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Paperback Writer

Un paseo con Gonxal

Un paseo con Gonxal

Gonxal y yo tenemos un símbolo que nos une. Es una foto del actor James Dean que tienen en el Café Cream, una cafetería mítica de Pamplona, en la Avenida Baiona. Hoy me he encontrado con él, con Gonxal, en el Out of Time y entre cervezas y cigarrillos, me ha contado que la foto ya está de nuevo colgada en la pared. El sitio ha cambiado de dueños y desde hace unos cuantos meses no habíamos estado por allí. Hace poco reabrieron el lugar y nos pasamos para tomar unos cafés y unos tés. Nos llevamos una ingrata sorpresa cuando vimos que nuestra querida fotografía no estaba, y que en su lugar, se mostraba la desolación de la pared fría y desnuda. Intranquilos y preocupados, fuimos a hablar con los camareros. Primero nos dijeron que la habían tirado a la basura, muy graciosos ellos. Luego resultó que no, que bromeaban. Y el dueño, al ver nuestro interés, nos llevó al almacen. Y allí estaba el bueno de James Dean, con su cigarrillo y su abrigo caminando sobre el suelo mojado de Manhattan.

Hoy le he comentado a Gonxal que tengo esa foto muy presente entre mis pensamientos. Sin ir mas lejos, el sábado pensé en la imagen. Fue de madrugada, hacia las cinco de la mañana. Llovía a cantaros y el alcohol se estaba desprendiendo de mí. Fue un momento en el que me sentí desolado porque el calor de la ebriedad me estaba dejando atrás y es entonces cuando uno se encuentra irremediablemente consigo mismo. Caminé bajo la lluvia por la zona de Carlos III, mientras la gente iba y venía, hablando a voces, felices, subiendo y bajando de los taxis, que a su vez conducían velozmente salpicando agua. Y es que los taxis son los auténticos protagonistas de la madrugada. En fin, que allí estaba yo, irremediablmente solo, incapaz de huir de mí mismo. Como James Dean en la fotografía solo que sin tanto carisma ni masculinidad. Acababa de sentir un pequeño desengaño amoroso, nada grave, solo un poco de rechazo e incertidumbre, como una molesta picadura de mosquito que llama la atención durante la noche, impidiendo levemente el descanso. Cuando llegué a casa me sequé a conciencia, pues había chupado agua hasta hartar.

Gonxal me ha contado que a él le pasó exactamente lo mismo, a la misma hora él también volvió a casa sintiéndose James Dean. Podrías haberme llamado, me ha dicho, pero no eran horas y al sábado no se le podía pedir mucho mas. Y así, hablando de estas cosas y apurando las cervezas, se nos ha ocurrido dejar el Out Of Time, por una vez en nuestras vidas, y salir a pasear por la noche de Pamplona. Y luego puedes escribirlo todo en tu blog, me ha dicho.

Hemos caminado un rato en dirección al centro, a través de la calle Pio XII, hasta el edificio Singular. Yo le he contado que me gustaría hacer una versión de un poema de Machado, ese de "yo voy soñando caminos, de la tarde las colinas doradas, los verdes pinos..." pero ajustado a nuestra vida en la ciudad. Podría empezar algo así como "yo voy soñando aceras y calles, las estrellas ausentes de Pamplona, los dioses derrotados de la noche..." y a él le ha gustado mucho la idea. Así que quizás lo haga algún día. Después me ha contado que tiene un trabajo nuevo, de esos trabajos suyos que consisten en contar y observar pájaros, y me he ofrecido para echarle una mano y hacerle compañía. A mí me gusta imaginar a Gonxal como una especie de gurú de las aves, alguien con capacidades especiales para comunicarse con la naturaleza, como el mago Saruman en los bosques de Rohan, o el mago Merlín en la corte de Camelot. Tonterías mías. Y como estaba tan a gusto paseando con él, me ha dado por imaginarme Pamplona en la antigüedad. Es un buen ejercicio imaginar que uno viaja en el tiempo cuando entra en el casco viejo por la calle San Nicolás. Le he contado que ayer estaba aburrido, y me pusé a indagar sobre Pablo Sarasate. Encontré en internet algunas fotografías interesantes, una en la que salía con su bigote grisáceo, asomado al balcón de La Perla y con su violín bajo el brazo.

El caso es que hemos entrado en San Nicolás. Hemos echado un vistazo a la iglesia, porque a ambos nos gusta mucho la almena medieval que está detrás y que han limpiado recientemente. Se ve muy bien desde la callejuela de Casa Paco, alguno sabrá a dónde me refiero. Gonxal me ha dicho que le da pena que la hayan limpiado, porque a él le gustaba oscura y llena de mugre. A mí también, pero supongo que será cuestión de esperar unos años más. Al final nos hemos atrincherado en uno de los bares del final de la calle y nos hemos pedido dos cañas y dos pinchos de jamón y queso. Gonxal ha pagado, porque a mí no me quedaban pelas, lo justo dos pavos para un par de cafés mañana en la universidad. Nos hemos sentado en un rincón y hemos seguido hablando de nuestras vidas, de nuestros desengaños. De amigos que podrían estar con nosotros tomando algo, pero con los que ya no contamos porque se portaron mal. Él me ha dicho que si quiero podemos ser novios nosotros dos y yo me he reído mucho. Le he dicho que no estaría mal, que sería algo con lo que Dios no cuenta. Que podríamos sacarle el dedo y gritarle: jódete, con esto no contabas, cabrón. Pero entonces nos hemos dado cuenta de que Dios es omnipotente, y seguramente se las arreglaría para que Gonxal y yo discutiéramos y volviéramos a quedar como amigos.

Y así, hablando y bebiendo, se nos ha hecho la hora de volver. De camino hemos pasado por la estatua de JJ (Arazuri), porque estábamos un poco melancólicos, aunque felices, y queríamos hacerle una visita a nuestro amigo metálico. Después le he pedido a Gonxal que se subiera a la peana de Arazuri, porque quería hacerme a la idea de la estatura del médico y resulta que es un poco mas bajito que Gonxal. Nos hemos despedido de JJ y luego hemos llegado de nuevo hasta el edificio Singular y yo le he dicho a Gonxal que ése sí que es un castillo de la era moderna. Estaba impertérrito, allí, en medio de la noche, con sus grandes ventanales encendidos y su enormidad. Algún día subiermos. Al cabo de un rato, en Sancho El Fuerte, nos hemos despedido. Adiós, Gonxal, que descanses. Nos hemos separado, caminando en direcciones opuestas, y me he vuelto a acordar de la fotografía del gran James Dean. Y allí estaba yo, solo otra vez, sin tanto carisma como el actor, pero qué narices, también valiente y decidido. Y es que algunos hombres sufrimos una extraña condena, la de las canciones de Sabina y los actores americanos de los cincuenta.

Me he hecho un tumblr

Escribo para decir eso, que me he hecho un tumblr. La dirección es esta:

http://hombremonstruo.tumblr.com/

Lo actualizo mas a menudo, porque me entretiene y apenas supone esfuerzo. Es un blog para vagos. Podéis visitarlo y tal, si os aburrís. Ultimamente no escribo mucho aquí, pero hago otras cosas así que no me importa. Hoy he quedado con Amaya, una de las grandes lectoras de este blog y estoy muy contento, así que he pensado que era un buen momento para actualizarlo, contaros que estoy vivo y poco más. Me ha regalado cuatro pastelitos de Seattle, de chocolate y mantequilla de cacahuete. ¿A qué sabrán? Tengo mis dudas pero yo creo que me gustarán. Además han venido desde muy lejos para caer en mis manos. Esperaré al momento adecuado para degustarlos.

Si no se me ocurre nada que poner aquí, quizás os enseñe algunas de las tonterías que suelo escribir en verano, cuando hace sol, vivo sin preocupaciones y tengo tiempo. Últimamente también ando mucho por foros y tal, pero la gente no me acepta, porque a mí me gusta hablar de chorradas, filosofar y que haya buen rollo, y en cambio, en internet ahora prima hacer el trol, el flamer y esas cosas que nunca entenderé.

La vida continúa con su transcurso inagotable, y este rinconcito de internet se mantiene inalterable, intacto, igual que hace seis años, con todas mis tonterías y mis sueños de adolescente. Ahora la vida se me antoja complicada, en ocasiones, pero me siento libre y capaz de superar cualquier impedimento. Me alegro de estar vivo. Otro asunto pendiente que tengo es el de darle un repaso a la lista de las cien cosas. Hay que cambiar algún propósito, hacer algún ajuste. Por ejemplo, yo creo que en estos días es difícil mantener una buena autoestima, al menos para mí, que le pido demasiado a la vida. Pero es un deber personal esforzarse por valorarse a uno mismo, ¡Y creo que cada uno debería intentarlo! Y poco mas que contar, nos leeremos pronto.

Andy

Andy

Dicen que hace unos dos meses entró al hostal de Edimburgo en el que mas tarde yo pasaría mis vacaciones, un inglés en malas condiciones. Llevaba una barba de semanas, tupida y negra. El pelo corto, unas zapatillas rotas y una ropa sucia y agujereada. ¿De dónde venía? ¿Era un indigente? ¿Cuál era su ciudad de origen? Son cosas a las que no respondió durante toda su estancia. El segundo día apareció con ropa limpia. Calzado nuevo, un jersey azul y unos vaqueros. Y sin barba. Yo no lo conocí por aquel entonces, pero os puedo asegurar que este era su aspecto, pues jamás se cambiaba de ropa. Dormía siempre con lo mismo y creo que ni siquiera pasaba por la ducha. Se llamaba Andy.

