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Paperback Writer

Un pleveyo entre nobleza

No recuerdo muy bien en que pieza andaba metida el intento de banda cuando la pianista de la escuela interrumpió el ensayo. Creo que andábamos a vueltas con un solo de trompeta, que nos habíamos visto obligados a repetir varias veces, por algo que tiene que ver con nuestra calidad y valoración como músicos. La pianista pidió un segundo, y todos nosotros le miramos atentos.
-Mañana actúa la filarmónica de Gran Canaria en el baluarte, ¿A alguien le interesa ir? –mas o menos la mitad de la banda levanto la mano, pero la pianista no había acabado de hablar.- una entrada por alumno.
Dicho esto, todas las manos a excepción de la mía y la de un chaval se vinieron abajo.
Y así el jueves llegó. Serían las siete y cuarto, y yo no había acabado de estudiar, pero daba igual, porque estaba ansioso por oir a la filarmónica, aunque no sabía ni a quien iba a oir, ni qué. Me arreglé y me marché al Baluarte (que por cierto, es el palacio de congresos de Pamplona, un edificio nuevo y bastante feo), entré por la cafetería, y me uní al rio de gente arreglada; y con arreglada me refiero a señoras de cincuenta años port
ando chales y joyas.
Mezclado entre la multitud, atravesé el gran vestívulo del "palacio", que básicamente, es una habitación de grandísimas dimensiones en la que no hay nada. Y no es que me refiera a que carece de sillones o cuadros, no, me refiero a que no hay nada de nada. Bueno, a lo que iba, el caso es que en breve me hallé frente al portero, un hombre grande y uniformado. Yo le tendí la entrada y mientras la rompía me dijo:
-Pase al fondo y luego a la derecha.
-Muchas gracias, así lo haré. -le dije yo, alagado por haber sido tratado de usted.
Dicho esto, avancé por el corredor que conducia hasta el auditorio. Por el camino cogí un ejemplar del programa y lo habrí raudo y veloz. Berlioz...
-Qué suerte la mía -pensé- para una vez que vengo; va, y resulta que conozco al compositor.
Héctor Berlioz, francés. Si mal no recuerdo, se le atribuye la creación de la música programática, esa que se combone con un guion literario.

Entre en el auditorio y me dirigí hasta la mismísima quinta fila, donde por cierto, lo único que ves es a los violinistas situados mas cerca del público. Me acomodé y volví a abrir mi folleto, esta vez fijandome en la fotografía de una persona joven y sonriente que sostenía una viola. Gérard Caussé, el encargado de interpretar lo que en su dia hizo Paganini, sí, el de los caprichos. Y así, tras cinco minutos de espera, los músicos entraron y se sentaron, y despues de esto, entró el director acompañado de una parsona mayor, que sostenia la viola y el arco como si fueran la culata y el cañon de un rifle. En seguida me di cuenta de que era Gérard, el violinista de la foto, pero 20 años mas tarde. Se situó de cara al público y estubo firme, moviendo la voca como si cantara hasta que le toco entrar. Dió un paso hacia atras para tener al director en su campo de visión y comenzo con una melodia tranquila y facilona.
La cosa se fue complicando para el violinista de melena "ringoestaresca", cada vez mas presto y mas forte, hasta que su intervención en el movimiento acabo con un montón de notas tan rápidas que tube problemas para distinguir el arco del músico. Además, éste, se vio obligado a flexionar las rodillas para no perder el equilibrio.
Pero como todo en la vida, la obra se terminó.
-Olle, que bonito, ¿no? -decía una señora de esas del abrigo de visón a otra de apariencia similar.
"Bonito...", la palabra no para de repetirse en mi mente. Acaba de ver al mejor violinista que he visto y seguramente llegaré a ver en toda mi vida, y lo único que dice la señora de delante es "bonito...". Miré a mi alrededor; la gente había aplaudido y hablaba tranquilamente sobre nada....

3 comentarios

Ender -

Totalmente de acuerdo, se pueden corregir, es mas, se agradece

Un curioso -

Es una pasada la cantidad de faltas ortográficas graves que hay en este blog!

mce79 -

Cuando tengas 27 años y en las tiendas los dependientes te traten de usted no te gustará tanto...

Muchas veces la gente no sabe apreciar lo que vive.