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Paperback Writer

Aventuras

El tipo de otro mundo

El otro día hablé con un tipo que no era humano. Lo supe en cuanto se encaró hacia mí y comenzó a hablarme. Tenía los ojos muy oscuros y vestía de negro. Me llamó a atención que pese a su avanzada edad, llevaba el pelo largo y la típica barba de un mes. No parecía insano, quiero decir, que no era el típico raro con el que te cruzas en un bar. No, tenía todos los dientes y su piel no presentaba marcas ni cicatrices. Su pelo no estaba sucio, al contrario, me llamo la atención su pulcritud. Me miró fijamente a los ojos, me clavó su mirada y comenzó a hablar. Y esa voz que utilizó, esa voz no es la voz de una persona. Nadie habla así, os juró que nadie habla así. Lentamente, pero sin detenerse. Con una voz suave, suave como el terciopelo. Sin entonar golpes ni acentuar demasiado cada sílaba. Todos los fonemas que pronunció, existieron en su justa medida, de la forma mas correcta en la que uno puede recitar una oración. Y yo atendí, de forma inevitable, a lo que me estaba diciendo. Atendí a cada vocal, a cada movimiento de sus labios. Si en ese momento el mayor de los peligros se hubiera cernido sobre mí, yo habría sido incapaz de irme de allí. Y no porque aquel tipo me atrajera, sino porque simplemente no hubiera podido, mis músculos no habrían respondido ¿Magia, tal vez? ¿Cómo la de los libros? Es una locura.
Y cuando terminó, se quedo serio y sin hablar. Y a mi me costó unos segundos reaccionar, hasta darme cuenta de que había acabado. Creo, creo que ese tipo no era una persona. Es una locura, pero no pudo ser una persona. Yo creo que era un hada. Un ser mágico. Que gilipollez. Es una locura.

 

Dani sale esta noche

Hola todos. Ayer Daniel Veiga salió de casa. Por la noche. Conmigo y con Mikel, de marcha. De juerga, vamos, pero cerveza no tomamos, solo calimochos, porque según un belga borracho que se llamaba Mario, somos unos mariquitas. Muy majos, pero unos mariquitas.
El Toki Leza es un bar del que no se si he hablado mucho por aquí. Es de mis bares preferidos, por la música mas que nada. Entiendo que decir algo así no resulte extraordinario para nadie que lo oiga. "Este bar es de mis preferidos, por la música". Vale, y el mío este otro. Hoy en día, para gusto musicales, colores. Pero a eso no voy, entendedme un poco, que ese bar me gusta mucho. Está en la calle Calderería, al inicio entrando desde la curva de la estafeta.

Pues eso, que ayer estuve en ese bar, donde escuchamos canciones de AC/DC, Dylan, Rod Stewart, Led Zeppelin, los Beatles, etc. Volvimos loco al camarero, porque pedimos la canción de "Any time at all" y el pobre no la encontraba. Tenía la discografía entera, pero el problema es que algunos albunes solo contenían las canciones correspondientes con el nombre de pista uno, pista dos, pista ene. Y como ninguno recordabamos en que albun estaba, ni mucho menos el numero de la pista, pues nada. En lugar de eso nos puso "Get Back" y yo recuerdo que le dije a Mikel, que si puediera ir al pasado, este sería mi orden de preferencia: Primero conocer a Sócrates, luego a Jesucristo y luego ir al concierto de la azotea. Ahora se me ocurre que también sería interesante para mí conocer a algún romántico, Espronceda o Becquer. A alguno del 98 y del 27, Machado y Salinas. Y Hernandez. Y tal vez Allan Poe, pero no se que tal me comunicaría con él y además el tío seguro que estaba grillado. Con Nietzsche ni me lo planteo, porque me daría miedo tenerlo delante. Temería por mi salud mental, mas que otra cosa. Y aquí volvemos con los filosofos, que si Ortega, que si Platón, que si Sartre.
Pues nada. Esta mañana, nada mas levantarme, he pensado: ¡A Hard Days Night, y estaba por la mitad! Y exacto, ahí está Any time at all. No suelo pedir música en los bares, pero como le dije al camarero, estábamos de celebración. No se que celebrábamos, pero algo celebrábamos. Por una parte, mi salud mental, que no se si ha venido para quedarse, o solo de visita. Por otra parte, la vida, o algo asi. O el estar vivos. Y la lluvia, que volviendo a casa me caló entero, pero que es realmente un fenómeno precioso.

Un día de sol

Hoy ha sido un día soleado. Cuando he salido de clase se lo he comentado a un compañero: ¿Has visto que no hay ni una sola nube en el cielo? Y él ha mirado hacia el cielo con una cara muy divertida, como si acabara de salir de una mazmorra tras años de cautiverio. Cuando hace mucho sol las cosas están nítidas, y esto es algo a lo que yo le doy mucha importancia. Porque yo soy miope, no se si lo he comentado nunca. Y la verdad es que nunca llego a ver las cosas con verdadera nitidez. Supongo que durante mi adolescencia mi miopía ha ido aumentando con el desarrollo corporal y siempre ha habido un desfase entre gafas/miopía real. No se si me explico. Creo que no. Bueno, la cuestión es que cuando hace mucho sol lo veo todo muy nítido. Los carteles lejanos, las tejas de los tejados, el césped, las hojas de los árboles, son cosas que advierto perfectamente y que distingo. Pero nunca de una forma tan nítida como en los días soleados. Cuando hace sol, el cielo está muy azul. Eso también me gusta. Creo que no he visto nunca nada tan azul.
Pero los días soleados tienen algo que me molesta mucho, y es toda esa luz rebotando por todas partes, charcos, coches, pasos de cebra. Toda esa luz va por ahí rebotando y se te mete dentro del alma. Se inmiscuye donde no le llaman. Te acosa y te hace entornar los ojos. Los días con mucho sol tengo la sensación de que todo el mundo me ve con nitidez, que advierten todos los rasgos de mi cara y que mi intimidad queda al descubierto.  No me gusta esa sensación.  Es molesto.
Siguiendo con el trepidante relato de mi vida, he salido de clase y he llegado a casa pensando en estas y otras gilipolleces, y allí estaba mi abuelo, que se quedaba a comer. En la comida, mi madre ha hecho algo que le gusta mucho hacer cuando mi abuelo se queda a comer, esto es, relatar miserias. Ha empezado a relatar todas las miserias de su vida y de las nuestras, nos ha revolcado a todos en mierda, por así decirlo. Finalmente, ha llegado a lo mal que está la economía, que debía ser lo mas "grave" de su patético discurso. La luz entraba de lleno por la ventana, y yo otra vez con la sensación de acoso lumínico. Y como decía, cuando mi madre ha empezado con lo de la economía, mi abuelo ha soltado una carcajada. Sí, ha empezado a reírse, durante seis o siete segundos. Os juro que el tiempo se ha parado. Y yo he vislumbrado los rasgos del rostro de mi abuelo. Lo he visto con muchísima nitidez, mientras él se reía despreocupadamente, con toda aquella luz del exterior impactándole de lleno.
He recordado entonces la conversación que tuve hace un par de semanas con un amigo al que hacía mucho tiempo que no veía. Ender, has perdido maneras. ¿Dónde esta todo el humor que derrochabas? Falta algo. No, hombre, no digas eso. Será que me has pillado en un día de bajón, le dije. Me miró con escepticismo y me dijo que me riera de la vida. En realidad, el tema de la risa es un tema bien estudiado por mi. Creo que la risa a veces simboliza a toda la... Eternidad. Casi a lo divino. Hay algunas risas a las que no se les puede poner pegas, algo así como la música. Cuando nos reímos desenfadadamente de algo, podemos estar seguros de que ese algo es estúpido y admirable al mismo tiempo. Sencillo y absurdo. Maravilloso.
En fin. Allí estaba mi abuelo, riéndose. Mi madre con la boca abierta, de la sorpresa supongo. Como he dicho antes, he recordado la conversación que os he relatado. Como un flas. Y allí estaba yo, admirando a mi abuelo, y he sentido como si... Como si una ola del mar llegara hasta a mí y me invitara a elevarme. Toda la luz que entraba por la ventana estaba empujándome a saltar. Y entonces me he reído. Mi risa no ha sido como la de mi abuelo, supongo que el tiene años de experiencia en esto de reírse. Mi risa ha sido más floja, menos potente, mas corta. Aun así, ha sido una gran carcajada. Y los dos hemos estado riéndonos unos segundos. No os penséis que ha sido mucho tiempo, pero sin duda alguna, han sido unos segundos muy especiales.

