Blogia
Paperback Writer

En verso

Septiembre

¡Otra vez con esto abandonado! Quiero seguir escribiendo, estoy esperando a que me den "permiso" para daros una gran noticia a los lectores de este blog. Este verano no he escrito nada, es así. Pero ahora llega septiembre, vuelvo a clase, retomo las sesiones con el grupo literario, y espero que todo eso me ayude a volver a darle duro a la escritura. En primavera me propuse escribir todas las semanas y lo cumplí (vale, más o menos). Voy a intentar hacer lo mismo este otoño. De momento os traigo un pequeño poema que escribí en Berlín, para ir abriendo camino. Este poema me gusta, la verdad, es infantil pero sincero al mismo tiempo y creo que me quedó decente aunque no lo hice con ningún propósito.


Ojalá los vendedores de tabaco

supieran bien donde encontrarme.

Ojalá fueran ellos los que me vendieran su tabaco

y no yo quien lo comprara.

 

Ojalá el lenguaje me diera ese privilegio

el de ser yo el objeto de los verbos, el complemento indirecto.

Así no tendría que pronunciarlos

siempre tan mal y tan poco atento.

Corazón valiente

Corazón valiente

Aquel eterno invierno

en el que al apurar el último trago de la última copa

me azuzaba el miedo

de saber que en unas horas

volverían a enfrentarse mis entrañas contra el hielo.

 

Aquel eterno infierno

que gestaba

la más absoluta derrota dentro del cráneo.

Yo soñaba con el triunfo de tus besos

que tu ignorante dabas a otro

mientras apuraba, desarmado,

de la última copa el último sorbo.

 

que premiabas lo auténtico y lo genuino,

me dejaste atrás,

perdido,

con la única opción de recorrer

mi bien sabido camino.

 

que soñabas con un amor ardiente

me abandonaste a mi viento

y a mi suerte,

obligándome a mezclarme

con la misma gente.

Aterrado y solo

con mi corazón valiente.

Como soy yo

Ultimamente estoy teniendo unos días muy poéticos, o mas bien, muy cargados de poesía. Ando releyendo viejos poemas, y algunas webs que me han recomendado hace poco. Pero mas que nada, ando enganchado a las canciones y los versos del inmortal Atahualpa Yupanqui.
Hoy ha sido uno de esos días de reflexionar un poquito, como díría mi amigo Hettar, de pararse, de echar una birra y mirar atrás. He escrito este poema, mediocre, pero es lo que hay. Bastante introspectivo, pero me apetecía mirarme un poco a mí mismo.

No pertenezco, quizás,
a ningún lugar.
Soy de esos
apátridas,
por llamarlo de alguna forma
que suene poco despectiva.
De esos con pies en el suelo
que se pasan media vida
mirando arriba.

En mi cuarto siempre suenan
canciones melancólicas,
turbias, profundas, agónicas.
Esas que dejan
resaca de vinagre a las mañanas
suave miel de noches desveladas.

No creo
en dioses que me azucen
con banalidades dulces.
A veces por una coplilla
lloro si estoy prendido
y practico devociones
en rincones escondidos.

Acostumbrado a andar solo
no preciso compañía,
mas mataría
algunas noches
por compartir mi cama.
Algunos días
huiría, querría
surcar montañas y cerros.
Será que siempre he tenido
algo de alma de viajero.

Una vez dijo un sabio - Poema

Una vez dijo un sabio - Poema

Una tontería que se me ocurrió el otro día, en honor a Eduard Punset.

Miedo, fear, peur, angst.

Una vez dijo un sabio
que la esencia de la felicidad
es vivir sin miedo.

Miedo, fear, peur, angst.

Yo no se
cúan sabio era ese sabio,
mi exnovia decía
que era un cantamañanas.

Miedo, fear, peur, angst.

Pero una vez dijo un sabio
que la esencia de la felicidad
es vivir sin miedo.

Miedo, fear, peur, angst.

A mi me resulta incómodo
cuando me oprime el pecho.

En el tren

El jueves fui a Madrid.

