Cuervos
Ultimamente me cuesta encontrar algo que poner aqui, pero bueno, siempre puedo ir a lo facil y poner cosas que tengo por ahi escritas. En este caso os enseño la tipica narracion que hago para sentirme mejor o cuando me apetece, o cuando lo necesito, creo que me explico. Asi gano tiempo mientras encuentro algun tema...
Tu pelo, tus ojos, tu mirada clavada en mi. Me abrasan. Y tu llanto… Me destroza el alma, poco a poco, me va quebrando los huesos, uno a uno.
Camino. Hacia ti. Voy rápido, tanto como puedo, sorteando azarosamente los misterios de la noche. De la oscuridad, del miedo, del dolor, de la muerte. Corro entre ellos con el solo fin de alcanzarte. Ya casi estoy frente a ti, alargo el brazo, ya te tengo… Pero tu te vas, huyes, me das la espalda y te alejas de mi. Y ya no veo nada, porque no estas, porque ya no hay luna, porque solo hay polvo a mi alrededor.
Huele a incienso. Ángeles o tal vez demonios lo esparcen ante mi. Y te pierdes en la nocturnidad.
-¡Vuelve!
No respondes. Durante unos segundos, solo oigo el silencio y entonces, una bandada de mil aves se despierta con un gran estruendo infernal. Cuervos y buitres que vuelan hacia aquí, a desgarrarme, a devorarme… Y el miedo… El miedo será quien golpee mi nuca indefensa, asestará su último golpe en mi… Y un susurro:
-No está… Estás solo… Para siempre, ni muerto, ni vivo, ni humano, estás solo con el dolor de tu alma.
¿Quién me atormenta? Me giro, doy vueltas sobre mi, pero solo veo oscuridad, el color negro me envuelve, y el olor a incienso… El olor a incienso me quema, se mete por mi nariz hasta mi mismo cerebro ¡Y me abrasa! Y los misterios de la noche, y los cuervos, y el miedo, y la noche… Acechan. Y la muerte…
-Y la muerte. –me aterrorizan las palabras. Resuenan en mi interior. Y el incienso… No lo aguanto mas, tengo que encontrarte. Y huyo, corro, salto, te busco. Palpo el suelo. Te encontraré y nos iremos de este horrible lugar. Saldremos.
-¿De donde saldrás? No hay nada mas que esta noche, eterna e incansable. No hay mas realidad que este dolor, este miedo, este frío, esta oscuridad. ¿Lo oyes? Es el aletear de los cuervos, carroñeros. Han venido a quitarte el corazón, a desgarrar tu alma cual víscera podrida. ¡Entrégate! ¡Solo así calmaras tu dolor!
Sí, lo haré.
-¡Entrégate a la muerte!
Sí, me entrego.
-¡Y a los cuervos, y a los Ángeles y al incienso!
Y me giro. Y me encaro a mi final. Y los horrores de esta noche, de este bosque sin fin al que llamamos noche, se adueñan de mi. Y mi piel se desgarra, y mi alma se muere poco a poco, y me inclino, me doblo de dolor esperando mi final...
Y entonces… Te veo. A lo lejos, te veo, llorando. Te acercas, poco a poco. Y oigo tu voz, en mi cabeza:
-No me dejes. No me dejes.
No. No puedo hacerlo, no puedo dejarte. Me incorporo y me acerco. Eternamente me hallaré junto a ti. Aunque tu llanto me quiebre los huesos, yo estaré cerca. Aunque sufras y llores, aunque el precio a pagar sea el rechazo… El tuyo… El de la noche… El del frío… El del incienso… El de la muerte.
4 comentarios
Blanka -
ya te lo dije pero me repito: me gusta como escribes!
Venga Ender, un beso! aio!
de Hita -
Carlos -
Naele -
Me encanta *.*