Después de comer, otra vez a clase. He salido de casa y he mirado al cielo como si llevara años en una mazmorra. Y ahí estaba el acoso lumínico, toda esa luz, acosándome. Rebotando por todos los sitios, en los coches, en los charcos, pasos de cebra... Se me ha metido por las orejas, por los ojos, por los agujeros de la nariz. Mi abuelo hoy se ha reído del discurso de miserias de mi madre. No ha sido una experiencia de las que te cambian la vida. Incluso se ha alejado un poco de la realidad. La luz del día ha seguido siendo molesta, pero ahora al menos se que se puede conseguir. Que es posible reírse como hoy mi abuelo se ha reído. Que la luz puede mostrar mi cara con nitidez sin que tenga importancia. Pero hoy por hoy, así están las cosas. Disfrutaré del azul del cielo, que no es para menos.

 

Las manos heladas

Las manos heladas

Esta entrada está dedicada a mi amigo Morgan.

Un día en el hospital, puse las manos bajo el chorro de agua helada. Entré en el baño, puse el grifo a la mínima temperatura, y metí las manos debajo. Al principio no supe lo que estaba haciendo. Creo que actué por instinto. Luego me di cuenta de lo bien que me estaba sentando aquel frío tan intenso. Necesitaba tener alguna sensación. Así que estuve con las manos simplemente bajo el grifo. A los cinco minutos, me fui a dormir, con las manos heladas. ¡Qué importante es la sensación! Y lo dice alguien que ha estado casi privado de ella durante mas de un mes. Dicen que en la vida hay capacidades que nunca pueden arrebatarnos. Yo no se cuales deben ser todas esas capacidades, pero esta claro que una de ellas, es la capacidad de sentir. A veces, cuando la vida se para, cuando nada marcha, hay que detenerse, darse la vuelta, mirar al destino y buscar la sensación. Yo no soy hedonista, pero ésto es algo que valoro mucho. Es una de las cosas que aprendí a valorar en el hospital. Creo que por la capacidad de sentir, merece la pena estar vivo.

Y ahora, una de mis canciones preferidas de los Beatles. Disfrutadla.

 

Otro recuerdo

Hoy os escribo sobre otro recuerdo del pasado, tan antiguo como el de aquella vez.

Un avión despegó. Por primera vez en mi vida, un avión despegó. Lo recuerdo tras los cristales del aeropuerto, en una fría noche otoñal. Tenía lucecillas en distintos puntos del fuselaje, de distintos colores. Recuerdo los colores. Rojo, azul, amarillo. Una prima a la que prácticamente no veo desde entonces se fue. A Madrid creo, ese sitio tan lejano del que mas tarde sabría que allí Joaquin Sabina pasaba las noches encontrando jeringuillas y vomitonas en los lavabos. También recuerdo el ruido. Ese fuerte ruido de las turbinas. Y la gente. Todos con el olor del frío en las ropas, todos mirando tras el cristal al único avión que cabía en la pista de Noáin. Di adiós hijo, debieron pedirme mis padres. Eso no lo recuerdo, pero me lo imagino. Eso de allí es un avión, hijo.
Aquella mole de metal y luz fue cogiendo velocidad y dejó el suelo. Recuerdo el despegue. Lo recuerdo tan nítido... Me pareció que dejó el suelo con mucha sencillez, como si no pesara nada, como un trozo de papel. Y así, las luces se perdieron en la noche. Las recuerdo alejándose tras la cristalera. Cada vez mas lejos, sobrevolando Pamplona, hasta que tuvieron el tamaño de las estrellas. La gente dejó de prestar atención, pero recuerdo que yo me quede allí, mirando. Incluso unos segundos despues de que las luces dejaran de distinguirse, yo me quede mirando el punto celeste en el que habían desaparecido, consciente de que el avión estaba allí. Mi prima se ha perdido en la noche, debí pensar. Dentro de unas horas estará en ese sitio, Madrid.

Pensamiento inconsciente

Aquí estoy. Es tarde, muy tarde, y hace mucho calor. Creo que no tengo nada que contar. El miércoles partiré hacia el pequeño pueblecito de mi madre, donde mi abuelo se aloja durante el verano. Intentaré leer, dar paseos, tal vez conocer a alguien nuevo... Todas esas cosas que ya apenas puedo hacer en la ciudad, porque la mayoría de las veces no me resultan innovadoras. El retiro en el pueblo es algo que ya practiqué el año pasado, un poco antes de estas fechas. Me fue bien... En fin, que como no tengo nada que contar e irónicamente me apetece contar algo, voy a seleccionar una fracción de tiempo de mi día (una medianamente extraña) y os voy a relatar lo que en ella ha ocurrido.

A última hora de la tarde caminaba yo hacia el videoclub en el que estoy abonado, con el fin de devolver una película. Hacía mucho calor y en honor a la verdad, no me encontraba muy bien. Estaba pensando en una canción de Sabina, aquella de "Mas de cien mentiras". Hay un momento de la canción, que ahora no se si es el estribillo o no, en el cual el cantante menciona que hay "mas de cien motivos para no cortarse de un tajo las venas
". Cuando mi mente ha llegado al momento del tajo en las venas, no he podido evitar imaginarme cortándome las venas. Vale, que nadie eche el grito al cielo, no guardo ningún deseo de hacer algo así, ni siento nigún afecto hacia la idea del suicidio, ni tengo tendencía suicida alguna. Pero es que no he podido evitar el recrear esa imagen en mi cabeza, solo durante un segundo ¡No se porque ha ocurrido! Además, el hecho de que el cantante use la palabra tajo, ha hecho que la escena de mi cabeza haya sido mas macabra todavía. Digamos que el pensamiento me ha jugado una mala pasada, seguro que a mas de uno le ha pasado algo así alguna vez. He visto una nabaja sucia y oxidada, desgarrando el envés de una muñeca. Que macabro.
En el fondo tiene cierta gracia. Allí estaba yo tan feliz de la vida, sin ningún problema en concreto, caminando por la calle pacíficamente, cuando de pronto he empezado a pensar en sangre y en suicidios. Y esto no habría significado nada de no ser porque estaba acaloradísimo y agobiado. La imagen, la espontánea imagen de mi mente, se me ha antojado empalagosa, asquerosa, turbia y muy desagradable. Cuando he llegado a mi destino, el aire acondicionado del lugar me ha despejado un poco. Hay que ver, no podía haber hecho el viaje pensando en un vaso de Cocacola con hielos, no.

