¿Tienes Queta?
Ayer pasó algo muy feo. Hubo gritos, amenazas y gente enfadada, la verdad, no me gustó y por eso no pienso relatarlo aquí. Después, mas tranquilos, Andrea y yo hablábamos sobre este tipo de incidentes y me vino a la cabeza la "bronca" (si es que se le puede llamar así) que tuve con el drogadicto del autobús.
Recuerdo que iba yo con Bide en la línea 19 para ir a casa. Entonces me encontré con Unai, que también iba a bordo camino de casa. Unai tiene tres o cuatro años mas que yo, no es muy alto, pero es ancho de espaldas y eso sí, es muy majo. Nos saludamos y de más. Hombre Ender, que tal como estás, muy bien y tú, muy bien, a casa o qué, a casa sí... Me agarré a uno de los hierros del autobús y entonces oí detrás de mi una voz profunda, ronca y decidida.
-¿Tienes queta? -me giré para comprobar si esas palabras iban dirigidas a mí y en efecto, un tipo de la edad de Unai, con ojeras, pelo a lo discotequero, pupilas grandes (mas de lo normal), ropa de bakala y ojos brillantes me miraba tranquilo.
-No -dije yo en un tono no muy bueno a la hora de tratar con alguien bajo los efectos de vete a saber que estupefaciente. Y así, me volví a girar y seguí hablando con Unai, esperando que al drogadicto este le surgiera alguna otra paranoia que no me incumbiera. Debió estar un rato dando vueltas a su espesa mente hasta que se le ocurrió la idea de pedirme dinero.
-¿Tienes cinco euros?
-No, no tengo nada y déjame en paz.
Se quedó mirando al suelo y yo seguí hablando con Unai hasta que el autobús paró y los dos nos bajamos sin incidencias, despidiéndonos de Bide. Pasaron unos segundos. Los dos caminábamos tranquilamente por la acera y de repente algo me golpeo en el abdomen. Me costó un rato reaccionar pero al cabo de unos segundos comprendí lo que había pasado. Alguien me había golpeado desde detrás, con el brazo extendido. Gracias a Dios, era invierno y el grueso abrigo que llevaba absorbió casi todo el golpe. De todas formas, tampoco había sido un fuerte golpe, sino uno de esos que se deben utilizar para provocar al personal. Me giré lentamente esperándome lo peor. El drogadicto estaba allí, con los ojos rojos, gritándome insultos al azar y poco meditados así como amenazas varias. Detrás de él, había una chica pelirroja, maquillada a mas no poder que sujetaba a mi agresor por la cintura, pues éste se revolvía alzando las manos hacia mí. En ese momento me sentí como si tuviera a un tigre encadenado delante, mi vida dependía de la cadena, en este caso, la chica.
-Por favor -decía- déjale en paz, que esta borracho. En serio, él de normal no es así, por favor no le hagas nada.
"¿Quéééé? ¿Yo? ¿A este tío?" pensé. Cualquiera que me viera de lejos, se daría cuenta de mi patente incapacidad ante cualquier situación de violencia explicita. No dije nada, puse cara de Bruce Willis y me di la vuelta, esperando otro ataque por la espalda. No sucedió, por suerte, la domadora consiguió calmar al tigre y salvar al inocente, el cual respiró por fin tranquilo.
-Conozco a ese chico. -me dijo Unai poniéndome una mano en el hombro- Y sabes, no tiene padres, vive en pisos de acogida y esas cosas.
3 comentarios
Ersio -
No me parecio correcta ni la manera de decirlo ni las circunstancias porque ese hombre se estubo quejando de un sonidito de nada de un pelucho cuando el estuvo gritando a grito pelado por el movil momentos antes ¬¬
Ender -
mce79 -