaños. No era solo su cumpleaños, también el cumpleaños de Etxepare y de Cris, a quien a penas conozco. Yo ya lo había advertido de mi falta de pasta, pero me dijo que no importaba. Me dijo que bastaba con que llevara algo de comer y de beber. Le llamé. Hola Turri, Hola Ender ¿Vienes para aquí o qué? Si hombre sí, voy para allá ¿Qué quieres que lleve? ... Hielo. Ender, necestiamos hielo, dijo Turri. Mucho hielo, todo el que puedas traer. Salí de casa bastante animado. No sabía como llegar al sitio de la celebración, lo único que sabía es que estaba en la Txantrea. Pero la Txantrea no es sitio muy grande, así que pensé que acabaría llegando de una forma u otra. Compré ocho kilazos de hielo y los metí en mi mochila. Apenas cabían. Luego cogí el autobus y disfrutando del trayecto, confié en mi buena suerte. Al cabo de veinte minutos de viaje, vi a un amigo en la acera. Toqué el botón de parada, me bajé y fui a su encuentro. Era Murgui. Él tampoco sabía como llegar, pero al menos tenía saldo en el móvil. Había mucha gente y mucha comida. Y todo eran personas amables. Algunos me conocían y otros no, pero todos tenían palabras amables para mi y eso hizo que estuviera muy agusto. Comí salchichas, bacon, txistorra, pinchos morunos y chuletas. Y bebí sidra, me gusta mucho la sidra.

Creo que cuando uno se divierte así, debe tener en cuenta dos factores. Apruebo la fiesta si se tienen en cuenta dos sencillos factores. El trabajo y el acohol. Yo no creo que el trabajo sea muy importante en la vida. Ni mucho menos que el trabajo nos haga hombres, algo así oí de Carlos Marx. Pero hay algo que si que comparto con este hombre, y es que el trabajo es necesario. El trabajo dignifica, da fuerzas, y tal vez hasta libere endorfinas. Hay una cuestión que he resuelto por esta linea de pensamiento, un dilema: si el dinero da o no la felicidad. El dinero solo es un medio, lo que permite la felicidad es el trabajo. Algunos dicen que sin dinero no podemos vivir, pero esas personas confunden el dinero con el trabajo. Es el trabajo el que nos permite alimentarnos y tener guitarras, material para pintar cuadros y libros. La manera que utiliza el trabajo para cumplir estos objetivos es el dinero. Pero yo pienso que sólo el dinero que uno gana de forma justa con su trabajo, pero ojo, con un trabajo honrado y reconfortante, es el que permite la felicidad. De esta manera, yo llego a mi conclusión de que quien amasa mas fortuna de la que merece, no será feliz, al menos no por esa vía. Y quien cumple estas condiciones, es quien merece la fiesta, quien podrá disfrutar plenamente de ella.

Y la otra cuestión; el alcohol. Quien beba alcohol y consuma drogas, debería ser plenamente consciente del deterioro mental que puede suponer. A mi me gustaría morir con muchas cosas aprendidas. La vida se me manifiesta con la belleza del arte y con el entendimiento de la cultura, entre otras cosas. Las drogas no ayudan a eso, por eso yo digo no a ellas. A veces, para asegurarse de que la gente actua con libertad, hay que darles conocimiento. Miento, sin cultura nunca hay libertad. Y si la gente tubiera pleno conocimiento de las drogas y sus efectos, tal vez éstas dejarían de ser un problema. En el instituto se limitaban a decirnos; drogas no. Podría ser que al gobierno no le moleste tanto que haya quien se drogue, al igual que no le molesta tanto que la enseñanza publica no sea muy buena. Pero de eso ya he hablado mucho y hablaré mas. Podría resumirlo ahora en una frase, nuestros líderes politicos defienden un status quo del sistema, porque les beneficia directamente. Y hay cosas que podrían romper ese status quo y ponerlos de patitas en la calle. O al menos hacer que ganaran un sueldo digno y uno uno abusivo.

Como decía, bebí sidra y creo que no beberé mas alcohol hasta dentro de un mes. Me lo pasé muy bien y creo que ya he dibagado suficiente sobre la fiesta. Una parte importante de mi vida ahora que soy joven, pero que espero que pase y deje su lugar para algo tal vez mejor.

Mi vida: la casa de Hettar

Antes, Hettar y David vivían en un piso mas céntrico, pero siempre que recuerdo aquel lugar, recuerdo un lugar sombrío. Tal vez porque entraba poca luz o tal vez por la decoración oscura. Uno de los días que me pase por allí, había mucha basura en el suelo. El salón debía ser menos espacioso que el que tienen ahora, porque la basura tenía un nivel mas alto en el suelo y me llegaba a las pantorrillas. En aquel lugar, nunca vi claramente a Mikoto, la gata de David. A veces la veía pasar rápidamente, o la oía entre la basura. Aunque el puesto de trabajo de Hettar era mas chulo que el que tiene ahora. Se sentaba en su ordenador y daba la espalda a un ventanal. Siempre es bonito trabajar de espaldas a un ventanal, pero en los días que yo estuve, no debió entrar mucha luz, pues mi recuerdo, como digo, es de un sitio sombrío.
César, por su parte, tenía un cuarto mas grande que el que tiene ahora. Una vez estuve allí. Era un sitio siniestro. El techo era muy alto y todo estaba lleno de comics, papeles y libros de rol. Sobraba espacio, creo. Una de las paredes era territorio sagrado, decía César, porque era una pared que tenía en común con la iglesia de al lado. Había colgado posters y eso daba mal rollo.