La noche mágica

La noche mágica

Sería mayo, tal vez primeros de junio. Mi padre y yo mirabamos la tele. Justo habíamos acabado de comer, que creo yo que ésta debe ser la mejor hora para ver televisión, porque uno esta medio dormido, quietecito y sin hablar. Toda la programación entra mejor en la mente, casi de tirón. Allí estabamos mi padre y yo, absortos mirando la pantalla, cuando apareció BB King. Esto es lo que ocurrió a continuación.

-BB King.
-Sí.
-Yo lo conocí.
-¿Cómo?
-Digo que yo lo conocí.
-¿Cómo que tú lo conociste?
-Hace mucho tiempo.
-Papá, ¿Quieres quedarte conmigo?
-No hijo, te digo la verdad. Ocurrió hace muchos años.
-¿Cuando esperabas contarmelo?
-No se, no se me había ocurrido contartelo antes.
-Mira, no se si te creo.
-Vino a Pamplona. Creo que dio un concierto o algo así. Yo me lo encontré de madrugada, no muy tarde. Preguntó por un buen garito donde tomar algo. Lo conducí hasta el Boulevard Jazz. Estuvimos toda la noche tomando cañas, le gusto mucho el sitio.
-Ya, ¿Y como se supone que era?
-Era un hombre muy amable y simpático. De Mississippi. Era un hombre de Mississippi, le gustaba decirlo. Decía "Carlos, yo soy un hombre de Mississippi, de Mississippi, Carlos". Lo repitió muchas veces, aunque apenas sabía castellano. Yo me entendía con él un poco en francés y un poco en inglés.
-Tu no sabes inglés.
-Pero me defendía. Me contó que no le gustaba mucho beber. Siempre tomaba un vaso de whiskey. Uno solo en toda la noche, y algo aguado además. Bebía despacio, casi a sorbitos, decía. Le gustó Pamplona, le gustó mucho.
-Menuda trola.
-¿No te lo crees? Pregúntaselo a tu madre, si quieres. Fue posiblemente la mejor noche de mi vida. La noche mágica, decíamos entre los amigos.
Me dijo que volvería. "No te preocupes, que volveré". Nunca volvió.

Durante los días siguientes, mi padre estuvo soltando pedacitos de recuerdos de su noche mágica. Se quedaba callado un rato, en la mesa o frente al televisor y entonces soltaba: "¿Te dije que BB King cogió la guitarra en tal bar y se puso a tocar?", "¿Te conté la broma que le gastamos BB King y yo a tal camarero?". Creo que algún día le pediré que vuelva a contarme su disparatada historia.

El extraño

Extraño: (Del lat. extranĕus).
1. adj. De nación, familia o profesión distinta de la que se nombra o sobrentiende, en contraposición a propio. U. t. c. s.
2. adj. Raro, singular.
3. adj. extravagante. Extraño humor, genio Extraña manía
4. adj. Dicho de una persona o de una cosa: Que es ajena a la naturaleza o condición de otra de la cual forma parte. U. t. c. s. Pedro es un extraño en su familia
5. adj. Que no tiene parte en algo. Juan permaneció extraño A aquellas maquinaciones
6. m. Movimiento súbito, inesperado y sorprendente.

Estaba yo caminando por la calle, por la vuelta del castillo para ser concretos, cuando alguien me piso el talón. Perdone, dijo la voz grave de lo que pensé, sería un señor. Realmente, lo único que podía llegar a saber de aquel extraño que me había pisado el talón, dado que lo había hecho desde fuera de mi campo de visión, era que tenía al menos un pie y voz grave. Grave como la de un señor, es decir, un hombre adulto. Pero no tenía porque serlo estrictamente, pues bien podría haber sido un niño con voz de hombre, una mujer con voz de hombre, o una máquina con un pie al menos y voz de hombre. El extraño tenía prisa y me adelantó, y vaya que si era extraño aquel extraño. Concluí que su sexo debía ser masculino, pues tenía complexión de hombre, voz de hombre, cara de hombre y ropa de hombre. Su perfume no lo olí, pero suponiendo que éste estaba regido por la misma extraña pauta que regía al resto de la extraña apariencia del extraño, debía ser un perfume sin duda extraño. Y de haber olido aquel perfume que según mi deducción debía ser extraño, no me habría extrañado su extrañeza por corresponderse con el nivel de extrañez del resto del extraño.
Llevaba unos vaqueros azules mal sujetados a la cintura, que colgaban más por un lado que por otro, lo que provocaba que se pisara el final del pantalón con el pie derecho a cada paso. Su cazadora de cuero marrón que portaba abierta, también colgaba más por un lado que por otro, y así, en términos generales, diré que su ropa me dio una increíble sensación de desorden. Para hacerse una idea de como era su cabeza, lo mejor será decir que estaba cubierta de pelo, no en su totalidad, pero si en la mayor parte. Llevaba una barba de longitud media, blanca, al igual que sus melenas. En su coronilla, había una calva perfectamente circular. El hombre, si es que realmente lo era, poseía un cuerpo de altura media. Y no me cuestiono la corrección de la palabra hombre por el hecho de que aquel tipo pudiera ser una mujer, si no porque tal era su rareza, que ahora me pregunto si realmente era humano. Y si bien no ha sugerido la descripción anterior de su aspecto suficiente rareza como para que yo me cuestione la naturaleza de este ser, pasaré entonces a mencionar la cinemática de la que hacía uso para desplazarse, por ver si así convezco un poco.
Un paso, otro, un paso, otro. Caminaba describiendo un ángulo agudo entre el suelo y su cuerpo, dícese; que estaba inclinado hacia delante, y lo hacía a una tremenda velocidad. Sus pasos se efectuaban a un ritmo constante, pero la posición del suelo que pisaban sus pies no seguía de ninguna normalidad. Habría sido imposible intentar determinar donde caería cualquiera de sus dos pies en cada uno de sus pasos.
Un paso, otro, un paso, otro. Sus pelos volaban alrededor de su cabeza. Su ropa colgante se elevaba, descendía y se agitaba con fervor. Sus brazos... ¡Pendían de sus hombros como farolillos en plena tempestad! ¡Un paso, otro, un paso, otro! Aquel extraño ser de desconocida naturaleza, poseía un ritmo, una energía y un dinamismo increíble. Pudiera ser que aquella vitalidad estuviera provocada por alguna enfermedad, o por alguna anomalía genética y aun así sería maravillosa de presenciar. Y yo intenté seguirle, intenté imitarle. Seguí tras él caminando a su misma velocidad, mientras en mi aparato musical sonó una canción de los Beatles. Y juro que habría deseado poder moverme exactamente igual que él, pero no lo hice, por miedo a ser descubierto y entendido como burla. ¿Sería éste el extraño del que hablaba John Lennon en una conocida canción?

