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Paperback Writer

Un día de sol

Hoy ha sido un día soleado. Cuando he salido de clase se lo he comentado a un compañero: ¿Has visto que no hay ni una sola nube en el cielo? Y él ha mirado hacia el cielo con una cara muy divertida, como si acabara de salir de una mazmorra tras años de cautiverio. Cuando hace mucho sol las cosas están nítidas, y esto es algo a lo que yo le doy mucha importancia. Porque yo soy miope, no se si lo he comentado nunca. Y la verdad es que nunca llego a ver las cosas con verdadera nitidez. Supongo que durante mi adolescencia mi miopía ha ido aumentando con el desarrollo corporal y siempre ha habido un desfase entre gafas/miopía real. No se si me explico. Creo que no. Bueno, la cuestión es que cuando hace mucho sol lo veo todo muy nítido. Los carteles lejanos, las tejas de los tejados, el césped, las hojas de los árboles, son cosas que advierto perfectamente y que distingo. Pero nunca de una forma tan nítida como en los días soleados. Cuando hace sol, el cielo está muy azul. Eso también me gusta. Creo que no he visto nunca nada tan azul.
Pero los días soleados tienen algo que me molesta mucho, y es toda esa luz rebotando por todas partes, charcos, coches, pasos de cebra. Toda esa luz va por ahí rebotando y se te mete dentro del alma. Se inmiscuye donde no le llaman. Te acosa y te hace entornar los ojos. Los días con mucho sol tengo la sensación de que todo el mundo me ve con nitidez, que advierten todos los rasgos de mi cara y que mi intimidad queda al descubierto.  No me gusta esa sensación.  Es molesto.
Siguiendo con el trepidante relato de mi vida, he salido de clase y he llegado a casa pensando en estas y otras gilipolleces, y allí estaba mi abuelo, que se quedaba a comer. En la comida, mi madre ha hecho algo que le gusta mucho hacer cuando mi abuelo se queda a comer, esto es, relatar miserias. Ha empezado a relatar todas las miserias de su vida y de las nuestras, nos ha revolcado a todos en mierda, por así decirlo. Finalmente, ha llegado a lo mal que está la economía, que debía ser lo mas "grave" de su patético discurso. La luz entraba de lleno por la ventana, y yo otra vez con la sensación de acoso lumínico. Y como decía, cuando mi madre ha empezado con lo de la economía, mi abuelo ha soltado una carcajada. Sí, ha empezado a reírse, durante seis o siete segundos. Os juro que el tiempo se ha parado. Y yo he vislumbrado los rasgos del rostro de mi abuelo. Lo he visto con muchísima nitidez, mientras él se reía despreocupadamente, con toda aquella luz del exterior impactándole de lleno.
He recordado entonces la conversación que tuve hace un par de semanas con un amigo al que hacía mucho tiempo que no veía. Ender, has perdido maneras. ¿Dónde esta todo el humor que derrochabas? Falta algo. No, hombre, no digas eso. Será que me has pillado en un día de bajón, le dije. Me miró con escepticismo y me dijo que me riera de la vida. En realidad, el tema de la risa es un tema bien estudiado por mi. Creo que la risa a veces simboliza a toda la... Eternidad. Casi a lo divino. Hay algunas risas a las que no se les puede poner pegas, algo así como la música. Cuando nos reímos desenfadadamente de algo, podemos estar seguros de que ese algo es estúpido y admirable al mismo tiempo. Sencillo y absurdo. Maravilloso.
En fin. Allí estaba mi abuelo, riéndose. Mi madre con la boca abierta, de la sorpresa supongo. Como he dicho antes, he recordado la conversación que os he relatado. Como un flas. Y allí estaba yo, admirando a mi abuelo, y he sentido como si... Como si una ola del mar llegara hasta a mí y me invitara a elevarme. Toda la luz que entraba por la ventana estaba empujándome a saltar. Y entonces me he reído. Mi risa no ha sido como la de mi abuelo, supongo que el tiene años de experiencia en esto de reírse. Mi risa ha sido más floja, menos potente, mas corta. Aun así, ha sido una gran carcajada. Y los dos hemos estado riéndonos unos segundos. No os penséis que ha sido mucho tiempo, pero sin duda alguna, han sido unos segundos muy especiales.

Después de comer, otra vez a clase. He salido de casa y he mirado al cielo como si llevara años en una mazmorra. Y ahí estaba el acoso lumínico, toda esa luz, acosándome. Rebotando por todos los sitios, en los coches, en los charcos, pasos de cebra... Se me ha metido por las orejas, por los ojos, por los agujeros de la nariz. Mi abuelo hoy se ha reído del discurso de miserias de mi madre. No ha sido una experiencia de las que te cambian la vida. Incluso se ha alejado un poco de la realidad. La luz del día ha seguido siendo molesta, pero ahora al menos se que se puede conseguir. Que es posible reírse como hoy mi abuelo se ha reído. Que la luz puede mostrar mi cara con nitidez sin que tenga importancia. Pero hoy por hoy, así están las cosas. Disfrutaré del azul del cielo, que no es para menos.

 

2 comentarios

Garci -

Más que un erotico relato? Hmm...no se yo...

Hettar -

Hay pocos momentos en los que parece que todo se para un instante para que ocurra algo importante.
Hay gente que dice que la risa es buena para el alma. Creo que una buena risa desenfadada dice más que un tedioso discurso o un erótico relato. Cuando oyes a alguien reír de verdad, reír sin risa falsa, sin risa superficial, te contagias. Porque tu cuerpo pide reírse aunque no sepas porque estas riéndote.
Me gusta la risa ^^.