Cuando yo llegué, Andy era simplemente un tío raro que siempre dormía en la cama de al lado de la puerta. Todas las noches, se las pasaba con el ordenador sobre las rodillas, pero sin hacer apenas ruido. Y por las mañanas, cuando yo salía a hacer turismo, el permanecía ahí, dormido hasta las once o las doce. Al caminar por el hostal, apenas hacía ruido, caminaba de forma ligera y rápida. Y cuando hablaba, lo hacía con una voz sorprendentemente suave y dulce. Tenía los ojos claros. Esto lo descubrí mas tarde, hacia la tercera noche que pasé allí. Me di cuenta de que no era un simple tirado cuando hablé con él por primera vez. No era un tipo caluroso, pero desde luego era un buen conversador. Hablaba despacio con los extranjeros que estábamos allí, consciente de que muchos no dominábamos del todo su idioma. Y después, escuchaba con mucha atención todo lo que le decían. Deduje que era una persona culta viendo los temas de conversación que sacaba a la luz. Le gustaba hablar de leyes, del estilo de vida occidental, de las diferencias culturales entre su país y el de otros. También entendía mucho de cine y literatura. Su escritor preferido era George Orwell y criticaba constantemente nuestro estilo de vida. No entendía el consumismo ni la vida desenfrenada.

Desde que hablé con él por primera vez, todas las noches procuré unirme al corro de parroquianos. Muchos éramos simples turistas, y otros llevaban a su espalda una larga estancia durante la cual se habían dedicado a buscar trabajo, sin mucho éxito. Pero a todos les gustaba la compañía de Andy. Él se sentaba en una silla y se abría una cerveza, y nos hablaba de las costumbres inglesas, o de sus viajes. Casi siempre tenía una cerveza en la mano. Por las tardes, solía ayudar a los huéspedes inmigrantes con lo que podía. Les daba consejos para aprender inglés, o les enseñaba a hacer curriculums. Pero nadie sabía realmente que hacía allí. Algunos pensaban que era un vagabundo muy extraño. Otros decían que habría reñido con su familia. Él decía que era informático y que estaba buscando trabajo, aunque nunca lo vi salir del hostal. En una ocasión me dijeron que habían visto su curriculum y que era realmente increíble. Había trabajado en multitud de instituciones importantes, como bancos, empresas multinacionales, etc.

El último día que estuve allí, lo vi aparecer en el vestíbulo. Me voy, me dijo. Estaba completamente aseado y repeinado, afeitado y llevaba una camisa limpia. Casi parecía una persona completamente normal. Dijo que se iba a otra ciudad y no dio mas detalles.

¿Qué historia se ocultaba detrás de Andy? ¿Que habrá sido de él? Son cosas que nunca sabré. Él jamás hablaba sobre su vida y nadie se atrevía a preguntar. A mí me gusta pensar que simplemente era un inadaptado. Un trotamundos que gustaba de vivir así. Un viajero. Y me recuerda, sin duda, al Lobo Estepario de Herman Hesse. Creo que detrás de Andy, se escondía una historia triste. Intuición.

Carta a Don Enrique de Diego

Esta carta la firmamos mi padre y yo. No porque él la haya escrito, sino porque las ideas que están aquí reflejadas son las de ambos. Son reflexiones que ambos nos hemos ido haciendo durante estos días atrás y que ahora, yo me he dedicado a redactar debidamente. Espero que se entienda que en este discurso solo hay sinceridad.


Querido Don Enrique de Diego,

Debo felicitarle por un vídeo que vi de usted. Uno que colgó Jesús Lebrero en twitter, uno de 20TV en el que usted aparecía diciendo, entre otras cosas, que las autonomías sobraban, que los políticos no debían tener privilegios, que era prioritario perseguir la corrupción en el gobierno, que nuestros políticos no estaban preparados, que la monarquía sobraba, etc. Le felicito. En mi casa, donde hasta hace poco no le conocíamos de nada, estuvimos de celebración el día en que descubrimos ese vídeo. "Un señor dice en internet que hay que quitar las autonomías", no podíamos creerlo. Es usted el primero que dice algo así en un medio público. Es cierto que no es el primer reformista que aparece en el panorama. Pero si el primero que se atreve a cuestionar ciertos pilares de nuestro sistema.

Cuando yo era niño, me enseñaron que el gobierno de Navarra (donde por suerte o por desgracia me ha tocado vivir) era la panacea. Recuerdo que con el colegio, nos llevaban a ver el parlamento de Navarra y allí, consejeros y parlamentarios de varios partidos nos trataban de forma impecable. En esos días aprendíamos muchas cosas, no voy a engañarme, pero la lección que mas ha perdurado en el tiempo ha sido: las autonomías son buenas. A los españoles se nos ha metido en la cabeza que este sistema es el correcto. Estoy de acuerdo con usted cuando dice que hay que perseguir la corrupción, que los corruptos son todos iguales sean del partido que sean, pero no puedo evitar preguntarme, ¿No será que nuestro sistema favorece el encubrimiento de estas acciones ilícitas?

Iré al grano. Usted dice que hay que meter en prisión a los que enseñan el odio a España en los colegios, y define ese odio a España como traición pública. Para mí la traición es robar al pueblo desde la impúnidad que da el cargo público. Y además usted no se da cuenta de que todo el odio del mundo tiene la misma cara. El que se enseña en Bilbao y el que se enseña en Madrid. Esto lo se yo porque en Pamplona, debido a su situación geográfica, nos ha tocado ver banderas de dos colores distintos. Y las personas que las portan, hablan de la misma manera. Incluso con las mismas palabras, y los mismos argumentos. Quieren ante todo, ser distintos de los que viven a unos pocos kilómetros mas al norte o al sur, pero no pueden huir de la realidad, a saber, que son exactamente iguales. Por eso yo he aprendido que las banderas, solo son trozos de tela hatada. Trozos de tela que recurren al color porque ya no les quedan otras cosas que las diferencien. Trozos de tela que representan un gobierno, un país, una cultura, realidades tal vez grandes por sí solas, pero pequeñas en comparación con la cultura humana. Los que alzan las banderas, creen que su cultura y sus antepasados son mas importantes que los de al lado, y por eso piensan que se merecen, con urgencia, una buena frontera que los delimite. Y la ironía es que los de al lado, piensan exactamente lo mismo. Cuando en realidad, lo que la cultura necesita es que no haya fronteras. O mejor dicho, que haya cada vez menos fronteras. Lo que la cultura necesita es convivencia y mestizaje. Me imagino que a usted todo esto le parecerán desvarios de un joven y cuentos de fantasía.

También quería decirle que, llegado a este punto en el que ha puesto las tripas sobre la mesa, en el que ha afilado su lengua y se ha atrevido a decir cosas que nadie ha dicho, en el que ha llegado a plantearse algunos de los pilares de nuestro sistema, tarea que no es nada fácil para los que vivimos inmersos en él, creo que no debe quedarse a medio camino. Para mí, decir que uno es de derechas o de izquierdas, es jugar al mismo deporte que los políticos que han arruinado el país. Rompa con esas normas, con ese yugo que es el sistema político partidista y entonces, le llamarán excéntrico, le llamarán raro. Pero no le llamarán facha, no le llamarán radical, porque estará claro que usted es libre.

Y para terminar, tengo que tocar un tema con el que mi padre insiste mucho. Navarra es una comunidad en la que se ha potenciado mucho el regionalismo, igual que en el resto de comunidades de España.  Una comunidad en la que las historias del rey Sancho el Fuerte, de Íñigo Arista, de Sancho I, siempre han estado en primera línea de fuego. ¿Y sabe qué? La única persona que me ha hecho llegar hasta mí una cultura hispánica ha sido Don Arturo Pérez-Reverte, del que he aprendido la historia de Sevilla y la Casa de Contratación de Indias, la importancia del dos de mayo en Madrid, la batalla de Rocroi, la última de los tercios españoles. Y mas aún, la derrota de Napoleón en Moscú, la forma y color de las guerras modernas, la sangrienta colonización de Sudamérica, entre otras cosas.

Humildes opiniones, pequeñitas como motas de polvo que flotan a la deriva, han sido aquí expuestas. Yo no quiero llamar su atención ni ponerle en entredicho, pues hoy por hoy, tiene usted mi respeto. Solo le invito a la reflexión. Reflexión a la que, confío, siendo usted democrático y orador, se someterá de buen grado. Un saludo.



Sobre Arturo Pérez-Reverte

Sobre Arturo Pérez-Reverte

Hettar siempre dice que cuando leo un libro siempre tiendo a querer ser como los personajes. Me pasó con El maestro de esgrima. Lo leí y ya me veía a mi mismo empuñando un florete y dando clases de esgrima. Me pasa mucho con los libros de Pérez-Reverte. Por ejemplo, recuerdo cuando leí los libros de El capitán alatriste. Me moría de ganas por empuñar una pistola de mecha e ir disparando a la gente por ahí, o acabar en el frente de Flandes, practicando el pillaje en las trincheras y ocupándome de que mis compañeros no cometan violaciones. A punta de pistola, claro. Sin ir mas lejos, el otro día me leí por primera vez Territorio Comanche. En una sentada. Toda la noche, me llevó. Y al acabarlo, pensé: joder, como me gustaría estar en un frente de guerra. Cualquier cosa con tal de ver lo que pasa ahí fuera y salir de Pamplona.

Pero estoy contento. Estoy contento porque estos días me he dado cuenta de una cosa. De que uno de los elementos básicos de mi educación en esta vida ha sido Arturo Pérez-Reverte. Desde pequeñín, quizás mis padres, quizás por mi mismo, he crecido leyendo sus textos y sus novelas. Y reflexionando sobre las cosas que decía este señor. Ahora, cuando veo su cara, cuando veo esa sonrisa tan segura de sí misma, esa mirada penetrante y esa forma de gesticular, me llegan fuertes recuerdos de mi adolescencia. Recuerdo un episodio, de entre muchos. Un profesor de historia nos hizo leer El capitán alatriste en el instituto. Yo ya lo había leído, pero le di otra pasada, no importó. Recuerdo las críticas que este profesor recibió. La gente, los padres de mis compañeros, los que opinaban sobre el asunto, decían que como podían hacernos leer un texto de ese impresentable. Yo no lo entendía muy bien, y aún hoy me cuesta creerlo, que alguien tenga semejantes prejuicios contra este señor. Hoy creo que lo comprendo un poco mejor, eso sí. Porque es una persona cargada hasta los topes de vitalismo, de experiencia. Muchas veces, cuando habla, dice cosas nacidas del mismo seno de la experiencia. Sus palabras tienen muchísima carga vital. Para muchos esto debe de ser motivo de temor, quizás no sea facil soportar semejantes dosis de verdad de una sentada.