Vacaciones

Vacaciones

Informo. Tres días en Errentería, y otros tres dando vueltas por Teruel. Creo que es la primera vez que desconecto de una manera tan salvaje. Me siento mas relajado que uno que yo me se con su tratamiento a base de analgésicos no leves... Dejo foto. Lugar: Calatayud. Una población por la que están pasando las tijeras. Por no hablar de las fachadas inclinadas...
Y aprovecho para felicitar a los chicos de Manga Civican, por esto. Me sentí muy alagado, realmente no tenías porqué publicarme y lo valoro un montón. Suerte con el fanzine, y como dicen en un programa de la tele que me gusta mucho; ¡A por el cien!

La casa que se ve desde mis montes

La casa que se ve desde mis montes

Pues nada, que llegamos a los montes. Y no contentos con eso, todavía anduvimos algo mas por la zona. ¡Mirad lo que había al otro lado! Que sorpresas da la vida. Me plantearé hacer una entrada relatando la excursión, como ya se hizo aquí.

Sonrisas

Alarma cursilada...

-¿Puede alegrarte la sonrisa de un desconocido?

No, me hubiera gustado contestar ¿Por qué iba a animarme la sonrisa de un desconocido? Fíjate en lo que ello implicaría ¡Sería capaz de hacer algo a cambio! Podría incluso realizar un pequeño trabajo a cambio de una sonrisa. Que estupided... No tiene ningún sentido...
Minutos antes, había sido el último en salir del bar. Había visto la baraja de cartas con la que habíamos estado jugando, y me había preguntado; ¿Qué me cuesta? Nada. La recogí y la llevé a la barra. Y me gané una sonrisa... Fueron cuatro o tal vez cinco segundos de sonrisa. Amplia, sincera, feliz, y solo para mí. La camarera la llevó a su sitio, sonriendome.


-Creo que si -dije preocupado.

Beatus ille - 2

19/7/2008

Cuando llegué esta mañana, lo primero que sentí fue sueño. Apenas había dormido dos horas, y no por falta de tiempo. Supongo que los Sanfermines han trastocado mi horario de sueño... Pero bueno, ese es otro tema.
Aquí, en el pueblo, no hay mucho que hacer. Me he traido un viejo portatil que, a ratos, me salva del aburrimiento, pero por lo demás... Lo que mas he hecho hoy supongo que ha sido pensar y leer. Bueno, también comer. Mi abuelo me está cebando. Por lo visto, para mí, las comidas tienen tres platos y dos postres. Y por la tarde, se merienda dos veces. No me quejo, es una ocupación mas.

21/7/2008

Ya llevo tres días aquí, recluido. Creo que empiezo a acostumbrarme al no hacer nada. O al menos, no fisicamente, ya que pensar es una de mis actividades principales. Y no es que me lo busque, intento entretenerme, pero la verdad, es que es dificil.
Una de las cosas buenas del pueblo es el asunto del ruido. No se oyen coches, ni gente gritando, ni bocinas, ni niñas haciendo botellón y cantando a las dos de la mañana. El único sonido del exterior es el cantar de los pájaros. Es pacífico, bello y reconfortante. Tal vez ese sonido haga que merezca la pena que yo este aquí.

30/7/2008

Es curioso esto de las decisiones; "¿Quieres volver a Pamplona o quedarte en el pueblo?". Cuando lo decidí, no supe de donde salia mi respuesta. "Me quedo". Ahora lo se, porque lo he pensado. Mi subconsciente (un tipo muy social) tomó la decisión porque sabía lo que necesitaba. Un poco de calma, de pensamiento, de paz, de campo... Un poco de pájaros.

2/8/2008

La medianoche ha pasado, y un viento frío y refrescante recorre la nocturnidad del pueblo. Me gusta. Me asomo a la ventana tanto como puedo, para que el aire roce mi pecho y pueda sentirlo.
Es alentador
.
Debajo de mi ventana, pasa, en una cuesta pronunciada, una de las calles principales. En el cemento del suelo, se dibujan unos surcos horizontales y paralelos, que en su día frenarían a los carros, evitando alguna que otra catastrofe. Si miro a la izquierda, la cuesta se hace tan empinada, que me cuesta creer que se llegara a usar en su tiempo. Mas allá, la carretera, y mas todavía... El campo. Un mar de oscuridad, negro, con debiles siluetas de chopos y matojos, y en medio de la nada, las luces del pueblo de al lado. Doradas y apelmazadas, como estrellas en una galaxia lejana.
Y el sonido... Los matorrales y las hierbas de la antigua era, situada frente a mi, al otro lado de la calle, chocan unas con otras, al igual que las hojas de los arboles del jardín amurallado de la casa de al lado.
De pequeño, me gustaba subirme al muro para observar el cuidado jardín, e intentar -ya de paso- agarrar algún higo de alguna de las higueras mas próximas. Las mismas higueras que ahora, aunque no pueda distinguirlas con claridad entre la noche, producen ese sonido tan pacífico, ayudadas por el viento.

Y de vez en cuando, cuando éste se levanta de repente, se produce un silvido grave y largo, que poco a poco, se pierde entre las estrechas calles, para que vuelvan a sonar las higueras del jardin.

Beatus ille - 1

Beatus ille - 1

-Hijo, el sábado tu padre y yo nos vamos a pasar unos días a Galicia. Como supongo que no querrás venir y tu hermana tampoco estará, hemos pensado que te quedes en el pueblo, con tu abuelo.
-Puedo quedarme aquí.
-Te quedarías aquí si fueran tres días, pero siete días es mucho tiempo para quedarte solo en casa.
-¿¡Siete días!?
-Sí, pero puedes venir con nosotro si quieres.
-No, dejalo, iré al pueblo...
-Puedes ayudar al abuelo en la huerta, hacer alguna excursion, llevarte el portatil, leer...
-¿No tengo alternativa no?
-Me temo que no, hijo.

-Continuará-

Otra historia de autobús

Una joven pareja corría de la mano, sonreían felices, mirandose el uno al otro. Yo les observaba desde el autobus, sin poder evitar sonreir también. Unos treinta años, deduje. En realidad no es que me importaba, pero estaba aburrido, se podría decir que lo hice incoscientemente. El autobus estaba parado, en la parada y creo recordar que el conductor limpiaba sus gafas o ordenaba los cambios o algo asi. La pareja llegó hasta el autobus e hizo señas al conductor desde la puerta para que éste la abriera. Eran sudamericanos. Supongo que el conductor no se dio cuenta de que estaban ahi, o al menos eso quise creer. La mujer, tras unos segundos de gestos y señas con la mano, golpeo dos veces la puerta, como quien llama a una casa. "Toc, toc". Debo señalizar que lo hizo suavemente, esto lo recuerdo perfectamente, fueron dos golpecitos de nada, suaves y tenues. El conductor, al fin, abrió la puerta y frunciendo el ceño dijo con aire de sabiondo:
-Por favor, no vuelvan a golpear la puerta de ese modo, por un momento he pensado que se rompía el cristal.
El hombre miro a su chica confuso y la gente del autobus empezó a mirar la escena.
-Pero señor, si han sido dos golpecitos de nada, para que nos viera...
-Si vuelven a hacer algo parecido tendran que bajar del autobus.
El chico no dijo nada mas, saco su tarjeta y la paso dos veces por la maquina. Luego se giraron hacia mi, yo les miraba perplejo a ellos y al conductor. Nuestras miradas se cruzaron, la chica me miró, sorprendida por mi cara de extrañeza y mi atención y, yo no pude evitar bajar la mirada, triste y humillado.

