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Aventuras

Sancristo-ball

Sancristo-ball

La casa de Ayensa se mostraba sombria y no conseguia encontrarlo.
-A estas horas, debe estar preparando los bocadillos... -pensé.
Pero no, eran las once menos cuarto de la mañana, y Ayensa dormía como un lirón. Recorrí toda su casa en su busqueda, la cocina, el comedor, el salon... Nada.
-¿Mikel? -dije con la extraña sensacion de que hablaba a las paredes.
Entonces oí una vocecilla ronca, que provenia de su habitacion y decía:
-Aquí... -claro, debí mirar en su cuarto desde el principio, pero me engañé a mi mismo pensando que estaria levantado, que le vamos a hacer.
Así que me dirigí a su habitacion y lo allé tendido sobre la cama y completamente desnudo. Fue una suerte que estubiera vocabajo, porque de no ser así, habría perdido mi inocencia allí mismo. Al ver la imagen, no pude evitar echarme a reir como loco, lo que fue suficiente para despertarlo. Se duchó, se vistió, me enseñó cosas del ordenador, cogió su mochila y salimos a la calle.
-Por cierto, tengo que comprarme los bocatas, así que vamos al bar.-dijo Mikel.
Fuimos los dos a ese bar que hay en frenete de su casa, el que tiene fotos del encierro en blanco y negro procedentes del año de la pera. Se compró dos bocadillos, uno de lomo con pimientos y otro de tortilla... O algo parecido, no lo recuerdo muy bien. Después nos encaminamos al lugar de encuentro con los demás, donde nos surgió el primer problema del día: Joseluis y Koa no aparecían. Lo de Koa se solucionó rápido, llamamos a su casa y nos dijo que su hermano venía a comer. En cuanto a Joseluis, no tubimos mas remedio que darle por muerto y continuar sin él.
Estabamos Chetus, Torreblanca, Unai, Garci, Julen, Ayensa y yo [aprovecho esto para recordar aquello de; estabamos yo, torreblanca, daniel torreblanca, dani, torre...] y lo primero que hicimos fue ir a un capravo a comprar bebidas. Fue entonces cuando llegó la fase de confusión: "¿Qué hacemos?, ¿Cómo narices vamos hasta Sancristoval?, ¿Vamos andando o en Villavesa?, y en el caso de que vallamos en villavesa... ¿Cual cogemos?". Tras mucho dialogar, Dani nos informó sin mucho ímpetu de que ir a Sanjorge nos acercaría bastante. Así que cogimos la siete, que a decir verdad, creo que lo hicimos por la ausencia de más propuestas.
Cuando subimos al autobús, no fue la única vez que entoné aquello de "estamos, perdidos, perdidos, perdidos" en todo el dia, pero no adelantemos acontecimientos, cada cosa a su tiempo. Dani habló con el conductor. No estoy muy seguro, pero creo que le contó toda su vida: que si nos pasa esto, que si que pueblo nos queda mas cerca, que si hasta donde va esta...
El conductor del autobús accedio a ayudarnos, mas que nada, creo yo, para quitarse a Dani de encima:
-No os preocupeis, cuando lleguemos a la parada de la linea 14, yo os aviso para que os bajeis. Luego cogeis ese autobús y ya esta.
El conductor cumplió su palabra y nosotros seguimos sus instrucciones sin rechistar, bueno, tal vez un poquito.

Al cabo de unos minutos, estábamos en Artica, un pueblo de mala madre donde comenzaba nuestro viaje. Tomamos un camino comodo, sin mucha pendiente. Allí fue donde Garci se acabó la botella de agua y donde la cámara de Julen empezó a escasear de batería. Como acabo de decir, el camino era comodo, por lo que nuestro espíritu masoca y nuestro espíritu aventurero nos invitaron a ir por un sendero, de grandísima pendiente y nada cómodo, pero que en general, era mas corto (sí, el espíritu vago tambien tuvo algo que ver en esto). Era difícil, pero apenas tenia riesgo, lo único que hacíamos era seguir el sendero y punto.
Estubimos un rato caminando-escalando cuando llegó el segundo problema de la jornada: el sendero se acabó. Sí, se acabó, termino, llegó a su fin y lo único que veíamos eran matas y piedras adornando la pendiente. Nos miramos unos a otros, confusos y sin saber que hacer. Creó que fue entonces cuando grité una estupidez, algo así como:
-¡Si no hay senderó, lo habrá una vez hallamos pasado! -y me adentré en las matas... Ignoro si alguien me siguió, o si aprovecharon esos segundos en los que estube ausente para criticarme, pero el caso es que encontre otro sendero, un poco mas arriba. Me di la vuelta y les grité que vinieran.
Continuamos nuestro recorrido por senderos como el anterior, y el problema "fin de sendero" nos ocurrio otras dos veces, en las que fue solucionado de la misma manera.
 