Ahora, con todo esto de la crisis y el salir a la calle y tal, se está haciendo mucho eco. Antes hablaba, Arturo lleva criticando a los políticos desde hace mucho, y a mas de uno debía sorprenderle. Ahora, el contexto social de España está demostrando que tenía razón en muchas de las cosas que decía. Cada vez somos mas los que creemos en aquello de "desconfía de quien tenga un solo libro", o eso otro de "los canallas, los fanáticos y los demás". Y yo, la verdad, me alegro de haber aprendido esos valores de pluraridad y perspectivismo desde joven. Yo creo que lo mejor que un joven puede aprender, y quizás lo único que se debe afianzar en la mente desde joven, es a rechazar el fanatismo. A aprender que no, que la vida está llena de pensamientos y de opiniones y que hay que contemplarlas todas para elaborar juicios decentes. Y que siempre hay que someterse a juicio a uno mismo. Que hay que leer, saber, conocer mucho para opinar y tratar de ayudar siempre con las palabras, no de joder al personal. Para mí, estos son también valores Ortegistas. Posiblemente el filósofo fue de los primeros que los enunció debidamente en este país. A mí me han educado con ideas Ortegistas. Lo cual no significa nada, simplemente, que alguien ha preparado un lecho en mi mente para ir recibiendo futuras ideas debidamente.

En fin, pues siguiendo con el perspectivismo, también suelo leer críticas muy fuertes. Tanto hacia Arturo Pérez-Reverte, como hacia Ortega y Gasset. De los dos se dice, por ejemplo, que son unos vendidos. El uno, que se vendió al franquismo que tanto criticó. Y del otro, que va de independiente, pero se esconde en el ala de El semanal, la revista donde publica semanalmente. La verdad es que de Reverte me cuadra. Quizás yo no utilizaría la palabra vendido. Pero el mismo suele decir que la vida está plagada de tonos grises. Quizás sus columnas independientes abonan a un periódico que no lo es, pero a cambio, tiene la oportunidad de llegar a mucha gente. De todas formas es igual, yo critico las ideas, las personas son personas.

Comentaba ayer, charlando entre amigos, que me alegro de ser contemporáneo de este señor. Siempre me pasa, cuando leo los textos de Mariano José de Larra, que también criticaba duramente el ambiente en el que vivía, que me quedo con las ganas de ver como reaccionaba su contexto. Que se decía en las calles de sus artículos. Como era, que opiniones se tenían de él. Con Reverte puedo ver todas esas cosas y me alegro.

Y eso es todo. Muchos diréis que hablo así porque tengo enormemente idolatrado a este señor. Es posible, la verdad, no lo se. En cualquier caso me da igual, porque yo no les tengo apego a mis ideas. Entre comillas. Quiero decir que mis ideas son mías, que el que opina siempre debe tener solidez, y debe saber argumentar y poner las cosas difíciles a sus interlocutores. Pero cuando uno descubre que está equivocado, hay que desechar todo eso. Algo que deberían aprender muchos es que las ideas políticas y filosóficas no merecen ninguna lealtad, quizás algo de respeto y consideración.

El camarero triste

 

Esta es una entrada que escribo un poco rápido. Vengo de echar un café en un bar al que suelo ir de vez en cuando. El camarero, extranjero, hoy estaba bastante triste. Le hemos preguntado si estaba cansado y nos ha dicho que no. Que estaba triste. A mí me ha dado un poco de pena, pero no demasiada. Supongo que este caso es uno de esos que tiene la Navidad, uno de esos tópicos navideños. Cuando nos hemos ido, le he estrechado la mano y le he dicho, no estés triste, hombre. Tiene que ser duro estar lejos de los tuyos en este día. Yo tengo la suerte de poder cenar con mi familia. Así que espero que para él no sea esta una tristeza destructiva, que sea de las que se pasan ligeras, de las que te enseñan a valorar las cosas buenas. Espero también que tenga la suerte de poder volver con su familia el año que viene, en estas fechas.

Y eso es todo. Me he acordado de una canción de Atahualpa que habla de este tema, así que os la enseño para que veais lo importantes que son los seres queridos y el hogar. Un saludo a todos y felices fiestas.

El atracador (II)

Hay que ver como pasa el tiempo. Ya dentro de poco se acabará el año. Julen, un amigo, me dijo el otro día que desde que escribo en el blog de Hettar&Hatta ya casi no escribo aquí. En realidad, si yo pudiera elegir, escribiría en muchos blogs y páginas. Es mas, si estuviera en mi mano, me pasaría los días escribiendo sin parar, aunque tal vez, si hiciera eso, acabaría soltando paridas. La realidad es que últimamente le doy mas caña al otro blog porque es un proyecto que está empezando y va bastante bien. En unos meses, me gustaría aumentar el ritmo y escribir mas allí y aquí. Pero mantener un blog no es algo fácil. En las épocas en las que menos he escrito, he hecho como mínimo una entrada al mes. Hacer un texto a la semana, por ejemplo, ya empieza a tener su miga. Obviamente uno siempre tiene cosas que decir, pero debe estar motivado y concienciado en cierto sentido, para poder explayarse de manera entretenida y sin que sea un peñazo. Ya veis. Pero como propósito de año nuevo, está bastante bien. Esforzándome y poco a poco, confío en que pronto pillaré un buen ritmo y podré escribir mucho. Como en los viejos tiempos.

A parte de esta reflexión, también quería contaros el final de una aventura que se me quedó un poco a medias cuando la relaté hace casi un año. Diez meses, en realidad. Sí, se trata de aquel intento de atraco, un poco chapucero, que sufrí en mis carnes el pasado mes de febrero. Resulta que el fin de semana pasado estaba con algunos amigos en un bar. Ahora, con esto de la ley del tabaco, los que salimos de bares algunas noches, nos pasamos tanto tiempo fuera, como dentro de los locales. En invierno es un poco fastidioso, por el frío mas que nada. Pero por lo demás es un nuevo hábito que me gusta, porque dentro de los bares ponen la música tan alta, que casi no puedes ni charlar con los amigos. El caso es que estábamos ahí, en la puerta de un bar, cuando se acercó aquel personaje que intentó atracarme. Se acercó y nos preguntó si alguno lo conocíamos de algo. Se me quedó mirando y yo le dije que sí, que nos conocíamos, y el asintió. Es cierto, tu y yo nos conocemos, me dijo.
Estuvo bastante pesado, la verdad. Por suerte no estaba violento ni enajenado como la última vez, pero no paró de darnos la chapa durante unos minutos, contándonos anécdotas y asuntos turbios que no venían a cuento. En un momento de la conversación, me ofreció la mano y me dijo: lo siento si alguna vez te he tratado mal. Yo se la estreché concienzudamente y lo perdoné de manera sincera. Me sentí bien al hacerlo. Después nos preguntó si podíamos darle algo de dinero. Tardó bastante en hacerlo, la verdad, yo esperaba que lo hubiera hecho bastante antes. Por desgracia para él, apenas llevábamos metálico encima y de todas formas, no creo que le hubiésemos dado nada, porque era obvio que se lo habría gastado en cocaína o algo similar.

Y así, como había venido, se fue. Me dijo, por cierto, que llevaba prácticamente un año en la cárcel. Supongo que cuando le pusieron las esposas conmigo agazapado tras una esquina, fue cuando se acabó su libertad. Quizás, el día del intento de atraco y las amenazas, estaba en la calle gracias a algún tipo de permiso. Quien sabe. Veremos si me lo vuelvo a encontrar algún día por la ciudad, ya os contaré.

Ese efecto onírico

Me he levantado hace poco y aún estoy con el apelmazamiento de la mañana. Con los músculos que no responden al cien por cien, y la cara algo hinchada. Me siento un poco raro, como si pesara algo dentro de mí, y es por un sueño que he tenido. Los sueños a veces me dejan algo turbado, a veces porque son muy raros y me quedo pensando, ¿Cómo he podido soñar algo así?
Hoy he soñado con una persona en la que no pienso desde hace mas de un año ya. Y no es que apareciera de pasada en mi sueño, sino que todo él giraba en torno a ella. Y ahora, ya veis, después de año y medio sin tener contacto alguno con esta persona, me encuentro echándola extrañamente de menos. Cosas que tienen los sueños.

Como soy yo

Ultimamente estoy teniendo unos días muy poéticos, o mas bien, muy cargados de poesía. Ando releyendo viejos poemas, y algunas webs que me han recomendado hace poco. Pero mas que nada, ando enganchado a las canciones y los versos del inmortal Atahualpa Yupanqui.
Hoy ha sido uno de esos días de reflexionar un poquito, como díría mi amigo Hettar, de pararse, de echar una birra y mirar atrás. He escrito este poema, mediocre, pero es lo que hay. Bastante introspectivo, pero me apetecía mirarme un poco a mí mismo.

No pertenezco, quizás,
a ningún lugar.
Soy de esos
apátridas,
por llamarlo de alguna forma
que suene poco despectiva.
De esos con pies en el suelo
que se pasan media vida
mirando arriba.

En mi cuarto siempre suenan
canciones melancólicas,
turbias, profundas, agónicas.
Esas que dejan
resaca de vinagre a las mañanas
suave miel de noches desveladas.

No creo
en dioses que me azucen
con banalidades dulces.
A veces por una coplilla
lloro si estoy prendido
y practico devociones
en rincones escondidos.

Acostumbrado a andar solo
no preciso compañía,
mas mataría
algunas noches
por compartir mi cama.
Algunos días
huiría, querría
surcar montañas y cerros.
Será que siempre he tenido
algo de alma de viajero.