Los albores del dolor

Los albores del dolor

Hoy me apetece decir tacos, que ultimamente parece que uno es más maduro y gracioso por decir palabrotas. Bueno, que narices, que me ha dado por soltar tacos y ya esta.

Estaba yo tan tranquilo hoy en clase cuando de repente... ¡Zas! Un dolor de cabeza ha empezado a sacudirme cual hostiazo en toda la cara. Y todos los sonidos han empezado a retumbar en mis oidos, como con un cierto eco, y he notado como la realidad se distorsionaba a mi alrededor. Estaba teniendo una migraña considerable. Vamos, lo que bulgarmente se denomina, una migraña de cojones. Así que nada, he tenido que seguir todos los trámites para salir del instituto y me he ido a casa. Y allí, en casa, me he tomado unas cuantas drogas que mi mamá me ha dado (uy que mal suena eso). Vease paracetamol, y algunos descongestionadores nasales. Pero nada, mi cabeza seguía queriendo explotar por dentro. Mis padres, al igual que yo, lo han dejado pasar. Parecia un simple sintoma de catarro, aunque yo creía que me dolía demasiado para eso, pero no he dicho nada. La cosa se ha complicado cuando mi padre ha entrado en mi habitación y me ha pillado tumbado bocabajo sobre la cama, con la cabeza bajo la almohada y las manos apretando la misma. En ese momento ha debido pensar que, o su hijo se había vuelto mas majara todavía, o realmente le dolía la cabeza.
Mis padres me han sacado de casa, y yo me he arrastrado como alma en pena hasta el coche. “A urgencias y ni una palabra” (normalmente no me gusta ir al medico, te tienen esperando horas, los medicos a menudo son bordes, etc, etc). Tras una larga y tediosa espera, el medico rapidamente me ha diagnosticado una *sinusitis*, es decir, mocos en la cabidad nasal. A mi me ha dado muy mal rollo y me he imaginado una nube mucosa apretandome el cerebro. La imagen que se ha hecho en mi cabeza cuadraba bastante con el dolor que sentía. Como ya digo, al médico no le ha sido difícil diagnosticarlo, me ha empezado a apretar el cráneo y a darme fuertes golpecitos en la frente con las yemas de los dedos. Luego me preguntaba que si dolía, el jodido. De veras que cada golpecito era como una campanada en mi cabeza.
Directo a rayos. Me gusta la seccion de rayos. Nada mas entrar, tienes que pasar una puerta con una X verde y enorme. Luego te sientas a esperar a que te llamen en una sala rodeada de puertas con numeros y simbolitos de radiacción. "Andrés Amat puerta siete". Vale, aqui es donde he alucinado. Cruzo la puerta siete y... ¡Tachán! ¡Tras la puerta siete hay un vater! Sisí, un vater, un cagadero, un retrete, como querais. Y en frente otra puerta con un cartel llamativo "Tiren de la cadena". Realmente he empezado a pensar que estaba en el mundo de la incoherencia y la fantasía-toilet, un mundo al que mi dolor me había transportado, un mundo higiénico donde puedes encontrar vateres en cualquier sitio. Quien sabe, en un bagón del metro, entre los estantes de una biblioteca, en una cabina telefónica... En cualquier sitio. Y me he quedado ahí quieto, mirando el vater con miedo, hasta que se ha abierto la puerta de enfrente y una chica me ha dicho que pasara. Me han hecho pegar la cara a una pared de plastico y esto si que ha sido la leche. "Estate muy quieto" me dice la enfermera, y la pared en la que tenia apollada la cara ha empezado a vibrar como loca y yo ahí, intentando no vibrar con la pared, lo cual ha sido dificil porque practicamente tenía que chuparla. Entonces los rayos han empezado a atravesar mi cabeza, aunque yo no los he sentido, claro. La verdad es que no estaba en condiciones de sentir nada, el dolor me bloqueaba el pensamiento y los sentidos.
El resto ha sucedido bastante rapido. El medico, tras confirmar el diagnostico con la radiografia, que por cierto, me he llevado a casa, me ha recetado unos antibioticos muy molones, de color rosa. La imagen no es mi nariz, aunque mi radiografia se parece bastante. Creo que la colgaré de la pared del cuarto, para que todo el mundo admire mi tabique nasal. Bueno, eso, que ahora ya sabemos porque soy así, tengo mocos en el cerebro. Cuando desaparezcan, tal vez me vuelva superinteligente… O agilipollado, quien sabe.

Una tarde con Cop

Una tarde con Cop

Ya casi han pasado siete meses. Siete meses desde que una tarde de primavera, esperé a Cop frente al FNAC del centro de Barcelona. Llegaba tarde. No recuerdo la hora exacta, pero recuerdo que Cop se retrasaba veinte minutos, más o menos.
Le había asegurado que mi apariencia no le supondría ninguna dificultad a la hora de identificarme, a pesar de que ya había visto fotos mías y yo algunas suyas. Él por su parte, llevaría un gorra verde. Perfecto, Cop y yo ibamos a conocernos hacia las seis de la tarde, frente al FNAC.
Y de pronto, una mano me golpeo cariñosamente el hombro desde atrás. Yo estaba embobado mirando unas postales, por eso me asusté un poco, pero cuando reaccioné, me giré entusiasmado.
-¡Cop!
-¡Ender!
Cop me volvió a golpear el hombro y como si nos conocieramos desde siempre, comenzamos a charlar. En seguida me sorprendió su acento, pues éste no era el típico catalán, sino que era algo más peculiar. En un primer momento, lo definí como una mezcla de catalán y andaluz y mas tarde, Cop confirmó mi conjetura al hablarme de su procedencia andaluza.
Entramos al FNAC y con precisión, Cop me condujo a la sección donde estaban sus películas favoritas. También vimos discos, libros y algún comic de pasada, y de camino a la salida, Cop me habló de cómo una vez fracasó al intentar piratear una Play 2 y convenció a los dueños de que la Play había venido mal de fábrica.
Después, tomamos una paralela a las ramblas y yo le conté que había estado tomando un café en el hard-rock cafe y él mencionó que jamás había entrado ahí. A los pocos minutos llegamos a la catedral, donde Cop me explicó que la Sagrada familia no era la catedral de Barcelona, sino que la verdadera catedral era la que teniamos delante, apretujada entre edificios y con la fachada frontal repleta de andamios. Luego pasamos por una tienda de artículos frikis (comics, mangas, animes, figuritas, revistas, etc, etc), un salón de máquinas recreativas y la fachada del museo de cera, donde vi a un C3PO en lo alto de un edificio. Cuando me quise dar cuenta, era la hora de irme, y Cop me acompañaba en dirección al autobús.
Miré el mar con nostalgia, y como si Cop me hubiera leido el pensamiento, dijo:
-Ven, vamos hasta el final de esa pasarela del puerto y volvemos.
Y los dos fuimos a la pasarela en cuestión, y mientras estábamos sobre el mar hablamos de Yul, y después Cop me señaló el Tibidabo y me explicó como dentro de poco, con la llegada del verano, comenzarían las proyecciones nocturnas de películas al aire libre sobre una pared del castillo, en lo alto del monte, y chicos de mi edad y de la suya, se amontonarían en torno a éstas mientras harían botellón. Yo me enamoré de la idea, y con los ojos brillantes de entusiasmo, miré por última vez Barcelona.
Finalmente, Cop me estrechó la mano y yo subí al autobús, satisfecho por haber aprovechado tan bien mi tarde en la ciudad y apenado por no saber cuando volvería a ver a mi amigo.