La ribera de Navarra,
los campos ya cosechados,
las bodagas guardan vino.
¡Casi como si notara,
ese olor así, divino!
Y paramos en Tafalla
durante un par de minutos,
y luego muy lentamente
y sin guardar una pena,
tranquila y muy suavemente,
vuelve a arrancar la centella.
Con su rugido sutil
surcamos de nuevo el campo.
Yo no quisiera dormir
en mi vagón de tercera
pero con el sol poniéndose
en campos de la ribera
me va envolviendo un sopor
y creo que voy dormido
al entrar en Aragón.
¡A saber que soñaré!
Cuantas veces yo soñara
en mi cama: ir en tren.
Y ahora que estoy en él,
¡A saber que soñaré!

Y cuando llegue a Madrid
tal vez alguien me despierte.
Ya es hora de salir,
ya llegamos, ya por fin.

Gato y hombre

Reconozco que debe ser duro leer mi poesía. Que le vamos a hacer.

Tu eres gato,
y no puedes entenderme,
mas estamos aquí solos
mirándonos el uno al otro.
Por las noches maullas blues
yo te escucho desde el cuarto
porque se que tu estas solo
con tu corazón de gato.

Si miras por la ventana,
yo me acerco y también miro,
porque yo a veces entiendo
tu corazón de gato.
Estas contento a ratos
cuando corres y saltas.
Y luego te sientes gato.
Yo a veces te entiendo un poco.

Yo en cambio soy un hombre,
y tu no puedes entenderme,
aunque a veces miro atento la ventana
y tu también miras,
y parece que comprendes
mi corazón de hombre.
A veces te recito poesía
y tu me miras con tus ojos
atentos de gatuno.
Y sin entender palabra
parece que conoces

mi corazón de hombre.

Pero amigo quien entienda
a los dos, ¿Eso existe?
Hombre y gato, gato y hombre,
hoy los dos estamos tristes.

Poema a Antonio Machado

Poema a Antonio Machado



Con traje cogió el camino
el hombre que caminaba.
Yo no lo vi, pero he oido
que un día surco España.

Se alejó por las montañas
el hombre que caminaba
y aunque se torne lejana
aún hoy su paz serena y calma.

Aún hoy el eco
de sus cantos en castilla.
Aún hoy la saeta lo recuerda,
en su natal andalucía.

Cordial Antonio Machado
de tu mirada serena,
de tus manos paternales
nadie podrá desquitarme.

De ti yo, tanto aprendí;
a no vencer con lo aprendido.
A ser leal en la respuesta
y no hacer leña del caido.

Ya tu mirada serena
fue a contemplar otros árboles.
Ya tu gentil comprensión
por los errores del prógimo.


Paso a paso el caminante,
decisión tras decisión.
Tus poemas de otro tiempo,
hoy van en mi corazón.

Y así en la tarde me siente
siempre al pie de las veredas
a oir el rumor del viento
e impregnarme de tu paz.

La estación

La estación

 

Pues nada, que esta mañana me he dado un paseo hasta la estación de trenes.

En la estación se mueve,
el gentío que en las noches,
aparece por mis sueños
si me libro del insomnio
que me causa tu mirada.
Gente que conoce mundo,
que saben de lo que hablan
que cuentan cuando no cuentan,
que pasan sin decir nada.
Gente con la que yo sueño.
Aquí sentado en la estación,
van mis penas curiosas,
a husmear en los trenes,
librando mi corazón,
solo por unos instantes.
Aquí sentado en la estación,
con los trenes que se van,
sueño yo que no soy yo
y que mi corazón viajara,
tal vez a otra ciudad,
compartiendo su vagón
con la gente de mis sueños
y olvidándose de ti.
Mas quiere Dios que yo este aquí,
aquí sentado en la estación,
librándome del letargo,
que causaron las pastillas,
las que anoche en paquetitos
comprimidas de sustancia,
me trajeron hasta el sueño,
a la gente de mis sueños,
que yo sueño si me duermo.
Aquí sentado en el andén,
mis ojos consternados ya contemplan,
a esos pequeños detalles,
de la vida, ¡Los del viaje!,
y el viajero que viene de Barcelona,
posa su mirada en mi,
y tal vez le enseñó su viaje
a contemplar a la gente,
a distinguir al viajero melancólico,
del asentado infeliz,
al que guarda una maleta
soñando con regresar,
del que no tiene lugar.
El que gusta de ingerir
pastillas para dormir,
que por no tener, no tiene el sueño,
de la gente de sus sueños,
la que viaja con el viento
y marcha por la estación.

 

¿Dónde me quedé ayer?