Animal

Hace poco conocí a Patxi Ezkieta, un artista muy influyente de mi ciudad. Hablamos durante un rato. Para aquel entonces yo ya tenía lo que era una idea, o tal vez un proyecto, de canción. En el fondo siempre tengo en la cabeza algo relacionado con la música. Bien porque se me haya quedado grabada alguna estrofa de alguna canción conocida, o porque haya descubierto unos acordes que suenan bien tocados uno detrás de otro. Es igual.
No se como surgió en mi conversación con Patxi, no se muy bien de que hablábamos, pero sí recuerdo algo que le oí decir y que me gustó mucho. Me dijo: yo no tengo mucha humanidad, yo lo que tengo es mucha animalidad. Esa frase tan cargada de poesía me trastocó un poco al principio, pero luego empezaron a ocurrírseme algunos versos. Al día siguiente cogí la guitarra y lo junté todo un poco. Y en una semana, había compuesto una canción. Desde luego no una canción brillante. Ni siquiera me atrevería a decir que se trataba de una buena canción. Ni la composición era nada del otro mundo ni tampoco mi forma de interpretarla. El fin de semana pasado se la enseñé a mi hermana, Laura, y también a Nuria, y a ambas les gustó mucho. Eso me dio ánimos.

El domingo tuve que coger un tren, a eso de las diez de la mañana. Estaba muerto de cansancio pero con mucha energía al mismo tiempo. Recuerdo que cuando subí a mi vagón, me hayé totalmente descolocado. Tal vez porque tenía muchas cosas en las que pensar y tal vez porque acababan de darme un buen beso, y los buenos besos siempre le dejan a uno desubicado. Allí conocí a Luis, un actor vitorino. Luis estaba sentado en su butaca, del lado del pasillo, y me preguntó si mi asiento era el de la ventana. Yo miré los números y vi un cuatro donde realmente había un dos. Personalmente creo que cometí la confusión porque cuatro es el cuadrado de dos, eso y que estaba un poco alelado. Aunque parezca mentira, siempre cometo esas confusiones con las potencias. Será porque en la universidad me tienen a vueltas con ellas todo el día. Es igual. El caso es que dije que sí, y Luis me dejó pasar. Me senté a su lado.
La conversación con Luis fue estimulante. Por la manera que tenía de hablar de cine pensé que debía ser un buen actor. Despertó en mi mucha curiosidad por el cine español y por algunas películas, pero también tocamos otros temas. Hablamos de deporte y de poesía. Incluso acabamos leyendo algunos poemas que Luis llevaba encima, y uno de Goytisolo que llevaba yo en la cartera. Ya veis. El viaje se me pasó volando. Hacia la mitad llegó la señora que era dueña legítima de mi asiento, y aceptó gustosa a cambiármelo por el mío.

Y así, cuando llegué a casa empecé a pensar en la canción que había compuesto. La manera en la que Luis me había hablado de sus papeles en cortos y de las obras de teatro que había interpretado, me hizo sentir cierto cariño hacia mi canción. La toqué solo, en la intimidad de mi cuarto, y cuando lo hice, pensé en muchos autores. En cosas malas que me habían pasado, pero también en muchas cosas buenas de las que me enorgullecía. Y como no en aquella frase de Patxi Ezkieta en la que reconocía abiertamente su animaliad. Tal vez todo ese orgullo me llevó a exponer mi persona en internet. No lo se.

Una vez dijo un sabio - Poema

Una vez dijo un sabio - Poema

Una tontería que se me ocurrió el otro día, en honor a Eduard Punset.

Miedo, fear, peur, angst.

Una vez dijo un sabio
que la esencia de la felicidad
es vivir sin miedo.

Miedo, fear, peur, angst.

Yo no se
cúan sabio era ese sabio,
mi exnovia decía
que era un cantamañanas.

Miedo, fear, peur, angst.

Pero una vez dijo un sabio
que la esencia de la felicidad
es vivir sin miedo.

Miedo, fear, peur, angst.

A mi me resulta incómodo
cuando me oprime el pecho.

Echar a correr

Soy un bestia. Ayer me disfracé de deportista, me puse unas zapatillas, un pantalón de chandal y una camiseta. Tomé, sin necesitarlo, un par de inhalaciones de bentolín. Salí de casa y eché a correr como alma que lleva el diablo. Ultimamente la rabia se me cala a los huesos. Antes no me pasaba, por supuesto. Y tampoco le doy mucha importancia. Pero a veces el aburrimiento, los malos recuerdos, que en mi caso son muchos (o tal vez muy intensos) y todo lo demás, me impregnan de ganas de golpear. Tal vez estéis pensando que salí de casa dispuesto a partirle la cara al primero que encontrase. Pero como todavía no me he vuelto un loco psicótico, no hice eso.

Una vez oí, o leí, o mas probablemente vi en alguna película, que lo de descargar agresividad con el deporte es un mito. Vamos, que si eres una persona que se considera violenta, que no aguantas que te tosa ni cristo, no debes hacer, por ejemplo, boxeo, para controlar tu ira. Porque el boxeo, según ese razonamiento, en todo caso lo que hace es potenciar tu agresividad y de todas formas, si la elimina, será solo a corto plazo. Por lo tanto, no lo olvidéis, si sois violentos, visitar a un especialista de esos y dejad de serlo. Pero no os pongais a dar leches por diversión.

Tampoco se hasta que punto es cierta esa teoría. Algún día, si tengo la ocasión, se lo preguntaré a un psicólogo. Yo no soy violento. No me considero violento por definición, aunque si que alguna vez he sentido esa punzada. Pero siempre la he ignorado y fuera. No me preocupa eso, y ayer tenía muchas ganas de correr. Corrí como un diablo. En la vuelta del castillo, el parque que hay cerca de mi casa, había mucha gente corriendo. Solo aguanté veinte minutos, que tampoco esta mal teniendo en cuenta la velocidad que llevé. Adelanté a todo el mundo. Sí, a todo con el que me cruce. Y al final el pecho me dolía tanto que pensé que me iba a pasar algo. Y mis pulmones subían y bajaban muy rápido. En serio, muy rápido. Jamas los he visto moverse así. Hoy me duelen un poco las piernas, pero se pasará. Tal vez lo repita todas las semanas. Podrían ser mis veinte minutos de ira.

El camino a la meta

"Y algo importante, os animo a todos a que os hagáis una lista. Es una lista de las 100 cosas que queréis hacer antes de morir. La revisáis cada año, cada 2 años. Os animáis cuando veis que habéis cumplido uno o dos objetivos. Con eso es suficiente. Esto no marcará el rumbo de vuestra vida, sino que os permitirá ver la evolución que vosotros mismos lleváis. Cambios de objetivos, os quedáis horrorizados al descubrir que deseabais hacer hace dos años, veis que muchas cosas la habéis cumplido sin querer."

Esas palabras las escribió mi colega Hettar en su blog hace año y medio.

http://hettar.es/el-camino-a-la-meta/

Y el otro día las releí, no se muy bien porque. En su día no me atreví a hacer mi propia lista. Pero por fin la he hecho. Mi lista no es tan divertida ni tan buena como la de Hettar, pero ahí está. Tal vez diga mucho de mi mismo y me da un poco de miedo publicarla en internet. Pero, queridos lectores, esto es lo que soy y no hay nada mas que esto. ¡A ver que os parece!


Cien cosas que tengo que hacer antes de morir.


1 - Conseguir que mis padres estén orgullosos de mí.

2 - Hacer que no haya ni pizca de rencor ni de odio en mi corazón.

3 - Tenerlo todo muy claro.

4 - Acabar la carrera.

5 - Tener un trabajo que me guste.

6 - Tener un trabajo en el que pueda desarrollar mi creatividad y en el que no me mande nadie.

7 - Hacer veinte canciones, y que todas hagan reir o llorar.

8 - Tener un bigote como el de Nietzsche.

9 - Tener un bigote como el de Dalí.

10 - Amar tanto a alguien que sienta que me vaya a romper en dos.

11 - Vivir fuera de Pamplona y ser completamente autosuficiente.

12 - Hacer una travesía por Chile, recorriendo medio pais hacia el sur acampando, ver el monte Aysén y tocar canciones de Jorge Cafrune por el camino.

13 - Ver una aurora boreal, preferiblemente en Noruega.

14 - Tener muchos amigos verdaderos, de los que no traicionan, no desprecian, y no se creen superiores a ti.

15 - Tener una noche mágica.

16 - Conocer mas a mis antepasados y a mi abuelo Antonio Amat.

17 - Confiar en la gente.

18 - Ayudar a mucha gente.

19 - Durante una temporada, tener unas relaciones sexuales muy abundantes y satisfactorias.

20 - Hacer un concierto muy divertido, no es necesario que asista mucha gente.

21 - Acabar mi libro de cuentos, que Julen me lo ilustre y que se publique en librerías.

22- Escribir una novela de aventuras.

23 - Ser el guionista de un comic en el que los personajes sean extravagantes, ridículos y atractivos. Y que el protagonista sea Íñigo Bidegain. Y que le ayude Mr. Champiñón.

24 - Ser el guionista y director de una película de humor, pero con mucha enseñanza, como La tapadera, de Woody Allen.

25 - Ser actor.

26 - Demostrar a la gente que me quiere que la vida es maravillosa.

27 - Acabar el cuento de Historias de arcoiris.

28 - No dejar nunca de escribir en el blog Paperback Writer.

29 - Ser completamente libre, teniendo mi propio estilo de vida y haciendo las cosas que me gustan.

30 - Vivir en una ciudad enorme, que tenga metro.

31 - Pesar 80 kilos y estar en forma.

32 - Vivir en un país pobre y ayudar a los que vivan allí.

33 - Enseñar a mucha gente a pensar por sí misma, a creer en la democracia y a derrocar por completo a la clase política actual.

34 - Poder decirles a mis artitas preferidos, en persona, cuanto les admiro.

35 - Poner una rosa roja en la tumba de Machado, fumarme un cigarro mentolado en su honor y derramar algunas lágrimas recordando sus versos.

36 - Conseguir que un fundamentalista político o religioso deje de serlo.

37 - Encontrar a la mujer de mi vida y tener hijos con ella.

38 - Hacer que mis amigos estén orgullosos de mí.

39 - Tener un velero y llamarlo Cafrune.

40 - Pasar un día en el que el sexo sea la principal actividad.