Y todo esto me ha venido hoy a la cabeza, mientras venía hacia casa. Y he recordado también las veces que he deseado haber nacido en Barcelona o en Madrid, en una ciudad repleta de gente y cosas que hacer. Tenía prisa y he acortado el viaje por la vuelta del castillo. Bueno, en realidad, siempre lo hago, a pesar de lo que dice mi madre, a la que le asusta la falta de luz en el parque y más a estas horas. A mí, sin embargo, cuanto menos, me entusiasma la ausencia de farolas y la oscuridad del sitio.
Y así, hoy me he enamorado de otra imagen, pues la luna brillaba intensamente en el cielo, y los árboles y la hierba de la vuelta del castillo reflejaban un brillo blanco e intenso y todo tenía un aspecto más esotérico, mas fantasmal y pacífico. Y tan solo a unos pocos metros, se veía el suave pero constante tráfico de Pamplona, cuyo sonido me ha recordado por un segundo, al ruido del mar en una mañana libre de vientos.
Cuán duro he sido con Pamplona estos días, quejándome de la ausencia de eventos frikis y demás, y sin embargo, cuán diferente sería yo de haber nacido en una ciudad multitudinaria. Y es que al final, son las ciudades las que hacen a las personas y amar a la ciudad natal, no es más que un claro síntoma de amar la vida. Por eso aconsejo a todo el mundo que aprecien los lugares donde han nacido o donde se han criado, de la misma manera que una tarde primaveral, aprecié la encandiladora belleza de Barcelona mientras la observaba desde el puerto.

"Los locos son los cuerdos de la sociedad"

"Los locos son los cuerdos de la sociedad" Hay días que pienso que la pequeña Pamplona se vuelve loca. Hay días que simplemente tengo esa sensación. Normalmente es por el instituto y el estrés que conlleva. Cuando los profesores hacen cosas incoherentes, tengo prisa por ir a varios sitios a la vez, llueve y tengo que correr para no mojarme o un coche me pita en un paso de cebra pienso que todo es una locura. Hay días que solo tengo esa sensación, hoy no ha sido así. Hoy tengo la certeza de que esta ciudad esta como una cabra.
La cosa ha empezado en el autobús. Un hombre se ha levantado gritando de su asiento:
-¡La ha pillado, la ha pillado!
Yo también me he levantado y he mirado en la dirección hacia la que apuntaba el hombre. Había una chica tirada en el suelo y un seat panda estaba parado en frente suya. El conductor y algunas personas se han bajado corriendo, y justo cuando iba a bajarme yo también pensando que aquello era algo realmente grave, unos cuantos gitanos se han bajado del panda y han rechazado la ayuda del conductor de autobús. He deducido que eran familia de la chica, ella también parecía gitana, por las ropas mas que nada. La han subido al coche y se han ido a todo correr.
Luego, por la noche, he acompañado a Julen a que cogiera el autobús a hermitagaña y cuando hemos llegado, había gente gritando y un policía. Un hombre levantaba el brazo señalando a la conductora del autobús diciendo palabrotas y gritando, que si que vergüenza, que si no debería estar sentada ahí... La conductora, sin salir del autobús, respondía sin levantar la voz que eso lo dijera por él, que ella no había hecho nada y que él era un irresponsable porque llevaba niñas en el asiento de atrás. El policía no tenía mucha autoridad, solo repetía una y otra vez: "cálmense por favor, cálmense". Había gente parada mirando, como es lógico, así que Julen y yo nos hemos dedicado a investigar un poco. Los coches estaban intactos. Alucinante, ni un solo rasguño. El autobús se ha ido y mientras, el hombre ha seguido gritando delante del policía. Me a parecido un cerdo, un imbécil. Tal vez le he juzgado sin conocerle, pero no me parece bien insultar a una persona que te ha hecho algo malo involuntariamente (ya que eso era lo único que sabíamos). Julen ha dicho que igual le había dado un buen susto, y que quien sabe si nosotros reaccionaríamos así. Es difícil ponerse en la situación de otro, pero pensándolo objetivamente, creo que ni Julen ni yo nos habríamos comportado así. No es muy responsable ponerse a gritar y a insultar por un accidente de tráfico que no ha causado daños, eso solo demuestra debilidad en uno mismo.
Y para rematar la jornada, en la villavesa de vuelta a casa, me ha tocado un chico al lado que no paraba de silvar y moverse como si estuviera en una discoteca... ¡Buf! Necesito un respiro...

¿Tienes Queta?

¿Tienes Queta?

Ayer pasó algo muy feo. Hubo gritos, amenazas y gente enfadada, la verdad, no me gustó y por eso no pienso relatarlo aquí. Después, mas tranquilos, Andrea y yo hablábamos sobre este tipo de incidentes y me vino a la cabeza la "bronca" (si es que se le puede llamar así) que tuve con el drogadicto del autobús.
Recuerdo que iba yo con Bide en la línea 19 para ir a casa. Entonces me encontré con Unai, que también iba a bordo camino de casa. Unai tiene tres o cuatro años mas que yo, no es muy alto, pero es ancho de espaldas y eso sí, es muy majo. Nos saludamos y de más. Hombre Ender, que tal como estás, muy bien y tú, muy bien, a casa o qué, a casa sí... Me agarré a uno de los hierros del autobús y entonces oí detrás de mi una voz profunda, ronca y decidida.
-¿Tienes queta?
-me giré para comprobar si esas palabras iban dirigidas a mí y en efecto, un tipo de la edad de Unai, con ojeras, pelo a lo discotequero, pupilas grandes (mas de lo normal), ropa de bakala y ojos brillantes me miraba tranquilo.
-No -dije yo en un tono no muy bueno a la hora de tratar con alguien bajo los efectos de vete a saber que estupefaciente. Y así, me volví a girar y seguí hablando con Unai, esperando que al drogadicto este le surgiera alguna otra paranoia que no me incumbiera. Debió estar un rato dando vueltas a su espesa mente hasta que se le ocurrió la idea de pedirme dinero.
-¿Tienes cinco euros?
-No, no tengo nada y déjame en paz.
Se quedó mirando al suelo y yo seguí hablando con Unai hasta que el autobús paró y los dos nos bajamos sin incidencias, despidiéndonos de Bide. Pasaron unos segundos. Los dos caminábamos tranquilamente por la acera y de repente algo me golpeo en el abdomen. Me costó un rato reaccionar pero al cabo de unos segundos comprendí lo que había pasado. Alguien me había golpeado desde detrás, con el brazo extendido. Gracias a Dios, era invierno y el grueso abrigo que llevaba absorbió casi todo el golpe. De todas formas, tampoco había sido un fuerte golpe, sino uno de esos que se deben utilizar para provocar al personal. Me giré lentamente esperándome lo peor. El drogadicto estaba allí, con los ojos rojos, gritándome insultos al azar y poco meditados así como amenazas varias. Detrás de él, había una chica pelirroja, maquillada a mas no poder que sujetaba a mi agresor por la cintura, pues éste se revolvía alzando las manos hacia mí. En ese momento me sentí como si tuviera a un tigre encadenado delante, mi vida dependía de la cadena, en este caso, la chica.
-Por favor -decía- déjale en paz, que esta borracho. En serio, él de normal no es así, por favor no le hagas nada.
"¿Quéééé? ¿Yo? ¿A este tío?" pensé. Cualquiera que me viera de lejos, se daría cuenta de mi patente incapacidad ante cualquier situación de violencia explicita. No dije nada, puse cara de Bruce Willis y me di la vuelta, esperando otro ataque por la espalda. No sucedió, por suerte, la domadora consiguió calmar al tigre y salvar al inocente, el cual respiró por fin tranquilo.
-Conozco a ese chico. -me dijo Unai poniéndome una mano en el hombro- Y sabes, no tiene padres, vive en pisos de acogida y esas cosas.

