Otro recuerdo
Hoy os escribo sobre otro recuerdo del pasado, tan antiguo como el de aquella vez.
Un avión despegó. Por primera vez en mi vida, un avión despegó. Lo recuerdo tras los cristales del aeropuerto, en una fría noche otoñal. Tenía lucecillas en distintos puntos del fuselaje, de distintos colores. Recuerdo los colores. Rojo, azul, amarillo. Una prima a la que prácticamente no veo desde entonces se fue. A Madrid creo, ese sitio tan lejano del que mas tarde sabría que allí Joaquin Sabina pasaba las noches encontrando jeringuillas y vomitonas en los lavabos. También recuerdo el ruido. Ese fuerte ruido de las turbinas. Y la gente. Todos con el olor del frío en las ropas, todos mirando tras el cristal al único avión que cabía en la pista de Noáin. Di adiós hijo, debieron pedirme mis padres. Eso no lo recuerdo, pero me lo imagino. Eso de allí es un avión, hijo.
Aquella mole de metal y luz fue cogiendo velocidad y dejó el suelo. Recuerdo el despegue. Lo recuerdo tan nítido... Me pareció que dejó el suelo con mucha sencillez, como si no pesara nada, como un trozo de papel. Y así, las luces se perdieron en la noche. Las recuerdo alejándose tras la cristalera. Cada vez mas lejos, sobrevolando Pamplona, hasta que tuvieron el tamaño de las estrellas. La gente dejó de prestar atención, pero recuerdo que yo me quede allí, mirando. Incluso unos segundos despues de que las luces dejaran de distinguirse, yo me quede mirando el punto celeste en el que habían desaparecido, consciente de que el avión estaba allí. Mi prima se ha perdido en la noche, debí pensar. Dentro de unas horas estará en ese sitio, Madrid.
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morgan -