41 - Ser detective.

42 - Volar en avioneta.

43 - Participar en EL REV y salir arioso y triunfante.

44 - Tener una gorrita de capitán y hacer una travesía larga en el Cafrune, con buena compañía y gritando al mar frases de Arturo Pérez Reverte.

45 - Aprender a tocar y cantar las Coplas del payador perseguido.

46 - Perdonar a todo el que me haga daño.

47 - Ser siempre humilde, no ser ambicioso, ni ególatra, ni egocéntrico.

48 - Trabajar en la radio.

49 - Hacer una gran travesía por los pirineos, como hizo mi padre en su dia.

50 - Tener una buena salud mental.

51 - Poder ayudar siempre a mi hermana y conseguir que todo le vaya muy bien en su vida.

52 - Tener una casa muy bonita para poder ser el mejor anfitrión y el mas hospitalario.

53 - No estar nunca solo.

54 - No olvidar nunca a mis amigos del instituto.

55 - No olvidar nunca a los buenos profesores que he tenido y tendré, para poder hablar de ellos a mis hijos.

56 - No olvidar nunca a los buenos amigos.

57 - Morir rodeado de la gente a la que quiero.

58 - Jugar a muchos videojuegos que me inmersen.

59 - Rechazar siempre la violencia como medio para conseguir nada.

60 - Leer muchísimos libros, a ser posible novelas.

61 - Ayudar a la asociación Alter Paradox y hacer una canción sobre ella.

62 - Visitar cuba, Paraguay, casi todos los paises de sur américa, los polos, todo el norte de europa, el centro de África, Japón, Oceanía, alguna isla del pacífico que esté perdida y el Tibet.

63 - Ser un gran guitarrista de acústica.

64 - Ser un gran armonicista.

65 - Tomarme una horchata en el puerto de Valencia.

66 - Ser siempre sincero.

67 - Creer en los demás por encima de mí mismo, del dinero y de los lujos materiales.

68 - Renovar la cabaña de los Amat de Ateca.

69 - Conseguir que mi gato Sócrates tenga una vida larga y próspera.

70 - Pintar un oleo.

71 - Ser un gran informático, capaz de entender por completo el funcionamiento de la red y los entresijos de la programación, y aplicarlo a una ciencia u objetivo para que sea realmente útil.

72 - Tener una vespa para moverme por la ciudad e ir a clase.

73 - Avanzar en Karate.

74 - Escribir un buen poema, que esté al nivel de los que me hacen llorar.

75 - Admirar muchísimo a una mujer y querer ser como ella.

76 - Agradecer como se merecen a toda la gente que me quiere.

77 - Permanecer en una azotea, contemplando la noche de alguna ciudad, con o sin compañia, hasta quedar dormido.

78 - Ser columnista y decir verdades como puños hasta que me echen.

79 - Tener sexo temático.

80 - No rechazar nunca una gran comida estilo banquete, de esas con amigos, familia y una pizquita de alcohol para poder cantar y dormir después.

81 - Madrugar el ochenta por ciento de los días de mi vida. A partir de ahora, sino sería imposible.

82 - Tener un tocadiscos.

83 - Creer siempre en el honor, en la lealtad y en el altruismo.

84 - No dejar nunca de escuchar a los Beatles.

85 - Conseguir un disfraz sofisticado y genial, como uno de Jefe Maestro, o similar.

86 - Hacer alguna vez un videojuego.

87 - Ver todas las películas de Akiro Kurosawa y Sergio Leone.

88 - Sacarme el carnet de conducir.

89 - Tener, algún día, una barba enorme que me llegue hasta el pecho.

90 - Encontrar el tesoro de algún antepasado.

91 - Demostrar que el Palacio de la Virreina fue donado a la ciudad de Barcelona con la condición de que si alguna vez llegaba un Amat en apuros, tenía que poder hospedarse, y conseguir que esa ley se mantenga en la actualidad.

92 - Participar en una expedición científica, preferiblemente sobre biología, por cualquiera de los dos polos y tener que realizar tareas de las que apenas entienda su utilidad.

93 - Llegar a viejo y cantar como Johnny Cash.

94 - Ver muchos puertos.

95 - No dar manga hancha jamás a aquellas personas que se aprovechan de la libertad de pensamiento del resto para vivir cómodamente sembrando mentiras e ideologías.

96 - Ver las estrellas y el amanecer desde el Teide.

97 - Ser siempre libre y pensar siempre libremente, sin prejuicios.

98 - Leer toda la obra de Mariano José de Larra.

99 - Leer muchísima poesía hispánica. Miguel Hernández, García Lorca, Neruda, Bécquer, Cernuda, y todos los que aún no conozco.

100 - Ser siempre yo mismo.

El punk mas fresco que sonó en Pamplona - Lo Blanco del Jamón

El punk mas fresco que sonó en Pamplona - Lo Blanco del Jamón

Lo Blanco del Jamón es el grupo musical que junto a los Beatles, protagonizó mi adolescencia y mis años de instituto. Recuerdo muchas noches en los pequeños antros del casco viejo de Pamplona, con Lo Blanco del Jamón, el punk mas fresco, original y bueno que ha sonado en este agujero de ciudad, sonando a todo trapo. Qué bien recuerdo aquellas noches, como fotogramas congelados en mi memoria. Recuerdo a Íñigo con aquella chupa vieja llena de chapas y el pelo cortado en escobilla, mientras cantaba aquella coña en forma de canción, El Blues del Cardo, que rezaba mas o menos así: baila nena el blues del cardo, te arranco una pierna, te arranco un brazo. Y recuerdo enloquecer con aquellos versos, dar botes como un loco bajo las miradas inquisitivas de los camareros, acojonados por lo que le pudiera pasar al bar en cuestión, pero complacidos por todas las cervezas y copas que se les iban de las manos.

Pachen, Dani, Julen, Miguel e Íñigo, también conocido como Bide, eran mis amigos y los componentes del que siempre será mi grupo preferido junto a los Beatles. Y ayer, en casa de Julen, después de un buen desayuno a base de tostadas y café, sentados en la mesa y con el portátil delante, destapamos poco a poco, todo este pasado. Cosa que no estuvo muy fácil al principio, pues Julen no sabía donde había puesto aquel disco, aquella "maqueta número dos" que contenía todos los trabajos, o casi todos, de Lo Blanco del Jamón. Al final apareció, y una a una, fuimos escuchando todas las canciones y comentándolas. Mavelich, El Pá, Partido Liberal, Echa el freno Madaleno, Agua de Borrajas, entre otras. Está me gustaba mucho, esta siempre la tocabais dos veces. Julen me dijo de El Pá, una de sus primeras canciones: es una canción que sin duda habla de esta ciudad. El Pá, sin duda, era una canción que describía muy bien al propio grupo y al ambiente que reinaba aquellos días. Me quedo con una estrofa que decía:

Una ciudad plagada de golidos, con un montón de grupos escondidos, vives en unos tiempos un tanto raros, preferirías vivir hace treinta años.

Una de mis preferidas era Echa el freno Madaleno, canción basada en el relato Micromegas cuya lectura nos recomendó nuestro profesor de matemáticas, Javier Bergasa, una persona que sin duda completa todos estos buenos recuerdos.

Lo Blanco del Jamón fue un grupo que dejó una huella innegable en esta ciudad, y sin duda alguna, en mi persona. Dieron bastantes conciertos, y sorprendían mucho, la verdad. Muchas personas se quedaban atónitas al escucharlos. Desde luego, no por la calidad técnica de la interpretación, ni por la exactitud en los ritmos, ni por la calidad de la voz. Tal vez sí por la frescura, por unas letras que hablaban de divertirse, de las cosas que nos llamaban la atención y que no hablaban de ETA, ni de cárceles, ni de mierdas en vinagre. Eso era lo que hacía que Lo Blanco del Jamón no fuera un grupo de adolescentes mas, eso es lo que les hacías únicos. Una personalidad musical que brillaba con luz propia, un sentido del humor enorme, una inocencia que admiraba todas esas cosas que desconocíamos.

Pero los años han pasado y allí se han quedado mis ratos de dar botes con mi grupo preferido. De lo que ha venido después, poco podría resaltar de esta forma. Y si Lo Blanco del Jamón hubiera seguido tocando, no se que habría pasado. Ojalá algún día vuelvan a aparecer en algún bar. Ese es el sueño de mas pamploneses de los que se piensa. Ojalá algún día vea un cartel en la puerta del Toki Leza, o el Katos, o algún bar similar, diciendo "Lo Blanco del Jamón, el regreso mas esperado". Mientras tanto me pierdo entre los recuerdos que me asaltan con cada canción que voy escuchando. Una vez oí, "si se te acaban los buenos recuerdos, esfuérzate y pronto tendrás nuevos". Yo soy una persona muy dada a los recuerdos, lo cual no siempre es bueno. Pero está bien contar con buenas experiencias, hace que las malas cobren menos importancia.

Lo que se ve arriba es un renderizado realizado sobre una foto que yo mismo tomé.

Me retracto

Hola amigos. Tengo que retractarme. Hace poco escribí un artículo hablando de la ley electoral, se llamaba "voto en blanco". Acabo de eliminarlo porque la información que se aportaba era falsa, sin yo saberlo. Tenía, en el fondo, parte de razón y algunas cosas que decía ahí se pueden rescatar. De momento lo borro integramente para que no genere confusión y tengo pendiente hablar algún día de la ley electoral en España.

Si a alguien le interesa, diré brevemente que: la mayoría absoluta se constituye en el gobierno en la cámara de los diputados, y una vez repartidos los escaños. A la hora de repartir los escaños los votos en blanco apenas se cuentan. Eso sí, se cuentan para ver si una minoría alcanza el mínimo para obtener representación y nada mas. En fin, todo es bastante engorroso. Diría que el ser humano comete errores, pero eso sería una tontería. El que se ha equivocado soy yo. Al menos ahora sabremos que cuando aporte información objetiva, estará muy contrastada.

