Blogia
Paperback Writer

Ha muerto el periquito de mi amigo Íñigo

El otro día me envió un mensaje: "el periquito inmortal ha muerto". No recuerdo muy bien que estaba haciendo en ese momento, tal vez arreglándome para salir, o perdiendo el tiempo con algún videojuego. Pero lo que si recuerdo es que me quedé pasmado. ¡El periquito inmortal ha muerto! Ya empezaba a pensar que eso nunca ocurriría. Íñigo debía tener unos cinco o seis años cuando su familia lo compró. Seguro que ese día vino al colegio y me lo contó, aunque en honor a la verdad, no recuerdo el momento. Sin embargo, si recuerdo ponernos a jugar al monopoli o algún otro juego, en la mesa de la cocina, mientras el periquito "cantaba" de manera tediosa y continua. Recuerdo la novedad que supuso el pájaro, eso si lo recuerdo. Las primeras preguntas, que es chico o chica. Que si tiene nombre, que si sabe hacer trucos.
Pero este animal siempre estuvo caracterizado por una ausencia de diversión. No es que fuera un pájaro aburrido ni nada, simplemente "era", "estaba". Nunca tuvo nombre, era bonito, de color azul. Comía y cantaba.
Un día, Iñigo insitió en que el pájaro sí tenía una interesante habilidad. Si le abrías la jaula y le mostrabas el dedo, éste saltaba hasta el dedo para quedarse allí pacíficamente. Yo lo negué en cuanto me lo contó. Que no, Iñigo, que este pájaro no sabe hacer nada mas que estar. Pero Íñigo insistió e instió hasta que tuvimos que probarlo para ver quien tenía razón. Abrí la jaula y puse el dedo. El pájaro se acercó con curiosidad, puso una pata sobre mi dedo y sin ninguna clase de miramientos, me dio un picotazo. Yo retiré mi dedo dolorido y el periquito escapó de la jaula horrorizado. Voló torpemente golpeándose contra los muebles de la cocina, y yo, asustado, me agazapé en el suelo con las manos sobre la cabeza, mientras plumas azules y blancas llovían sobre mí. Iñigo cogió al pájaro con cuidado y volvió a meterlo en la jaula. Esos fueron los instantes mas emocionantes de la vida del periquito. Seguramente él los recordó como quien recuerda haber estado en la guerra, como quien recuerda una operación de vida o muerte, como quien recuerda un grave accidente de tráfico.
En fin, el pájaro ha muerto. Agonizó durante unos minutos antes de morir, se mostró sin energías, se arrastró un poco por el fondo de la jaula hasta que cayó. Así es la vida, supongo. Va por etapas, me dijo un conocido en un bar. La etapa de este animal acabó. Me alegro de que nunca tuviera nombre. Los nombres son para las personas, no para los animales. Adiós periquito.

1 comentario

elias -

no se que comentar... pobre periquito?