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Carta a Don Enrique de Diego

Esta carta la firmamos mi padre y yo. No porque él la haya escrito, sino porque las ideas que están aquí reflejadas son las de ambos. Son reflexiones que ambos nos hemos ido haciendo durante estos días atrás y que ahora, yo me he dedicado a redactar debidamente. Espero que se entienda que en este discurso solo hay sinceridad.


Querido Don Enrique de Diego,

Debo felicitarle por un vídeo que vi de usted. Uno que colgó Jesús Lebrero en twitter, uno de 20TV en el que usted aparecía diciendo, entre otras cosas, que las autonomías sobraban, que los políticos no debían tener privilegios, que era prioritario perseguir la corrupción en el gobierno, que nuestros políticos no estaban preparados, que la monarquía sobraba, etc. Le felicito. En mi casa, donde hasta hace poco no le conocíamos de nada, estuvimos de celebración el día en que descubrimos ese vídeo. "Un señor dice en internet que hay que quitar las autonomías", no podíamos creerlo. Es usted el primero que dice algo así en un medio público. Es cierto que no es el primer reformista que aparece en el panorama. Pero si el primero que se atreve a cuestionar ciertos pilares de nuestro sistema.

Cuando yo era niño, me enseñaron que el gobierno de Navarra (donde por suerte o por desgracia me ha tocado vivir) era la panacea. Recuerdo que con el colegio, nos llevaban a ver el parlamento de Navarra y allí, consejeros y parlamentarios de varios partidos nos trataban de forma impecable. En esos días aprendíamos muchas cosas, no voy a engañarme, pero la lección que mas ha perdurado en el tiempo ha sido: las autonomías son buenas. A los españoles se nos ha metido en la cabeza que este sistema es el correcto. Estoy de acuerdo con usted cuando dice que hay que perseguir la corrupción, que los corruptos son todos iguales sean del partido que sean, pero no puedo evitar preguntarme, ¿No será que nuestro sistema favorece el encubrimiento de estas acciones ilícitas?

Iré al grano. Usted dice que hay que meter en prisión a los que enseñan el odio a España en los colegios, y define ese odio a España como traición pública. Para mí la traición es robar al pueblo desde la impúnidad que da el cargo público. Y además usted no se da cuenta de que todo el odio del mundo tiene la misma cara. El que se enseña en Bilbao y el que se enseña en Madrid. Esto lo se yo porque en Pamplona, debido a su situación geográfica, nos ha tocado ver banderas de dos colores distintos. Y las personas que las portan, hablan de la misma manera. Incluso con las mismas palabras, y los mismos argumentos. Quieren ante todo, ser distintos de los que viven a unos pocos kilómetros mas al norte o al sur, pero no pueden huir de la realidad, a saber, que son exactamente iguales. Por eso yo he aprendido que las banderas, solo son trozos de tela hatada. Trozos de tela que recurren al color porque ya no les quedan otras cosas que las diferencien. Trozos de tela que representan un gobierno, un país, una cultura, realidades tal vez grandes por sí solas, pero pequeñas en comparación con la cultura humana. Los que alzan las banderas, creen que su cultura y sus antepasados son mas importantes que los de al lado, y por eso piensan que se merecen, con urgencia, una buena frontera que los delimite. Y la ironía es que los de al lado, piensan exactamente lo mismo. Cuando en realidad, lo que la cultura necesita es que no haya fronteras. O mejor dicho, que haya cada vez menos fronteras. Lo que la cultura necesita es convivencia y mestizaje. Me imagino que a usted todo esto le parecerán desvarios de un joven y cuentos de fantasía.

También quería decirle que, llegado a este punto en el que ha puesto las tripas sobre la mesa, en el que ha afilado su lengua y se ha atrevido a decir cosas que nadie ha dicho, en el que ha llegado a plantearse algunos de los pilares de nuestro sistema, tarea que no es nada fácil para los que vivimos inmersos en él, creo que no debe quedarse a medio camino. Para mí, decir que uno es de derechas o de izquierdas, es jugar al mismo deporte que los políticos que han arruinado el país. Rompa con esas normas, con ese yugo que es el sistema político partidista y entonces, le llamarán excéntrico, le llamarán raro. Pero no le llamarán facha, no le llamarán radical, porque estará claro que usted es libre.

Y para terminar, tengo que tocar un tema con el que mi padre insiste mucho. Navarra es una comunidad en la que se ha potenciado mucho el regionalismo, igual que en el resto de comunidades de España.  Una comunidad en la que las historias del rey Sancho el Fuerte, de Íñigo Arista, de Sancho I, siempre han estado en primera línea de fuego. ¿Y sabe qué? La única persona que me ha hecho llegar hasta mí una cultura hispánica ha sido Don Arturo Pérez-Reverte, del que he aprendido la historia de Sevilla y la Casa de Contratación de Indias, la importancia del dos de mayo en Madrid, la batalla de Rocroi, la última de los tercios españoles. Y mas aún, la derrota de Napoleón en Moscú, la forma y color de las guerras modernas, la sangrienta colonización de Sudamérica, entre otras cosas.

Humildes opiniones, pequeñitas como motas de polvo que flotan a la deriva, han sido aquí expuestas. Yo no quiero llamar su atención ni ponerle en entredicho, pues hoy por hoy, tiene usted mi respeto. Solo le invito a la reflexión. Reflexión a la que, confío, siendo usted democrático y orador, se someterá de buen grado. Un saludo.



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