Animal
Hace poco conocí a Patxi Ezkieta, un artista muy influyente de mi ciudad. Hablamos durante un rato. Para aquel entonces yo ya tenía lo que era una idea, o tal vez un proyecto, de canción. En el fondo siempre tengo en la cabeza algo relacionado con la música. Bien porque se me haya quedado grabada alguna estrofa de alguna canción conocida, o porque haya descubierto unos acordes que suenan bien tocados uno detrás de otro. Es igual.
No se como surgió en mi conversación con Patxi, no se muy bien de que hablábamos, pero sí recuerdo algo que le oí decir y que me gustó mucho. Me dijo: yo no tengo mucha humanidad, yo lo que tengo es mucha animalidad. Esa frase tan cargada de poesía me trastocó un poco al principio, pero luego empezaron a ocurrírseme algunos versos. Al día siguiente cogí la guitarra y lo junté todo un poco. Y en una semana, había compuesto una canción. Desde luego no una canción brillante. Ni siquiera me atrevería a decir que se trataba de una buena canción. Ni la composición era nada del otro mundo ni tampoco mi forma de interpretarla. El fin de semana pasado se la enseñé a mi hermana, Laura, y también a Nuria, y a ambas les gustó mucho. Eso me dio ánimos.
El domingo tuve que coger un tren, a eso de las diez de la mañana. Estaba muerto de cansancio pero con mucha energía al mismo tiempo. Recuerdo que cuando subí a mi vagón, me hayé totalmente descolocado. Tal vez porque tenía muchas cosas en las que pensar y tal vez porque acababan de darme un buen beso, y los buenos besos siempre le dejan a uno desubicado. Allí conocí a Luis, un actor vitorino. Luis estaba sentado en su butaca, del lado del pasillo, y me preguntó si mi asiento era el de la ventana. Yo miré los números y vi un cuatro donde realmente había un dos. Personalmente creo que cometí la confusión porque cuatro es el cuadrado de dos, eso y que estaba un poco alelado. Aunque parezca mentira, siempre cometo esas confusiones con las potencias. Será porque en la universidad me tienen a vueltas con ellas todo el día. Es igual. El caso es que dije que sí, y Luis me dejó pasar. Me senté a su lado.
La conversación con Luis fue estimulante. Por la manera que tenía de hablar de cine pensé que debía ser un buen actor. Despertó en mi mucha curiosidad por el cine español y por algunas películas, pero también tocamos otros temas. Hablamos de deporte y de poesía. Incluso acabamos leyendo algunos poemas que Luis llevaba encima, y uno de Goytisolo que llevaba yo en la cartera. Ya veis. El viaje se me pasó volando. Hacia la mitad llegó la señora que era dueña legítima de mi asiento, y aceptó gustosa a cambiármelo por el mío.
Y así, cuando llegué a casa empecé a pensar en la canción que había compuesto. La manera en la que Luis me había hablado de sus papeles en cortos y de las obras de teatro que había interpretado, me hizo sentir cierto cariño hacia mi canción. La toqué solo, en la intimidad de mi cuarto, y cuando lo hice, pensé en muchos autores. En cosas malas que me habían pasado, pero también en muchas cosas buenas de las que me enorgullecía. Y como no en aquella frase de Patxi Ezkieta en la que reconocía abiertamente su animaliad. Tal vez todo ese orgullo me llevó a exponer mi persona en internet. No lo se.
4 comentarios
Gonxal -
Que noo, parecido :P
Nos vemos pronto caballero,
G.
Muriel -
morgurx -
zedoku -