Pero supongo que está bien reconocer los errores, y en el fondo, no es mala señal. Precisamente, en la entrada anterior a esta, se habla de eso. De no aferrarse a las cosas que uno cree y someterse siempre a juicio. Yo he aprendido a tener cuidado con lo que digo aquí y en otros medios públicos como las redes sociales. ¡Hay que contrastar bien la información cuando se dea informar!

Algunos pensamientos de hoy

Algunos pensamientos de hoy

A veces me asusta la atracción que siento por la ficción. Alex de la iglesia dijo hace unos meses que le gusta tanto el cine porque la realidad es fría, perversa y traicionera. Son unas palabras que se ajustan bastante a lo que me ha pasado a mí en los últimos meses. Pero aún así, es una apreciación que está fuera de lugar. Porque tanto yo, como el señor Alex de la iglesia, tenemos a todos nuestros seres queridos aquí, en la realidad. Y no solo eso, sino que la realidad y la vida son lo que somos. Así que a veces me asusta disfrutar tanto de las buenas historias.

Hoy, por ejemplo, he leído el capítulo de El Hobbit en el que Bilbo Bolsón consigue el anillo único de poder de las manos de la atormentada criatura Gollum. Este pasaje se me ha antojado enormemente divertido y brillante. Muy entretenido y acogedor para un lector como yo. Por eso cuando lo he acabado me he sentido un poco vacío. He mirado a mi alrededor y he pensado; sigo aquí. Mi padre a veces dice que la realidad supera a la ficción. Y estas palabras, lejos de ser una puntual observación, son enormemente esperanzadoras. Creo que, en ocasiones, es verdad. Pocas ficciones pueden superar a día de hoy elementos de la naturaleza como lo es un amanecer, o grandes paisajes naturales. Algunos, lejanos y famosos, pero también los hay cercanos y desconocidos. Un simple bosque florido en primavera, o cualquier valle del norte de Navarra se me antojan elementos hermosos.

También hay cosas entre nosotros, las personas, que hacen que vivir sea algo interesante. Está el amor, están los buenos amigos, está el arte, la música, está el sexo. Bueno, no todo el sexo es bonito, la verdad. Pero en ocasiones, está. Aunque estos elementos se me hacen mas complicados de resaltar ahora. No es que haya dejado de creer en ellos, pero últimamente los experimento poco y mal. Es duro el tema de las personas. Los bienes que nos da la naturaleza están siempre ahí, hoy por hoy, y uno puede disfrutarlos cuando quiera. En cambio, los bienes que te da una persona se rigen, a veces, por razones fortuitas e injustas. Y en ocasiones uno los ve pasar ante sus ojos sintiéndose, sin que sirva de precedente, algo desdichado.
De todas formas, yo soy un gran amante de las personas. Y puede que esto me condene por una parte y al mismo tiempo me salve. Creo que lo que define a un amante es la sinceridad, la incondicionalidad ante el rechazo.

En fin, cambiando un poco de tema, quiero continuar esta reflexión un tanto oscura de hoy con un pensamiento que me ha asaltado mientras volvía hacia casa ensimismado.

Esta mañana me he levantado y he leído citas de personajes famosos, sin quererlo. Una decía, "si dos personas están hechas la una para la otra, se acabarán encontrando por muchos avatares que tengan que pasar". Y así, no voy a mencionar ninguna mas. ¿Alguien recuerda lo que escribí una vez sobre una caja de gaseosas? Buscaré el enlace. Aquí.
Bueno, pues esta mañana me ha pasado algo parecido. La filosofía barata es algo que enerva a mucha gente. Yo no quiero ser simplista. La sabiduría popular en ocasiones, brinda verdadera sabiduría, valga la redundancia. Pero el problema son los dogmas. Las chorradicas. Las frasecitas mal dichas que a veces aceptamos como irrefutables. Esas que al parafrasear hacen que nos sintamos como auténticos filósofos, y nada mas lejos. Por ejemplo, volviendo a la mención anterior. "Si dos personas están hechas la una para la otra, se acabarán encontrando por muchos avatares que tengan que pasar" es una frase que he encontrado esta mañana al lado de un gran nombre. Oscar Wilde, Hemingwey, Einstein, George Onwell, Nietzsche... La verdad es que no he prestado atención. Pero esta frase es una imbecilidad, igual me da quien la haya dicho. Una vez leí en un panfleto una reflexión muy interesante y bastante certera. Era un panfleto sobre una organización feminista, algo de la igualdad de género y esas cosas. Decía: no os creáis el mito de la media naranja. En el mundo hay muchísimas personas, y creer que nosotros correspondemos a una sola es una estupidez. No es mas que una ilusión que aceptamos porque nos da fuerza y tranquilidad. Cof cof, pase lo que pase, por ahí está mi media naranja y cuando la encuentre todo estará bien. ¡Y un cuerno! Ahí fuera tiene que haber, por narices, mucha gente que nos corresponda. Muchísima. Y aunque tendamos a caer en los brazos de una sola, eso no significa que estemos predestinados. Podemos ser felices con una persona, cierto. Pero las almas gemelas no existen. Y aunque las personas son irremplazables por si solas, cada persona tiene algo que ofrecer al mundo.

Este es un problema que responde a lo que yo llamo la ilusión por el sentido. Algo que coarta la inteligencia vital de mucha gente es la ilusión, o el engaño, de que fuerzas superiores hacen que todo tenga sentido. Por ejemplo, cuando hacemos algo malo y automáticamente nos pasa algo malo a nosotros, solemos decir, "castigo divino". Aunque últimamente también se dice, "eso es el karma". Es la ilusión de que hay una fuerza que arregla la injusticia. La realidad es que en nuestra mente resaltamos esa ocurrencia en concreto. Mala acción y castigo. Y olvidamos todas las malas acciones que no se han visto castigadas. Por supuesto, también hablo de la fe religiosa y de otros engaños populares. Volviendo al tema de las citas, ¿Alguien conoce el "disculpen que no me levante", de Groucho Marx? Bien, pues si buscáis una imagen de su tumba por internet, veréis que no hay ninguna cita, solo una estrella de David. Es mentira que esa frase esté en la tumba del famoso actor. Y os aseguro que pasa lo mismo con otras frases o sucesos que se atribuyen a grandes personajes. Esto es porque nos gusta ensalzar a nuestros héroes. Creer que en la historia han existido personas con respuestas para todo. Eso nos hace sentir mas seguros.

Está muy bien la ilusión, y también la capacidad de soñar. Lo que no está bien es buscar unas razones pobres a nuestra existencia. Creer comprender el mundo sin hacerlo. Hayamos nuestros dogmas, nuestras personalidades, y nos quedamos de brazos cruzados creyendo que lo sabemos todo. Pero la realidad es que no sabemos nada, como decía aquel hombre que da nombre a mi gato. Yo no creo que no sepa nada de nada, pero tengo claro que mi saber es bastante reducido. En fin, lo que quiero decir es que en el mundo hay algunas leyes que podemos tomar para definirlo, pero siempre con cuidado. Están las leyes naturales, está la psicología que estudia mi amigo Elías, está la tecnología, la antropología, la sociología que intenta buscar parámetros al comportamiento del ser humano en comunidad. Y está bien que poco a poco comprendamos las cosas. Pero hay que saber afrontar que el mundo no siempre nos va a dar justicia. Es algo que muchos católicos creen a pies juntillas, y es una mierda que lo hagan. El mundo no es justo, solo las personas pueden serlo, y no siempre. Y esta, queridos amigos, es una razón mucho mas grande que cualquier argumento que pueda dar la religión para que amemos.

Hay que tener claro que no está todo hecho, ni todo dicho. Que en la vida hay que aprender mucho, amar mucho, disfrutar y velar por nuestros seres queridos. Si nos sentamos pensando que ya estamos salvados, que cristo nos salvó en la cruz, nosotros y las personas a las que amamos pueden acabar pagándolo.

Bueno, pues ya he dicho todo lo que tenía que decir y ahora me siento muy a gusto. Quiero saludar a César, un amigo chileno con el que tuve el gusto de chatear hace poco. También quiero darle las gracias a mi colega Hettar, porque me hizo un fantástico regalo y me dedicó unas palabras muy amables en su blog. Arriba podéis ver a Groucho Marx. Iba a poner una foto de su tumba, pero mientras lo hacía, he pensado, ¿Qué narices pinta una tumba en mi blog? Así que mejor pongo una foto de la persona, que es lo que realmente importa. ¿Qué me dejo? Ah, sí. He empezado un podcast con Íñigo. Es un podcast musical donde ponemos canciones y hablamos de música.

http://lascivosenelaire.blogspot.com/

Y esta es una canción que me gusta bastante.

http://www.youtube.com/watch?v=05lSSYQAENo

15 de mayo en Pamplona

Dos actualizaciones en un día.

El quince de mayo me enchufé al ordenador y me sorprendí. En Madrid había una manifestación contra el mal estado de la democracia. Por twitter llegaban fotos, videos y comentarios. Al parecer la cosa no acabó muy bien, hubo intervención policial. Al final del día los manifestantes, me supongo que con un puntito de cabreo, dijeron que se quedaban en la plaza del sol y lo llamaron Acampadasol. Esa noche dicen que no fueron mas de cien los que durmieron en la plaza del sol. Al cabo de un par de días, con mas intervenciones policiales de por medio, esta vez sin la violencia del día quince, llegó a haber hasta veinte mil personas en la plaza madrileña.

En Pamplona, si no me equivoco, alguien empezó a moverse el día diecisiete. Yo, mientras tanto, estudiaba para mis exámenes pensando que en esta ciudad no se haría nada y con los dientes largos cada vez que veía imágenes de Madrid. Al parecer, allí, se hizo un verdadero foro de dialogo que aún hoy sigue funcionando. Se acordó funcionar de forma pacífica, y sin responder a las primeras provocaciones policiales, que dejaron de tener lugar a los dos días siguientes. Debo decir que en twitter no leí nada sobre movilización alguna en Pamplona hasta el día diecisiete por la noche, pero para entonces ya debía haberse organizado la primera concentración. Así que el día dieciocho a las ocho de la tarde fuimos a la plaza del ayuntamiento y nos encontramos con unas cuatrocientas personas, la mayoría sentadas. Nos repartieron algunos papeles.