La primera vez que subí a la casa nueva, estaba sin amueblar. Ayudé a David y su hermano a montar una pequeña librería, que automáticamente llenaron de comics, de libros y de mangas. Y el siguiente día que me pasé por allí, todo estaba tal como está ahora. Los sillones descosidos, la mesita del salón llena de mierda. Tantísima basura por el suelo... Y la gata caminando a sus anchas, casi como una rata de cloacas, olisqueando y mordiendo todas las bolsas de patatas y botellas y latas de refresco que allí se almacenan cada mes, entre limpieza y limpieza general. Alguna vez le comento a Hettar que no es higiénico, pero el siempre responde que aún no tiene pústulas en las manos, ni segrega sangre de Alien. Y que cuando eso pase, empezará a preocuparse por no tirar la basura al suelo o dejarla donde caiga.
Recuerdo que un día entré y vi a Cesar y Melisa agarrados. Y entonces deduje que debían estar saliendo o algo, y que un día se iban a casar y que uno de sus hijos llevaría mi nombre. Cesar y Melisa dicen que soy especial y eso hace que me sienta raro.
Dicen que a David le llaman "no-friki" porque va mas allá del frikismo, al igual que a los muertos vivientes se les llama "no-muertos" en la literatura fantástica. Cesar dice que a mi deberían llamarme "no-especial", porque doy un paso mas de tan especial que soy. Algo así deben decirles a los chicos con problemas, y cuando me dicen que soy especial me siento como un discapacitado. Pero normalmente no me siento especial y no creo que lo sea. Siempre he pensado que en el mundo, todos somos muy parecidos. Y aunque tengamos personalidades diferentes, fuerza de voluntad o vagancia, paz o guerra en nuestro interior, siempre nos necesitamos los unos a los otros. Hay gente que sabe eso, y gente que no lo sabe. Pero es la verdad y es algo que nos hace muy parecidos. Claro que luego tenemos nuestras diferencias. Se podría decir que somos parecidos y diferentes al mismo tiempo.
Solo me siento especial cuando estoy triste. Cuando estoy muy triste. Cuando me pasan cosas malas. Entonces suelo notar que no entiendo el mundo y eso es lo que hace que me sienta estúpido y especial.

El hecho de que me sienta especial en esos momentos, hace que me compadezca de la gente que quiere ser diferente. Eso esta de moda entre los jovenes, se hacen llamar frikis, indis, y hasta se harían llamar idiotas si eso les hiciera diferentes. Algunos adolescentes quieren ser diferentes al resto del mundo y eso hace que me den pena, porque no tienen ni idea de lo que es ser diferente. Pura ignorancia, tal vez. Menos mal que solo son temporadas. Todos hacemos idioteces de adolescentes.

Otro que suele andar por allí, por la casa, es David, claro. David está en paro pero hace sus cosillas, aunque en honor a la verdad, no le sienta muy bien estar en paro. Antes trabajaba en la granja escuela de Ilundain ayudando a chicos con problemas y pronto se oyo decir que era el mejor profesor que allí había estado nunca. Y yo me lo creo, claro. Y antes de eso, vendía palomitas en unos cines y pronto se le conoció por ser el chico que te decía "se bueno y se feliz" si le comprabas algo. David siempre se arregla mucho para salir por ahí. El sabado pasado llevaba colonia y gomina, creo. Camisa, ropa limpia. Lo que se dice elegante, vamos.

Y ya no tengo muchas cosas mas que decir. Hablo de la casa de Hettar porque es uno de los sitios donde me siento cómodo y supongo que eso es representativo de mi mismo. En el señor de los anillos, hay un sitio llamado Rivendel, gobernado por elfos. Cuando los personajes llegan allí también se sienten muy cómodos y siempre hay comida y bebida y sitio donde dormir. En casa de Hettar no hay nada de eso, pero aún así es un buen lugar. Cuando voy intento llevar patatas, cocacola y de más. De no ser así, les rapiño lo poco que tengan por ahí y me quedo tan ancho. Pero me da pena pensar que un día se irán todos de allí, y el piso se alquile tal vez a gente idiota, de esos que se juzgan los unos a los otros constantemente y no saben disfrutar de una pelicula mala, como alien vs predator dos.

