Sobre Arturo Pérez-Reverte
Hettar siempre dice que cuando leo un libro siempre tiendo a querer ser como los personajes. Me pasó con El maestro de esgrima. Lo leí y ya me veía a mi mismo empuñando un florete y dando clases de esgrima. Me pasa mucho con los libros de Pérez-Reverte. Por ejemplo, recuerdo cuando leí los libros de El capitán alatriste. Me moría de ganas por empuñar una pistola de mecha e ir disparando a la gente por ahí, o acabar en el frente de Flandes, practicando el pillaje en las trincheras y ocupándome de que mis compañeros no cometan violaciones. A punta de pistola, claro. Sin ir mas lejos, el otro día me leí por primera vez Territorio Comanche. En una sentada. Toda la noche, me llevó. Y al acabarlo, pensé: joder, como me gustaría estar en un frente de guerra. Cualquier cosa con tal de ver lo que pasa ahí fuera y salir de Pamplona.
Pero estoy contento. Estoy contento porque estos días me he dado cuenta de una cosa. De que uno de los elementos básicos de mi educación en esta vida ha sido Arturo Pérez-Reverte. Desde pequeñín, quizás mis padres, quizás por mi mismo, he crecido leyendo sus textos y sus novelas. Y reflexionando sobre las cosas que decía este señor. Ahora, cuando veo su cara, cuando veo esa sonrisa tan segura de sí misma, esa mirada penetrante y esa forma de gesticular, me llegan fuertes recuerdos de mi adolescencia. Recuerdo un episodio, de entre muchos. Un profesor de historia nos hizo leer El capitán alatriste en el instituto. Yo ya lo había leído, pero le di otra pasada, no importó. Recuerdo las críticas que este profesor recibió. La gente, los padres de mis compañeros, los que opinaban sobre el asunto, decían que como podían hacernos leer un texto de ese impresentable. Yo no lo entendía muy bien, y aún hoy me cuesta creerlo, que alguien tenga semejantes prejuicios contra este señor. Hoy creo que lo comprendo un poco mejor, eso sí. Porque es una persona cargada hasta los topes de vitalismo, de experiencia. Muchas veces, cuando habla, dice cosas nacidas del mismo seno de la experiencia. Sus palabras tienen muchísima carga vital. Para muchos esto debe de ser motivo de temor, quizás no sea facil soportar semejantes dosis de verdad de una sentada.
Ahora, con todo esto de la crisis y el salir a la calle y tal, se está haciendo mucho eco. Antes hablaba, Arturo lleva criticando a los políticos desde hace mucho, y a mas de uno debía sorprenderle. Ahora, el contexto social de España está demostrando que tenía razón en muchas de las cosas que decía. Cada vez somos mas los que creemos en aquello de "desconfía de quien tenga un solo libro", o eso otro de "los canallas, los fanáticos y los demás". Y yo, la verdad, me alegro de haber aprendido esos valores de pluraridad y perspectivismo desde joven. Yo creo que lo mejor que un joven puede aprender, y quizás lo único que se debe afianzar en la mente desde joven, es a rechazar el fanatismo. A aprender que no, que la vida está llena de pensamientos y de opiniones y que hay que contemplarlas todas para elaborar juicios decentes. Y que siempre hay que someterse a juicio a uno mismo. Que hay que leer, saber, conocer mucho para opinar y tratar de ayudar siempre con las palabras, no de joder al personal. Para mí, estos son también valores Ortegistas. Posiblemente el filósofo fue de los primeros que los enunció debidamente en este país. A mí me han educado con ideas Ortegistas. Lo cual no significa nada, simplemente, que alguien ha preparado un lecho en mi mente para ir recibiendo futuras ideas debidamente.
En fin, pues siguiendo con el perspectivismo, también suelo leer críticas muy fuertes. Tanto hacia Arturo Pérez-Reverte, como hacia Ortega y Gasset. De los dos se dice, por ejemplo, que son unos vendidos. El uno, que se vendió al franquismo que tanto criticó. Y del otro, que va de independiente, pero se esconde en el ala de El semanal, la revista donde publica semanalmente. La verdad es que de Reverte me cuadra. Quizás yo no utilizaría la palabra vendido. Pero el mismo suele decir que la vida está plagada de tonos grises. Quizás sus columnas independientes abonan a un periódico que no lo es, pero a cambio, tiene la oportunidad de llegar a mucha gente. De todas formas es igual, yo critico las ideas, las personas son personas.
Comentaba ayer, charlando entre amigos, que me alegro de ser contemporáneo de este señor. Siempre me pasa, cuando leo los textos de Mariano José de Larra, que también criticaba duramente el ambiente en el que vivía, que me quedo con las ganas de ver como reaccionaba su contexto. Que se decía en las calles de sus artículos. Como era, que opiniones se tenían de él. Con Reverte puedo ver todas esas cosas y me alegro.
Y eso es todo. Muchos diréis que hablo así porque tengo enormemente idolatrado a este señor. Es posible, la verdad, no lo se. En cualquier caso me da igual, porque yo no les tengo apego a mis ideas. Entre comillas. Quiero decir que mis ideas son mías, que el que opina siempre debe tener solidez, y debe saber argumentar y poner las cosas difíciles a sus interlocutores. Pero cuando uno descubre que está equivocado, hay que desechar todo eso. Algo que deberían aprender muchos es que las ideas políticas y filosóficas no merecen ninguna lealtad, quizás algo de respeto y consideración.
9 comentarios
Ender -
Saratustra -
Ender -
Amaya -
Ender -
Amaya -
Amaya -
Amaya -
Amaya -
Seguro que lo habrás leído. Es muy bueno. Un abrazo.