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Paperback Writer

¡Siguiente!

¡Siguiente!

¿Cuando fue la ultima vez que os tocó esperar en una sala de espera? En mi caso, ocurrió ayer, a la espera del dentista. Entré a eso de las seis y media y salí a las siete y veinte. Fueron cincuenta minutos en los que no me aburrí en absoluto.
A simple vista, todo el mundo piensa que una sala de espera es comparable con un ascensor, donde la gente entra, comienza una conversación con quien este allí y la acaba de la misma manera que la ha empezado. Pues bien, en una sala de espera no ocurre lo mismo, sino que la gente entra, se sienta, lee lo que sea, dedica susurros a su acompañante y se va sin decir ni "mu" a nadie. Esto no siempre es así, pues en algunos casos (sobre todo en las largas esperas) dos personas desconocidas entre sí, pueden llegar a entablar una jugosa conversación.
Pero, ¿Por qué en una sala de espera no se habla del tiempo o de las obras de la esquina? Lo primero es que en un ascensor los acompañantes son personas conocidas, de mas o menos confianza. Además, una sala de espera no es una situación incómoda en la que se vea la necesidad de hablar de algo, ya que es mas amplia, la gente está sentada y además, se puede leer.

Volvamos a mi caso, a mis cincuenta minutos de espera sucedidos en la tarde de ayer. Cuando llegué (dige ola por supuesto) busque detenidamente un buen sitio donde sentarme; elegí finalmente un comodo sofá situado al lado de la ventana. Me senté al lado del brazo y cogí el periódico. En ese momento, estabamos allí cuatro personas. Un señor que leía detenida mente otro ejemplar del mismo periódico que tenía yo en mis manos, una señora de avanzada edad demasiado maquillada y una niña pequeña que miraba al techo.
Cinco minutos despues, tras marcharse la señora del maquillage, entró un matrimonio con una hija de mi edad. El padre, se sento en el otro extremo de mi sofá, la madre en una silla y la hija, al lado de esta, en otra silla. Las dos mujeres, hablaban entre sí, y el padre, leía con desgana una revista de la prensa rosa, mientras miraba y anhelaba mi periódico. Sentí lastima por él y le cedí el periódico cuando acabe el artículo de un hombre que se quejaba de los profesores que impartían clase al segundo ciclo de ESO.
-¿Y qué hago ahora? -pensé.- ¿Cojo el ejemplar del "Qué me dices"?
Esa idea desapareció de mi mente al segundo, así que opté por estudiar al señor que se situaba a mi lado. Vi como nada mas coger el ejemplar del diario de navarra, el señor se puso a pasar páginas casi descontroladamente. Cuando encontro lo que quería, estubo veinte segundos leyendo y pasó pagina, otros veinte segundos y pasó pagina, otros veinte segundos y pasó pagina y otros veinte segundos y paso pagina. Despues de esto, permaneció un minuto sin pasar página, cuando lo hizo, permaneció otro minuto y luego, volvió a repetirse toda la serie dos veces: descontrol de pasar páginas, cuatro bloques de veinte segundos y dos de un minuto.
Entonces una señora entró y me llamó. Me fui de allí apenado, pues había pasado un buen rato.

2 comentarios

Ender -

Jejeje, cierto. Al fin y al cabo, el ser humano es una máquina

mce79 -

Vaya! Yo que esperaba una emocionante conversación con la chica que era de tu edad...
Aunque el comportamiento del hombre y su periódico no deja de ser interesante. Busca lo que le interesa, lo lee, busca algo más, y cuando ve que se le acaba el interés al periódico, pero la espera va a continuar, se detiene más tiempo en las noticias, y luego rebusca en busca de otras noticias que en principio no le eran interesantes... Todo tiene una pauta.