Mas tarde, ya en casa, pensé en la chica y me di cuenta de lo inteligente que había sido. Seguramente, pensé, este tipo de mujeres ya estarán acostumbradas a situaciones así. Entonces vi lo que había pasado. No es que la chica me hubiera visto como una amenaza para su novio, que va, simplemente pensó que la mejor forma de "pedir disculpas por éste" y restablecer mi dañado orgullo era colocándome por encima de él, alagándome sutilmente para que así me sintiera lo suficientemente satisfecho conmigo mismo y me largara de allí sin que la cosa fuera a más. Pensé en esto y me dio pena, soy un blando.

Jueves de terror, xD

Jueves, las ocho menos cuarto de la mañana. Una alarma programada en un teléfono móbil comienza a sonar. Una figura inerte sobre la cama alarga el brazo y pulsa una tecla; “omitir”.
Jueves, las ocho y cinco de la mañana. Alguien llama a la puerta:
-No llegas a clase. –dice una voz desde afuera.
La figura inerte abre los ojos y mira su reloj. Me levanto sobresaltado, es tarde, muy tarde. Apenas he dormido seis horas, pero da igual, no hay tiempo para lamentaciones. Me visto, me peino, me lavo la cara, cojo la mochila y me dirijo hacia la calle. Paso por la cocina, hay un vaso de leche y unos cereales sobre la mesa. Miro el reloj, las ocho y veinte. No hay tiempo para desayunar. Salgo a la calle y comienzo a andar a paso ligero.
-A primera hora tengo… Tengo…¡¡Mierda, tengo química!! Me pondrá retraso si llego después que ella.
Las ocho y treinta y uno. Llego al instituto. Subo las escaleras rápidamente, y veo al fondo del pasillo a la profesora de química entrando en clase. Un paso, otro, otro mas… Echo a correr, la profesora entra en clase y empuja la puerta para que se cierre. Cual rayo, me cuelo en la trayectoria de la puerta y se cierra detrás de mi. Estoy dentro. Me voy a mi sitio, la profesora me señala.
-¡Andrés, metales con valencia dos!
-Esto… Magnesio… -estoy confuso, tengo sueño, hace 25 minutos que he abierto el ojo y mis ojeras me delatan.
-¡Berilio, magnesio, calcio, estroncio y bario, repite conmigo!
-Berilio… Magnesio… Has dicho… ¿Calcio?
La profesora niega con la cabeza y va a preguntar a otro. Qué desastre… No había hecho ni mirar la tabla periódica, estuve estudiando literatura el día anterior.
Las once y cuarto. Toca recreo, aunque no para mi. El día anterior estuve hablando con la profesora de inglés. Tenía un examen pendiente y había planeado hacerlo el viernes en la hora de matemáticas, pero antes tengo que pedir permiso a la profesora de mates. Bien, me dirijo al departamento de matemáticas. Llamo a la puerta.
-¿Está Carmen?
-No, ha salido, estará tomando algo en la cafetería.
Bien, me dirijo a la cafetería y por el camino me la encuentro.
-Carmen, necesito hacer un examen mañana a la hora de matemáticas, ¿Me permites no asistir?
-¿Qué? ¿Mañana? No, de eso nada, ya estas cambiando ese examen, mañana es una clase muy importante.
La profesora sale del instituto y yo me quedo ahí plantado, viendo como se va, deseando decirle cuatro cosas bien dichas, pero aprieto el puño y me contengo. “Canaliza la rabia, Ender, canalízala”. Voy para el departamento de inglés. Llego, llamo a la puerta.
-Hola, hum… Carmen Frías no está, por lo que veo…
-No, no está, se acaba de ir, tal vez la pilles.
Salgo de allí preguntándome que cojones hacen los profesores fuera de sus departamentos y, gracias al de arriba, me la encuentro allí mismo.
-Carmen, la profesora de matemáticas no aprueba que mañana no asista a clase, hay que buscar otra hora.
-Bien, ¿Qué tal el miércoles? A… A quinta hora por ejemplo.
-Vale, a esa hora tengo lengua, iré a preguntarle a la profesora.
Voy al departamento de lengua, llamo a la puerta, la abro.
-¿Mariam…?
-¿Si?
-Verás, tengo que hacer un examen el miércoles a la hora de lengua, ¿Me permites faltar ese día a clase?
-¿De qué es el examen?
-De inglés.
-Bien, dile al profesor que venga a hablar conmigo.
”¿No te fías de mi, so estúpida?” pienso en ese momento. “Canaliza la rabia, Ender, canalízala”
-Esta bien, le diré a la profesora de inglés que venga a aquí.
Vuelvo a arriba, en busca de la profesora de inglés, la encuentro en el mismo sitio.
-Sí, la de lengua me deja, pero insiste en que vayas tú a comunicárselo en persona.
-Está bien, entonces el miércoles a quinta hora en la biblioteca.
Asiento, creo que ya está, creo que después de todo, podré disfrutar de unos minutos de recreo. Me dirijo a la salida. Me cruzo con Araiz.
-Ender, tenemos el examen oral de la escuela oficial mañana a quinta hora.
-¡Horror! ¡A esa hora tengo examen de ética!
-Y yo de alemán, intentemos cambiar el turno con alguien.
Por lo visto, Araiz sabe de dos chicas que lo hacen el lunes. Las buscamos. Encontramos a una de ellas, nos dice que por ella no hay problema. Nos cruzamos con la otra, nos dice que ni hablar, así que acompaño a Araiz a que hable con su profesor de alemán. Vamos al seminario de alemán y el profesor de alemán accede a cambiarle el examen. Después vamos al de ética. Llamo a la puerta.
-Esto… ¿Juan Pedro va a venir ahora?
-No lo se. –dice el profesor que está allí, al cual no conozco.
-¿Puedes decirle que me espere a las dos y media aquí?
-Está bien, lo haré.
Al segundo suena el timbre y vuelvo a clase. Llegan las dos y media y me dirijo al departamento de ética, llamo a la puerta y entro. Allí esta mi profesor de ética, leyendo algo, con la cabeza sujetada en las manos.
-Juan Pedro. –nada, el profesor no responde- Juan Pedro.
Entonces parece reaccionar y levanta la cabeza. Distingo fuertes ojeras en su cara, el pelo despeinado a mas no poder. Mira en varias direcciones hasta que me ve.
-Eh… ¡Ah! Hola, sí, dime Andrés.
-Me han asignado el examen oral de la escuela oficial de ingles para mañana a la hora del examen de ética.
-¿Ah, si? Que mala suerte. Bien, no te preocupes, ya lo harás cuando vuelva. Supongo que sabrás que la semana que viene no estoy.
-Sí, lo se.
-Bueno, no te preocupes, si no puedes hacerlo, te haré media con los otros exámenes, total, dudo que mejores la nota. No te agobies.
-Esta bien, la verdad es que estoy algo liado estos días. Ya sabes, exámenes a todas horas y eso.
-Je, es bueno estar un poco liado, no te creas. Así te acostumbras a lo que te espera.
-Sí, supongo que sí. Bueno, hasta luego. –me dirijo a la puerta.
-Adiós, y estudia.