Hubo alguna lectura, se explicó que los allí presentes no nos sentíamos representados y un par de señoras mayores con dos telediarios por delante y que no habían tenido tiempo en su larga vida de aprender educación, nos preguntaron de malas maneras que a ver que narices estábamos haciendo allí. Les intentamos explicar que estábamos allí porque no nos sentíamos representados, ni por los gobernantes, ni por la ley electoral, a lo que contestaron: ¡Anda, qué listos los niños! ¡Pues votad en blanco y dejadnos a los demás en paz! Finalmente, Íñigo, viendo rebasada su paciencia, dijo: señoras, váyanse a paseo. Y así se fueron, despacito, con el semblante de una vida podrida y una miserable vejez.

Pero nuestro animo no decayó, ni mucho menos. Felices comentamos nuestras ideas. Juan hacia hincapié en que tenía que ser un movimiento democrático, y que ninguna ideología concreta debía tomar protagonismo. Le di la razón. Mas tarde, los convocantes sacaron un megáfono e hicimos un corro. Serían las diez de la noche y ya solo quedábamos unas doscientas personas. Hicimos un coloquio pasando el megáfono de unos a otros. Al principio costó romper el hielo. Pero luego la gente se soltó, dijeron que estaban hartos de no trabajar, hartos de estudiar para nada. Un chico dijo que estaba harto de que recortaran las ayudas de su abuelo, que padecía alguna enfermedad, mientras los mismo que decidían esos recortes, derrochaban el dinero en transportes, cenas y demás. Ese día dormimos muy a gusto.

Al día siguiente, twitter estaba que echaba humo y me enteré de que en casi todas las ciudades de España, la situación había sido parecida. El día diecinueve, en la plaza del ayuntamiento, a las ocho de la tarde, había mas de seiscientas personas, calculé yo. Había dos micrófonos inalámbricos y la voz de la gente se oía a través de un altavoz. La mayoría ya no éramos jóvenes. Había mucha gente mayor y de muy diversa clase. Habló un inmigrante argentino con experiencia en crisis económica. No os creáis cuando os dicen que no hay recursos, dijo. Habló un abuelo republicano y dijo, me cago en la puta transición española, como nos la endosaron. Dijo que en el setenta y cinco, con la muerte de Franco, hubo un buen momento para unir a las dos españas pero se desaprovechó.

Y ayer viernes veinte de mayo, en la plaza del castillo hubo unas dos mil personas, calculé a ojo. Tal vez mas. Estaba lleno y el equipo de sonido era muy potente. Había recogida de firmas y se repartieron mas manifiestos. Habló muchísima gente, de todas las edades, incluso ancianos que nada tenían que ver con las dos señoras del primer día. Algunos no dijeron nada y otros sí. Un señor se quejó de la fábrica. Dijo que estaba harto de que hubiera paro y se permitieran las horas extra en las fábricas. Hablaron un par de personas con discapacidades y dijeron que la ayuda para estas situaciones por parte del estado era pésima. Hablaron estudiantes de periodismo y dijeron que, en sus carreras, se enseñaba muy poca ética. Habló un estudiante italiano y dijo, tendrías que ver como estamos en Italia... Los jóvenes a veces mencionaban internet y los mayores daban muchos ánimos. La charla de la tarde estuvo, en general, bien. Pero se divagó mucho y mucha gente sólo habló por afán de protagonismo.

A la noche, después de cenar, hubo menos gente, pero el nivel intelectual no decayó. Con micrófonos se habló, en un corro mucho mas pequeño, de educación. Y vaya que si fue interesante. Entre los testimonios hubo:

-Un señor que pasaba por allí que dijo ser profesor. Dijo que en la ESO, en los institutos públicos, se estaba llevando a cabo una enseñanza clasista. Que se juntaban en clases a chavales que no querían estudiar con los que sí. Que no tenía sentido obligarles a estudiar hasta los dieciséis años, porque muchos preferían darse a estudios mas prácticos y mas orientados a oficios. También dijo que a los inmigrantes se les metía, automáticamente, en grupos de nivel mas bajo.

-Hubo mas estudiantes de periodismo, y algunos de magisterio, que una vez mas, mencionaron la falta de ética en sus carreras.

-Una profesora dijo que, en bachillerato, se maltrataba a las asignaturas de historia y filosofía, y que éstas eran, en realidad, mucho mas importantes de lo que se creía, puesto que enseñaban a pensar. En selectividad, en cambio, estas dos asignaturas son las que menos importancia tienen.

-Un profesor que había vivido en varios países dijo que los estudiantes somos muy capaces de cambiar las cosas y que debemos quejarnos menos y hacer mas propuestas.

-Un chico dijo: ni una subvención mas al opus dei, que es una empresa privada. Y otro estudiante dijo que en la Universidad de Navarra no solo había gente del opus dei.

-Se habló mucho del plan Bolonia. "No es tanto el plan en sí, como la nefasta forma de implantarlo". También se mencionó que en la Universidad Pública se había retirado la segunda convocatoria a examen por asignatura, aunque si mal no tengo entendido, ese mismo día oí que se había revocado la decisión y que se mantenían los exámenes de recuperación.

En fin, pues estas y otras cosas son las que me han acontecido en los últimos cuatro días, en los que he disfrutado mucho. Mi opinión la he divulgado por twitter, mas que nada. He discutido mucho, y con mucha gente. Si alguien necesita mas información sobre el movimiento, que recurra a la red. Está muy accesible allí, en las televisiones no. Solo puedo decir que es bastante mas multitudinario de lo que se piensa y que ha ocurrido a nivel nacional.

La mirada perdida

Este es otro cuento que he escrito y que no se si os gustará. En verdad, no se si me ha salido bien o mal, pero he disfrutado haciéndolo y lo pongo aquí porque tal vez os guste.

Lucio era un niño que un día contrajo una extraña y desconocida enfermedad. Tenía, sobre el cabecero de su cama, una fotografía enmarcada de su abuelo. La mirada del abuelo de Lucio en aquella fotografía siempre había atraído la curiosidad de todo el mundo. No era una mirada normal. Era una mirada perdida. Los ojos del anciano estaban congelados, mirando al infinito. Cuando uno miraba la fotografía durante un breve instante de tiempo, solo captaba el hecho de que aquel anciano retratado estaba ensimismado. Pero si se observaba la fotografía durante un par de minutos, el observador se perdía en la mirada del abuelo. Era una mirada infinita, una mirada potente. Una mirada que decía, sin palabras, haber visto muchas cosas. Pero que al mismo tiempo hacía suponer que esos ojos no habían visto, jamás, ningún elemento de este mundo.

Lucio nunca conoció a su abuelo en persona, pues el hombre ya estaba muerto cuando Lucio nació. Y un buen día, Lucio se levantó con aquella mirada. Se levantó con la mirada de su abuelo. Los médicos no daban crédito. El doctor de Lucio dijo que jamás había visto un caso así. Este niño, dijo en una ocasión, Tiene la mirada perdida. Lo estudiaron durante varios meses. Le hicieron cantidad de pruebas y análisis. Examinaron a Lucio tanto física como psicológicamente. Pero los médicos de Lucio no consiguieron descubrir el origen de aquella extraña patología. Lució había perdido, de alguna manera, la mirada. Sus ojos no respondían. Siempre se hallaban congelados, mirando al infinito. Y Lucio, a pesar de estar perfectamente, daba la impresión de estar siempre triste.

Un buen día, poco después de que Lucio cumpliera quince años, llegaron unos científicos de Nueva York. Llegaron dispuestos a resolver el problema de Lucio. Durante dos semanas, sometieron a Lucio a toda clase de pruebas.

¿Cual es tu color preferido?, preguntó uno de los científicos. El azul, dijo Lucio. Este chico tiene un exceso de azul, dijo el científico, Su mirada ha absorbido demasiado azul. Todo el mundo sabe que el azul es el color de la melancolía, explicó el científico, que al parecer tenía un doctorado en colores. Así que durante una hora eliminaron todo objeto azul de la casa de Lucio. Al cabo de ese periodo de tiempo, el doctor en colores preguntó, ¿Cómo te sientes? A lo que Lucio contestó, Incompleto. ¿Por qué?, preguntó el científico. Porque me gusta cuando mi mirada se pierde en el color azul. El color azul es como un mar. Mi mirada se posa en él y yo, que no soy mas que su esclavo, navego entre las olas del azul y entonces me siento marinero. Y si no navego en el azul, me siento incompleto, porque en el azul uno puede perderse, y sentir la brisa marina sobre sus mejillas. El doctor en colores asintió y se dio por vencido, El color azul no es el problema, dijo cediendo el turno al resto de sus compañeros.

Entonces llegó el turno de otro de los científicos neoyorquinos. ¿Te gusta mirar por la ventana? Le preguntó a Lucio. Lucio asintió. Entonces el científico presentó su hipótesis a los padres de Lucio. Embobamiento felino, dijo, pues al parecer aquel científico era doctor en gatos. Expuso una pizarra en la cual había dibujado un gato que miraba por una ventana. Los ojos del gato se hallaban perfectamente señalizados por un letrero que decía: “Mirada perdida”. Y debajo del gato, en letras grandes, se podía leer la palabra: “Triste”. Así que durante una hora, taparon todas las ventanas de la casa de Lucio. Transcurrido el tiempo, el doctor en gatos preguntó, ¿Cómo te sientes? A lo que Lucio contestó, Incompleto. Me siento incompleto porque en ocasiones, mi mirada perdida va a parar a la ventana. Y entonces el tiempo me abandona. Y es mi mirada la que recae en todas y cada una de las personas que pasan por la calle, en el humo de las chimeneas, en los coches viejos, en los niños que juegan y en los pájaros que vuelan. Y yo, que no soy mas que su esclavo, me pierdo entre todos estos elementos, y me siento como un turista. ¿Sabía usted que algunas palomas son completamente blancas? Esto es porque son una especie distinta fuertemente emparentada con el resto de palomas, que también me gustan. El doctor en gatos se quedó desconcertado ante tamaña explicación y cedió el turno al doctor en jazz, el cual pensó que la enfermedad de Lucio era debida a la ausencia de música y sometió al chico a una hora de jazz. Tampoco funcionó, pero Lucio lo agradeció mucho, pues no conocía estilo de música alguno y le agradaron mucho todas las canciones que escuchó.