Mi vida: presentación

Empiezan los examenes. Ese es el primer sentimiento que he tenido hoy. He tenido una idea. Singuiendo los consejos de mis amigos Hettar y Garci, voy a hablar de mi vida. Durante los proximas días, seguiré el primer proyecto a largo plazo de este blog. Mi vida será una colección de entradas que hablaran de eso, de mi vida. Pero no espereis que la describa de cabo a rabo, ni mucho menos que hable de mi como elemento principal, pues yo no soy el elemento principal de mi vida o al menos no me siento así. Hablaré de la gente que me rodea y de distintas experiencias. Al fin y al cabo, ¿Por qué no hablar de lo único que tengo? Es legítimo que yo hable de mi vida.
Como sabeis, estoy falto de ideas, así que esto es lo que haré hasta que retornen. Pero no será mi deber que el lector vea o aprenda alguna enseñanza o transfondo de lo que yo vaya a contar en Mi vida. No, eso será responsabilidad de cada uno. Yo hago esto como muestra de humildad al seguir un consejo que alguien me ha dado de forma sinciera, yo hago esto porque me gusta escribir y porque tal vez aprenda algo cuando haya terminado. Eso espero. Escribiré entre rato y rato del estudio. Mañana empiezo. 

La voz de los muertos

Cuando empecé este blog, la primera entrada que escribí fue sobre un libro. El juego de Ender, del que tomé mi pseudónimo con el que no pocas personas me conocen ya. Vamos, que mas que pseudónimo, ha pasado a ser un apodo. Lo cual es cuanto menos raro, pero de eso ya hablaremos otro día. Cuando lei ese libro por primera vez, me enteré de que había otras tres continuaciones. Era el primero de una tetralogía. A día de hoy me he leido ese libro muchas, muchas veces y yo creo que podría decirse que es mi libro preferido. Y eso es algo dificil de decir, porque de entre todos los libros que hay, es casi imposible quedarse con uno. Y a mi me pasa también con el cine y la música. Pero El juego de Ender, que le vamos a hacer, es mi libro preferido. Tal vez no el mejor libro que he leido, o tal vez si, pero sin duda el que mas disfruté. Los motivos... Bueno, no quiero aburriros con eso. Dejemoslo en que para mi es un muy buen libro, si acaso otro día explicaré porque.
Volviendo a las continuaciones de mi libro, yo sabía que existían, pero no las tenía. Sin mucho ímpetu las busqué un par de veces en las librerias, pero nada. No estaban. Así que me crucé de brazos y dejé de esforzarme en buscarlas. No se muy bien porque lo hice, porque dejé de buscar las continuaciones de El juego de Ender. Creo que hubo una confluencia de motivos. Por una parte, esperando que fueran unos libros tan buenos como el primero, pensé que llegarían a mi antes o después y de esa manera, la ilusión por su lectura duraría mucho. Por otra parte, y al ser El juego de Ender una historia autoconclusiba, no estaba seguro de querer leer esas continuaciones, para no llevarme una decepción mas que nada. Así que esperé.
Hoy Alba me ha regalado La voz de los muertos. La segunda parte de El juego de Ender. Ha llegado la hora de leer el segundo libro y no se como me siento, pero allá que voy. Deseadme suerte.

Poema a Antonio Machado

Poema a Antonio Machado



Con traje cogió el camino
el hombre que caminaba.
Yo no lo vi, pero he oido
que un día surco España.

Se alejó por las montañas
el hombre que caminaba
y aunque se torne lejana
aún hoy su paz serena y calma.

Aún hoy el eco
de sus cantos en castilla.
Aún hoy la saeta lo recuerda,
en su natal andalucía.

Cordial Antonio Machado
de tu mirada serena,
de tus manos paternales
nadie podrá desquitarme.

De ti yo, tanto aprendí;
a no vencer con lo aprendido.
A ser leal en la respuesta
y no hacer leña del caido.

Ya tu mirada serena
fue a contemplar otros árboles.
Ya tu gentil comprensión
por los errores del prógimo.


Paso a paso el caminante,
decisión tras decisión.
Tus poemas de otro tiempo,
hoy van en mi corazón.

Y así en la tarde me siente
siempre al pie de las veredas
a oir el rumor del viento
e impregnarme de tu paz.

Sócrates el gato

Dando vueltas y saltos, ha llegado Sócrates a mi casa. Sócrates el gato, no el filósofo. Siempre está de aqui para allá, correteando sin parar. Le gusta arañar y morder, pero es un buen chico. Nunca hace daño a sus amigos, y me lo demuestra con lametones cuando llego a casa. Es el terror de los zapatos, calcetines, zapatillas, ropa desatendida y de cualquiero cosa pequeña que se mueva. Casi nunca cesa de jugar, sólo cuando cae rendido sobre su camastro o sobre mis piernas si estoy estudiando o en el ordenador. Cuando hay algo que no entiende, se dedica a mirarlo fijamente. Él mira fijamente aquello desconocido y se esfuerza por entender su funcionamiento. Y válgame Dios que uno puede aprender de este animal. Ya muchos se quedaran mirando fijamente las cosas que no entienden, y así tal vez nos iría a todos un poco mejor.
Ayer se me hizo tarde y lo llevé a la cocina, que es donde se aloja. Apaqué la luz y él se quedó sentadito, mirando fijamente la ventana. Adiós chico, le dije.