Y yo digo… ¿Es esto lo que me espera? ¿El mundo puede ser así? Ojalá mi tutora se hubiera tomado todo ese trabajo por mi, ojalá hubiera cumplido con su deber…

Conversación interesante

No recuerdo muy bien quien empezo contando su sueño, ni que sueño contó, pero por alguno tengo que empezar.

Sueño de Garci

-El caso es que estaba cenando con una familia japonesa. Y eran bastante majos, incluso me enseñaban como a cocinar. Lo flipante es que me acuerdo de la comida que me enseñaban, metian mortadela y aceitunas en una perola con agua y lo mantenian caliente sin que llegara a hervir.
-Jajaja, Garci soñando con comida... Porque será que no me estraña.
-¿Sabes que si comes mortadela con aceitunas luego tienes pesadillas?
-¿Qué dices Dani, si yo muchas veces he comido y no me ha pasado nada?
-Bueno, que me dejeis contarlo. Estaba yo tan agusto, con los japoneses comiendo, cuando de repente entran unos tios con armas a la habitacion y se los cargan a todos. Dios, en esa parte me acojoné, era como en marx attack, como los rayitos esos. Y luego va, y aparezco en medio de la calle. Estaba como en un mercado, pero habia edificios como los de occidente. Entonces me encontraba con cosas de la leyenda de los cinco anillos, porque me acuerdo que estaba hablando con el maestro de la bruya y de repende me mencionaban al del cangrejo y no se qué.
-¿Pero cuando aparece koa?
-Creo que ahora, pero es muy raro, porque de repente lo tengo al lado y de repente no. Bueno, al rato me encuentro con unos negros estadounidenses que se ofrecen a ayudarme contra los tíos que habian matado a los japos del principio (habiamos creado una especia de resistencia, porque esos tios estaban por todo). Luego se me aparece mi hermano y entro con él a un supermercado donde coge no se qué de comer, pero no le llega para pagar a la cagera. Y flipa, me acuerdo de que no le llegaba por cuatro centimos.

Sueño de Morgan

-Buf, tíoooo, que no me acuerdo muy bien.
-Pues no sé, cuenta lo que te acuerdes
-A ver me acuerdo que me encontraba con kie won yin y me guiaba hasta la azotea de un edificio donde habia unas naves luchando y no se qué
-A mi me contaste uno de un libro o algo así...
-¡Ah, si! ¡Ese sueño fue dios! Mira, estaba en un castillo con unos magos, ¿No?, y entonces aparecía un libro, y me decían "cógelo, que es muy importante"...
-¿Ese sueño lo tubiste en tu temporada del Zelda, no?
-Jajaja, no, eso fue con lo de "mama, dile a pablo que me pase el dragon".
-Pero tío, eso fue porque estaba obsesionado y ya esta, eso no fue un sueño ni nada.
-Bueno, que si, sigue con el sueño, venga.
-Si, y entonces transcurría todo el sueño, y al final, llegaba a un sitio y me decian "¿Y el libro?", y yo "Ostia, no lo he cogido!!!", y tenía que viajar en el tiempo y coger el libro y luego volver... Bua...

Sueño de Ender

-Si, si, si, cuentalo, que es dios.
-Vale, a ver, estaba con alguien haciendo el chorras en un portal, y entonces llamábamos a un timbre y nos mandaban a la mierda. Ibamos con todos vosotros y os lo contabamos, y Ayensa "bua, bua, se van a cagar, vamos vamos". Esto lo soñé cuando mi temporada del SanAndreas, así que comprabamos armas o algo y íbamos para allá. Subíamos, y la puerta de la casa estaba habierta, y yo "no entreis, no entreis, que esto es ayadamiento (o como se escriba)" y Ayensa "¿Qué dices tío?". Entonces Ayensa entraba, y yo le seguía todo preocupado. Llegabamos a la cocina, y en esto que había un vaso de zumo de naranja sobre la mesa, ¿No?, y yo gritandole a Mikel "¡No te lo bebas, no te lo bebas!¡Que esto ya seria un robo!". Y Mikel que va, y se lo bebe. Bueno, pues llegan los dueños con "ucis" y con "m16" y salimos todos corriendo. Finalmente, todos vosotros morís, ¿Vale?, luego llegan...

Sueño de Dani

-Entonces me llegaba una carta del gobierno y me decían que si quería ingresar en no se qué de unos archivos y tal.
-¿Este sueño de cuando es?
-De cuando estabamos en primaria.
-Bueno, sigue.
-Entonces ingresabamos yo, Koa, Jose, Garci, Nacho y Eric.
-¿Cómo?¿Nacho?
-Si, Nachete. Nos armaban con uniformes, trages antibalas, como si fueramos los de la swat. Nuestra misión era observar todo el colegio, así que entrabamos y en el hall había un tío al que lo inflabamos a tiros. Luego cogiamos y escondiamos el cadaver en el baño.
-Esto me recuerda al Metal Gear.
-Si, si, es que el sueño es de mi temporada Metal Gear. Sigo con el sueño. Subiamos las escaleras y en esto que nos dabamos cuenta de que no estaba koa, mirabamos atrás y veíamos las piernas de coa arrastrandose, con Koa escondiendose detras de algun sitio, es decir, que solo le veíamos las piernas. Decía yo "Mierda, han matado a Koa", "Bueno, tenemos que seguir". Subiamos y llegábamos a el aula de música, donde estaba la profesora de música.
-Ahí va, la conguito...
-Olle, no me acuerdo de su nombre, solo de lo de la conguito.
-Yo tampoco...
-Que si, que sigo. Estabamos frente a la conguito y aparecian unos tíos que estaban escondidos y nos apuntaban con sus armas. Salíamos todos corriendo y garci se quedaba frente a ellos, con su metralleta, ahí, disparándoles y diciendo "¡Comed mierda!". El caso es que a Garci lo inflaban a balas.
-¡Oh!, me mataban
-Si, y no me acuerdo muy bien, pero os mataban a todos. Y cuando estabais todos muertos, yo decía "Aquí queda alguien, sino, ¿Quien ha matado a Koa?". Así que me volvía, e iba al baño, y veía que el cadaver que habiamos escondido ya no estaba. Entonces notaba como alguien me clavaba un puñal por la espalda, me daba la vuelta y era Koa, luego ya se acababa el sueño.
-O.O... Dios, creo que ninguno de nosotros se esperaba ese final...