(si te estoy aburriendo, aprovecha este momento para tomarte algo o hablar con alguien, luego retomalo, eso sin duda)

A eso de las dos y media ya estabamos en la cima del monte, donde comimos. Estabamos algo cansados, pero todavia no quedaban ganas para discutir sobre sandeces. Que si la novia de Julen esto, que si la de Chetus lo otro...
Pasaron los minutos y ya habíamos acabado de comer y de discutir. Y claro, os preguntares: ¿Qué pueden hacer unos cuantos adolescentes aburridos, que se hallan en la cima de un monte solos y al lado de un grandisimo fuerte de la guerra civil abandonado y lleno de galerias? Pues por depronto entrar, como no.
Recorrimos el contorno del fuerte en busca de algun hueco o algo que no lo hiciera inexpugnable. La primera vez que entramos, lo hicimos a traves de una ventana, que conectaba con nosotros gracias a un tronco, puesto a modo de puente sobre un pequeño foso de tres metros de profundidad.
A mi no me gustó, era siniestro, pequeño y mal iluminado. Pero solo era una galería y yo estaba seguro de que existía la posibilidad de acceder a alguna otra. Así que salimos de allí y buscamos otro hueco.
En efecto, encontramos otro de mas facil acceso, un poco mas alante. Ignoro cuanto tiempo estubimos en el interior del fuerte, caminando por pasadizos, patios, habitaciones, cocinas, escaleras de caracol, trampillas, etc. En alguna ocasion llegamos a puntos de oscuridad total, en los que a pesar de la insistencia de Chetus, no nos adentramos a escepcion de una vez.

La tarde siguió su transcurso; salimos del fuerte, merendamos, pedimos agua a los bomberos (a todos nosotros se nos habia acabado y estabamos sedientos), bajamos del monte y descansamos una hora en Artica, donde Ainhoa nos estaba esperando.


(la foto es la prueba de que Garci se quedó sin agua y de que la camara de Julen se quedó sin bateria)

El dibujillo

El dibujillo

Estaba yo un día paseando a las orillas del Tamesis. Caminaba despistado ollendo a los excelentes músicos callejeros (que ya querrían tener en Madrid) y mirando de vez en cuando al parlamento inglés. El cielo estaba encapotado (como no) y una ligera llovizna que recordaba al rocio mañanero de los pirineos primaverales sorprendía a mas de un turista. Mis padres se habían quedado tomando algo en un bar, lejos de allí, así que gozaba de unos minutos de soledad.
Alcé mi vista a la espera de divisar a algún otro músico para quedarme escuchandolo un rato (que es lo que acababa de hacer minutos atrás) pero lo único que vi fue una gran mancha verdosa a lo lejos, que contrastaba con el gris de las baldosas del paseo. Me acerqué poco a poco, mientras paseaba, y cuando estaba frente a lo que segundos antes me había parecido una bulgar suciedad, entendí que aquello era un bonito dibujo hecho con tizas de colores. El dibujo estaba formado por un conejillo feliz que sostenía un ramo de flores, unas montañas verdes y un cielo nocturno al fondo. "¿Quien ha podido hacer un dibujo tan ortera?" me pregunté.
Miré a mi alrededor. Nadie, ni un gorro puesto en el suelo y lleno de peniques, ni un hombre de mal aspecto sentado en un banco... No había nadie custodiando ese dibujo.
Al comprobar la calidad del dibujo, vi que no estaba deteriodado en absoluto y eso que llevaba un rato lloviznando. Quien quiera que lo hubiese hecho, se acababa de esfumar. Fue entonces cuando me di cuenta de que había algo que sí custodiaba el dibujo. Un breve mensage en inglés escrito con tiza blanca que decía así:

"Este es un mensage de paz para nadie en particular. Solo quiero preguntar por qué al odio y recordar que el amor vale más"

Todo lo que hice en ese momento fue extrañarme, así que continue mi paseo. Ya llevaba un rato reflexionando sobre lo que acaba de ver, cuando la ligera llovizna que me había acompañado durante treinta minutos se convirtió en una fuerte lluvia que proclamaba una tormenta. No me lo pensé dos veces, eché a correr hacia el dibujo y cuando volví a estar frente a él, saqué mi cámara y le hice una foto. Podría aprobechar esta ocasión para enseñaros otra bonita foto de Londres pero... Creo que esta se merece más estar aquí, ¿No os parece?

¡Siguiente!

¡Siguiente!

¿Cuando fue la ultima vez que os tocó esperar en una sala de espera? En mi caso, ocurrió ayer, a la espera del dentista. Entré a eso de las seis y media y salí a las siete y veinte. Fueron cincuenta minutos en los que no me aburrí en absoluto.
A simple vista, todo el mundo piensa que una sala de espera es comparable con un ascensor, donde la gente entra, comienza una conversación con quien este allí y la acaba de la misma manera que la ha empezado. Pues bien, en una sala de espera no ocurre lo mismo, sino que la gente entra, se sienta, lee lo que sea, dedica susurros a su acompañante y se va sin decir ni "mu" a nadie. Esto no siempre es así, pues en algunos casos (sobre todo en las largas esperas) dos personas desconocidas entre sí, pueden llegar a entablar una jugosa conversación.
Pero, ¿Por qué en una sala de espera no se habla del tiempo o de las obras de la esquina? Lo primero es que en un ascensor los acompañantes son personas conocidas, de mas o menos confianza. Además, una sala de espera no es una situación incómoda en la que se vea la necesidad de hablar de algo, ya que es mas amplia, la gente está sentada y además, se puede leer.

Volvamos a mi caso, a mis cincuenta minutos de espera sucedidos en la tarde de ayer. Cuando llegué (dige ola por supuesto) busque detenidamente un buen sitio donde sentarme; elegí finalmente un comodo sofá situado al lado de la ventana. Me senté al lado del brazo y cogí el periódico. En ese momento, estabamos allí cuatro personas. Un señor que leía detenida mente otro ejemplar del mismo periódico que tenía yo en mis manos, una señora de avanzada edad demasiado maquillada y una niña pequeña que miraba al techo.
Cinco minutos despues, tras marcharse la señora del maquillage, entró un matrimonio con una hija de mi edad. El padre, se sento en el otro extremo de mi sofá, la madre en una silla y la hija, al lado de esta, en otra silla. Las dos mujeres, hablaban entre sí, y el padre, leía con desgana una revista de la prensa rosa, mientras miraba y anhelaba mi periódico. Sentí lastima por él y le cedí el periódico cuando acabe el artículo de un hombre que se quejaba de los profesores que impartían clase al segundo ciclo de ESO.
-¿Y qué hago ahora? -pensé.- ¿Cojo el ejemplar del "Qué me dices"?
Esa idea desapareció de mi mente al segundo, así que opté por estudiar al señor que se situaba a mi lado. Vi como nada mas coger el ejemplar del diario de navarra, el señor se puso a pasar páginas casi descontroladamente. Cuando encontro lo que quería, estubo veinte segundos leyendo y pasó pagina, otros veinte segundos y pasó pagina, otros veinte segundos y pasó pagina y otros veinte segundos y paso pagina. Despues de esto, permaneció un minuto sin pasar página, cuando lo hizo, permaneció otro minuto y luego, volvió a repetirse toda la serie dos veces: descontrol de pasar páginas, cuatro bloques de veinte segundos y dos de un minuto.
Entonces una señora entró y me llamó. Me fui de allí apenado, pues había pasado un buen rato.