Dicen que cuando Fray Luis de León volvio a la universidad de Salamanca después de su estancia en la carcel, se plantó aunte sus alumnos y dijo algo así como "¿Dónde me quedé ayer?". Bueno, pues pensemos donde me quedé ayer, porque ayer salí de mi casa y hoy por fin he vuelto.

Yo para ir por la vida
siempre voy un poco triste,
con un traje en la mochila
que a veces mi alma se viste.

Yo para ir por la vida
voy contemplando el paisaje
y por pura cortesía
va el fracaso en mi equipaje.

Solo llevo
un cuerpo roto
y el llanto contenido.
Solo llevo
una sonrisa
por si me cruzo contigo.

Yo para ir por la vida
llevo en el alma al diäblo
que me muestra tus pupilas
y me hace seguir andando.

Yo para ir por la vida
en el paso llevo a Dios
que como única ayuda
va entonando una canción.

Queridos lectores, sí, he estado en el hospital los pasados 36 días y medio. Mi salud actual es optima. Nos leeremos pronto.

Algo sublime

Queridos lectores, hoy he leido algo sublime que espero sepais valorar. Comic Nº 248 de leie.

Elegía por la muerte de un gato callejero

Elegía por la muerte de un gato callejero

Cuando publiqué el poema de las avionetas no estaba seguro de que realmente fuera a gustar. Me bastó la opinión sincera de Iñigo para hacerlo. Por lo visto, nadie me mostró un desagrado estricto por el poema y ello me da una pequeña burbujita de confianza para transmitiros el siguiente. En concreto, estos versos llevan ya un tiempo en mi cuaderno. Los publico ahora porque estos días no estoy teniendo mucho tiempo para pensar en que escribir. Espero que os gusten y os hagan sentir alguna que otra sensación nueva. Los que lleveis algún tiempo leyendo la bitácora, tal vez ya conozcais la historia de este animal que rondaba por mi barrio.

 

Había un gato negro
que vivía en mi portal
por caridad de vecinos,
a base de leche y pan
y carisma de felino.
Él siempre vivió sereno,
entre coches y ciudad,
no entendía de venenos
ni de bombas a explotar,
ni de luchas, ni de sangre,
sólo de correr en paz.

Rehuía a las personas,
pues no era humano, sino gato,
las calles eran su zona,
y su vida y su paisaje.
Siempre fue animal salvaje;
no doméstico encerrado,
ni político abogado.

Una mañana como tantas,
en un día de calor,
yacía el gato tirado
tranquilo en el empedrado.
En la acera, paraba la gente,
a contemplar su pelaje reluciente,
como si no fuera gato,
como si fuera otro ente
de esos que pueblan el cielo
,
de esos que sirven de ejemplo,
de esos que viven su tiempo.

Adiós pequeña bestia,
a quien no veré ya mas.
Reúnete con el sol
que aquí queda tu recuerdo,
pues he sido tu testigo,
tu pupilo, buen amigo,
quien te ha visto relucir,
entre hormigón y asfalto,
quien te ha visto ser feliz.

¿Será que todos tenemos,
un poco de gato negro?
Pues huímos del hogar
anhelando libertad,
vivimos de leche y pan,
y en un día como tantos,
descansamos siempre en paz.

Avionetas

Avionetas

Yo tuviera una avioneta.
Azul.
Azul como el cielo.
Dejaría el suelo,
me uniría al viento,
atrás los lamentos.
Llegaría al horizonte,
por encima de los bosques,
y de los montes.
Sonreiría allá en lo alto,
gritaría: ¡Perdón!
Perdón si es que hoy te falto.
Lloraría. Reiría. Siempre de alegría.
Jugando a ser piloto,
y salirme de la vía.

Unos versos

"Uno no escribe cuando le apetece. Uno no piensa; voy a escribir un rato para entretenerme. Uno escribe cuando lo siente, da igual lo que ello interrumpa."


No te conozco.
Solo conozco,
tus ojos.
Nada se de ti,
solo tus ojos,
y tu sonrisa,
y tu voz...
Los ojos que una vez me vieron,
que me miraron,
la sonrisa que una vez me dedicaste,
la voz que una vez habló por mi.
Y te marchaste.
Y te maldigo.
Porque te has ido,
porque viniste una vez,
y vi tus ojos.
Porque viniste una vez,
y sonreiste.
Porque viniste una vez,
me intimidaste...
Porque todo lo que se de ti,
es la mirada valiente,
de tus ojos.