Al cabo de muchas pruebas, los científicos neoyorquinos decidieron regresar a Nueva York dándose por vencidos. Antes de irse quisieron ponerle un nombre a aquella enfermedad incurable y la llamaron Enfermedad de la mirada perdida.

La adolescencia de Lucio pasó sin pena ni gloria para el chico, y muy pronto se convirtió en un joven apuesto. No era excesivamente alto ni excesivamente bajo. Pero era un chico guapo y atractivo. Qué lastima que tu mirada esté perdida, solían decir los padres de Lucio, Si fueras un chico normal podrías tener a la mujer que quisieras. Pero Lucio no lo entendió. Él simplemente se limitaba a dejarse llevar por aquella mirada tranquila. Podía pasarse horas, e incluso días, observando un único elemento. Y Lucio, que hacia años que se había dado por vencido, ya no se resistía, y se dedicaba a observar con atención todos los detalles de aquellos elementos en los que su mirada decidía ir a parar. A veces era la cara de una persona mayor, y entonces Lucio ponía atención en todas y cada una de las arrugas, así como en las marcas de la vejez.

Un buen día, una chica se interesó por Lucio. Pensó que aquella mirada perdida tenía un gran encanto, y se lo dijo a Lucio. Lucio no se interesó en un principio, pues no conocía siquiera la cara de aquella chica, pues su mirada nunca había ido a parar allí. Además, no sabía que era el amor, y cuando ella le hablaba, el estaba demasiado concentrado en algún elemento del mundo como para prestar atención. Hasta que un día, la mirada de Lucio se posó en ella. Lucio no lo vio venir, ni tampoco lo deseó. Pero su mirada sí. Se posó en el rostro de aquella joven mujer durante meses. A Lucio le encantaban los ojos de aquella chica, porque eran cálidos y lo miraban con cariño. Y también sus labios, que eran rojos y gruesos y que daban ganas de perderse en ellos. Tenía las mejillas redondas y una sonrisa hermosísima. Entonces Lucio pensó, Esto es lo que llaman amor.

Pero la relación de Lucio con su primer amor pronto se entorpeció. Nadie sabe lo difícil que es querer a un chico que tiene la mirada perdida. A veces, ella le hablaba, pero Lucio estaba tan ensimismado con cualquier cosa, como un charco de agua, o una hoja otoñal desprendiéndose de un árbol, que apenas podía prestar atención. Y entonces ella, enormemente cansada y apesadumbrada por no ser el centro de atención, decidió dejar a Lucio de lado. Ya no quiero saber nada de ti, ni de tu mirada perdida, dijo. No es tu mirada, eres tu. Eres tu el que vive en su mundo. Y al cabo de un tiempo, se casó con otro chico que apenas prestaba atención a las cosas realmente bellas de la vida, pero que era, en el fondo, mucho mas entretenido y ameno. Durante los días posteriores a aquella ruptura, la mirada de Lucio se centró en un pequeño estanque que había en un parque, cercano a la casa de Lucio. Ahora soy un marinero al que han dejado de lado, pensaba Lucio mientras su mirada se posaba en el estanque. Ahora navego en este estanque, y solo los gorriones que vienen a bañarse y beber agua, son mi consuelo.

Lucio no tenía muchos amigos, pero las personas que lo conocieron, decían que desde aquello, Lucio nunca volvió a ser el mismo. Nunca dejó de estar triste y, a veces, cuando la mirada de Lucio se centraba en algo realmente bello, como el sol cuando amanece y tiñe el cielo de diferentes tonos de rojo, o como cuando un animal vive salvaje y corre libre por el campo, una lágrima de emoción recorría su mejilla. Y entonces Lucio recordaba a aquella chica que lo amó una vez. Recordaba, casi a la perfección, todos los elementos de su rostro, pues lo había observado durante tanto tiempo, que conservaba en su memoria una imagen fotográfica. Y así pasaba muchas horas recordando sus ojos cálidos, sus mejillas redondas y su amplia sonrisa, mientras la mirada de Lucio se perdía en la infinitud de las cosas realmente bonitas.

Tener esperanza

Tener esperanza

Dicen que en la vida hay momentos en los que alguien llama a tu puerta y sin mediar muchas palabras, tal vez un hola como estás muy escueto, te clava un puñal. Es, esta metáfora del puñal, bastante mas acertada de lo que se cree, o al menos de lo que una persona a la que no le haya pasado nunca pueda pensar. Porque en efecto, aunque la sangre no se deje ver, uno casi cree con certeza que hay un trozo afilado de metal pinchando su corazón.

Una persona con esperanza es un verdadero tesoro. Recuerdo un libro, Rebeldes. Hay una película también, que se llama The Outsiders, y es bastante buena. Es un libro sublime que escribió una jovencísima chica con mucha sensibilidad y con mucha personalidad. En este libro se nos presenta a un chico, un joven, que vive entre problemas. En un barrio bastante decadente. No solo tiene problemas familiares, sino que también los tiene con sus amigos, ya que su vida social está estructurada en bandas y marginalidad. Pero este chico tiene un don. Es de oro. Su esperanza, su bondad y sus ganas de vivir lo hacen inquebrantable. A mí nunca se me irá una de las frases que aparece hacia el final del libro, cuando un amigo suyo le confiesa: sigue siendo de oro. Y tiene, en su ficticio contexto, toda la razón del mundo. En la vida no hay que dejarse vencer. Ni siquiera cuando alguien llama a tu puerta y sin mediar palabra, te apuñala. Te desnuda, saca la ropa de tus cajones y te destroza. Creo que en esos momentos en los que te gritan al oído que la amistad no vale para nada, que los amores solo te traerán problemas y que por algo se suicidó Mariano José de Larra, uno debe encararse, ponerse firme y pronunciarse profundamente en contra. Hay que recordar siempre las cosas en las que uno cree, porque si dejas que te las arrebaten, pronto te encontrarás arrastrándote por el suelo, como una bestia perdida.

Y por este motivo, hoy quiero que todo el mundo sepa que sigo teniendo esperanza. Que creo en la amistad, en el amor, en la libertad y en la paz, y que seguirá siendo así por mucho que alguien intente apuñalarme. Por mucho que alguien me ponga a prueba, me cargue un enorme peso en la espalda, o me torture. Y quien sabe si algún día me encontrarán muerto con una sonrisa de bobalicón en la cara, y se reirán de mi cuerpo inerte pensando "este idiota creía en el amor, en la amistad y en la paz", pero al menos habré vivido bien, con entereza y tal y como siempre me enseñaron mis padres, mis pobres poetas muertos, y la gente que me quiso de verdad.

Arriba podeis ver una foto de un lugar que amo, y que me gustaría visitar alguna vez. La pampa argentina. Clic aquí para ampliar.

Sueño cambiado

Son las dos y pico de la madrugada. Mañana es lunes y yo que no duermo. No padezco de insomnio, sufro una dolencia muy común llamada sueño cambiado. No es uno de esos males que te caen del cielo. No, este es de los que son fabricados por uno mismo y arremeten a corto plazo. Ocurre que el viernes me di una vuelta por la noche, por los bares del casco viejo de Pamplona, que es la ciudad en la que vivo. Después, el sábado, me levanté tarde. Gran error por mi parte pero fui incapaz de salir de la cama a eso de las once de la mañana, cuando sonó el despertador. Me levanté a las cuatro o las cinco de la tarde. Por la noche, ese mismo día, no tenía ni pizca de sueño así que estuve en el ordenador hasta las seis de la mañana, mas o menos. Y llegamos a hoy, que me he vuelto a levantar a las cinco de la tarde y ahora no me puedo dormir. Así es como he llegado a esta situación.

No tengo gran cosa que decir. Estoy escribiendo porque me apetece. He acabado de ver Misfits, una serie un tanto rara de unos jóvenes delincuentes que adquieren superpoderes. Y me ha gustado. A parte de eso, hoy he visto Memento. Una película sobre un tipo que es incapaz de almacenar recuerdo alguno. Esta película no me ha gustado, aunque reconozco la originalidad del director y, en general, la calidad de la película. Pero me ha dejado mal sabor de boca. La he empezado a ver en casa de Hettar. Pero se ha hecho tarde, y como mañana es lunes, me he venido a casa, he cenado y he visto el final aquí.

Mas cosas: el otro día se me pasó por la cabeza la idea de raparme la cabeza y afeitarme. La verdad es que seria muy extraño, creo que parecería otra persona. Últimamente me estoy preocupando por mi aspecto mas de lo normal. Y es que me he dado cuenta de que, sí, estoy muy flaco. No se porque estoy tan flaco. Hay una teoría al respecto que dice que llevo una vida un poco desordenada. Pero esto no es del todo cierto. Entre semana tengo mi rutina, como todo el mundo. Y me alimento bien. Los fines de semana son un poco mas caóticos. Yo creo que lo que pasa es que... No hago ejercicio. Y debería.

Otro asunto. Estoy leyendo El hobbit. A ver si lo acabo de una vez. Me está gustando, pero menos que la trilogía de El señor de los anillos. También debo decir que he rescatado de mi estantería un libro de Antonio Machado. Campos de Castilla. Son, naturalmente, poemas. La verdad es que me gusta mucho Antonio Machado. Cuando lo leo me remonto a los años veinte y treinta y me imagino al autor con su traje, su sombrero y un bastón. Como en aquella conocida fotografía. Y me gusta ver a Machado caminando por el campo, observando los árboles, los trenes e indagando en sus recuerdos.

Y creo que ya me he descargado. Ya son casi las dos y media de la madrugada. Como me he levantado a las cinco, llevo despierto... Nueve horas y media. Lo cual es, francamente, poco como para dormirse. Tal vez lea un rato.